domingo, 20 marzo 2011. Daniel mira una foto en la que aparece Vicente con sus dos hermanos. Noto que se va enfureciendo. Al cabo de unos segundos grita: ¡Por qué no se acercan!, ¿es que les da miedo rozarse?, ¡Que se acerquen, joder!, ¡que se acerquen!, ¿es que nos se quieren? Le digo que es un exagerado, que sólo es una foto y que además no conoce a Vicente de nada. Vicente quiere mucho a sus hermanos, ni digas ni una palabra sobre él, le digo y me alejo.
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Alberto deja el coche en el parking de Económicas y dice que lo espere. De repente el coche se pone en marcha solo, me paso al asiento del conductor, pero los pedales no funcionan, sólo puedo girar el volante para no golpearme con otros coches. De repente el volante deja de girar y el coche avanza rapidísimo marcha atrás. Choco con unos contenedores. Una señora me da las gracias, piensa que he chocado a propósito para no atropellarla. Pienso que quizá Alberto me está gastando una broma y teledirige el coche. Alberto llega en ese momento y le explico lo ocurrido. Alberto está tan agobiado con lo que ha ocurrido, que no le digo que va en pijama.
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Mi prima Elisa y yo estamos escondidas detrás de la puerta abatible de lo que parece un restaurante lujo. Las dos llevamos vestidos de fiesta. Me siento muy insegura porque mi vestido deja un hombro fuera y no me gustan nada las asimetrías. Elisa dice que le daremos un susto a la primera persona que entre. Por la rendija veo llegar a mi madre. Intento decirle a mi prima que no la asuste, pero la voz no me sale. Elisa levanta los brazos y lanza un rugido de ogro. ¡Nooooooo!, grito, todo lo fuerte que soy capaz, pero mi grito no se oye.
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Noto que el bolso me pesa, lo abro y veo que dentro alguien ha metido varias latas de alubias y lentejas. Pienso si se habrán arrugado los marcapáginas que me regaló Nuria. Efectivamente. En el sobre hay marcapáginas que no recordaba, varios más pequeños con poemas de Gallero y de Karmelo. Este es el poema que te dije, el mejor de los que he escrito, dice una nota. El poema dice algo así como que la primera vez que la vio no intercambiaron palabra alguna, y que al subir a su casa y poner un disco, decidió que le llamaría como la canción. Al leer el poema veo una habitación con libros y elepés por todas partes, parece un piso de estudiante de los años 70. Pienso que la canción es "Misty". Pienso que le enviaré a Chivite el único marcapáginas que no se ha arrugado.