miércoles, 7 julio 2010. Bajo una cuesta con un altavoz entre las manos. Llego a una plaza enorme donde ese está celebrando una misa. Para no molestar, me quedo en una esquina esperando a que acabe. Alguien me empuja y el altavoz cae al suelo y rebota. Rebota muy alto varias veces. Los que están en misa le dan golpes hacia arriba como a esos balones gigantes que tiran en las fiestas. Pienso que si lo dejan caer al suelo se romperá. Finalmente, dos tipos se lo guardan en una bolsa. Les digo que me lo devuelvan porque no es mío y tengo que entregarlo lo antes posible. Se ríen, uno me agarra los brazos mientras el otro me da una paliza. Le pido ayuda a los que están en misa, pero pasan de largo.
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Mi sobrina va a tener una niña, sin embargo la que está tumbada empujando para que la niña salga es mi amiga Begoña. Mientras ella empuja, y le limpio el sudor de la frente, mi sobrina va diciendo nombres. Begoña y yo decimos a todos que no. Paz, dice mi sobrina. Eso es, dice Begoña, se llamará Paz, como mi madre.
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Mi sobrina va a tener una niña, sin embargo la que está tumbada empujando para que la niña salga es mi amiga Begoña. Mientras ella empuja, y le limpio el sudor de la frente, mi sobrina va diciendo nombres. Begoña y yo decimos a todos que no. Paz, dice mi sobrina. Eso es, dice Begoña, se llamará Paz, como mi madre.