sembrado

domingo, 4 julio 2010. Mi suegra me da un montón de ropa para que la planche. Mi tía dice que tengo que ir urgentemente a comprar las pastillas de mi madre. No entiendo nada porque ni mi madre está enferma ni nunca toma pastillas. Veo que mi suegra y mi tía se guiñan descaradamente. Pienso en todo lo que tengo que hacer y en que no tendré tiempo de enviarle el último poema que he escrito a Juan. Cuando intento salir, unas chicas me bloquean el paso bailando. Llevan traje regional de un país del este. Una vez en la calle se me cae una cuenta azul o un caramelo azul y va a dar a un sembrado. Camino entre las plantas con cuidado intentando no estropear nada. Un hombre mayor me hace señas, escapo como puedo y entro en un ascensor, pero cuando voy a darle al botón para subir, sólo tiene uno, el del bajo, así que el ascensor no se mueve y el hombre me alcanza. Estamos los dos dentro del ascensor, nos miramos un rato en silencio. Después el hombre me dice enseñándome las palmas de las manos: Sólo quiero hablar con alguien.