decoración y dedicatoria

domingo, 9 mayo 2010. Miro desde un ventanuco hacia el interior de una habitación. Está completamente vacía. Unos operarios intentan forrarla con telas muy blancas. Una chica se me acerca a explicarme que la están arreglando. Decorando, le corrijo. La chica niega con la cabeza. Le explico la diferencia entre arreglar y decorar. Arreglar es cuando conviertes una manga larga en una manga corta, decorar cuando dejas la manga como está pero le añades un encaje, por ejemplo. La chica me mira con odio y cierra el ventanuco desde dentro. Desde otro ventanuco que hay debajo del mío, Joaquín Reyes me dice muy contento: ¡Lo he grabado todo, no te preocupes!
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Subo una calle por la que bajan unos chicos muy jóvenes. No bajan, desfilan, pienso, como si estuvieran sobre una pasarela. Llevan modelos muy formales, pantalones planchados y jerseys de cuello a la caja. Llego a un jardín de setos rectangulares independientes. Dentro de cada seto hay un ataúd. Me acerco a uno de ellos. Mi madre, desde dentro, me dice que me aleje hasta que la chica que vigila se vaya porque así no le cobrará la hora siguiente. Efectivamente una chica uniformada, va poniendo multas a algunos setos-ataúdes. Noto que hay cierto revuelo por mi presencia. Como si los que están por allí no quisieran que me enterara de algo y, a la vez, quieren que lo sepa. Le pregunto a Sr. Chinarro si sabe el nombre del diseñador de los modelos que vi por la calle. Me tiende un catálogo. Todos me miran expectantes. El catálogo no es más que una libreta cuadriculada donde Masip ha escrito poemas y dedicatorias. Su letra es pequeña y puntiaguda. Los poemas me gustan. Todos esperan que me enfade cuando llegue a las dedicatorias. Dice algo sobre mí, lo escribe entre paréntesis, pero me gusta. Nada que dijera Masip de mí podría molestarme, les digo. Me quitan la libreta de las manos, decepcionados.