miércoles, 23 marzo 2011. Antonio y yo hemos estamos en Zaragoza para ver un partido del Patín Reus. Estamos muy ilusionados porque, se supone, Joan debuta como jugador. Estamos en una explanada enorme, de fondo suena una música impersonal que le da a la imagen un tono tristón. Un perro enorme negro se acerca a nosotros, empujo a Antonio hacia la pared y me pego a él dándole la espalda. El perro se me abalanza y me lame la cara. Siento un asco enorme. No te preocupes, le digo a Antonio, ya se cansará. Pienso que si veo a Joan le pediré su stick para deshacerme del perro.