la familia, se supone

miércoles, 26 mayo 2010. Se supone que mis padres y yo acabamos de comer en una venta, en el campo, aunque no hay restos de comida ni mesa siquiera. La hija de los dueños me abraza, me dice que es su cumpleaños y que elijamos el postre que queramos. Entramos al comedor. En el suelo hay una ventana corredera de cristal donde se ven tartas heladas. Todas son enormes y nosotros sólo tres. Mis padres y yo nos tumbamos en el suelo para verlas, pero no nos decidimos por ninguna.
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Se supone que acabamos de despertarnos. Mi madre sale a por el desayuno, mi hermana es una niña y corre en pijama por la casa, yo me miro al espejo y veo que se me ha caído la mitad del pelo. Llaman al portero, mi padre dice que no se oye nada y va a bajar al portal. Me parece raro en él, que jamás se molesta en abrir la puerta. En ese momento mi madre sale de la casa de la vecina, le digo a mi padre que la espere y bajen juntos. Me extraña que no sonría porque ella siempre sonríe. Todo me parece muy sospechoso. Le digo a mi hermana que me dé la llave porque voy a bajar a ver qué está pasando. Mi hermana no quiere quedarse sola y esconde la llave dentro de uno de los dulces que hay en la cocina. Descuelgo el portero y oigo discutir a un hombre con mi padre. Quiere que le pague una factura de gas natural. Mi padre le explica con mucha paciencia que en casa se usan bombonas de butano. El hombre se pone violento. Miro a mi hermana amenazante para que me dé la llave, pero te tira al suelo y empieza a comerse los dulces. Busco una toalla para cubrirme el pelo y que no se note que se me ha caído. En el momento que voy a bajar para ayudar a mi padre, entra en la casa como si nada, con mi madre al lado. Ya está aquí el desayuno, dice mi madre sonriente.