lunes, 5 febrero 2024. Parece un país árabe. Veo una escena en la que una familia huye de su casa porque se supone que va a explotar. Una de las niñas intenta empujar el coche que tienen aparcado en la puerta para no perderlo. la familia de grita que lo deje. Finalmente la familia se acerca a ayudarla, pero tanto la casa como el coche explotan. Me alejo por una calle donde algunas personas venden lo poco que tienen. Pasan hombres armados. Una chica rubia y jipi, claramente extranjera, vende unas hierbas secas. Me extraña que nadie le diga nada porque lleva la melena al descubierto. Yo camino lentamente para no llamar la atención porque no sé si llevo el pelo cubierto y no me atrevo a tocármelo ni a hacer ningún movimiento. No sé de qué parte estoy, de los que llevan armas o de los que venden atemorizados. Simplemente me alejo del lugar caminando muy lentamente mientras me pregunto si sería capaz de hacerme pasar por unos u otros para sobrevivir.
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Estoy en un supermercado con muy poca luz. La señora que está comprando se demora en elegir cada pieza de fruta, le pregunta algo absurdo a la dependienta por cada cosa que compra. Se va formando una cola. Otras señoras se ponen delante de mí. Les digo que yo soy la siguiente. Nadie me hace caso. Me voy sin comprar nada. Estoy muy cansada y entro en el primer portal que veo. Es una peluquería, también, con muy poca luz. No quiero hacerme nada, pero me siento a mirar revistas mientras las peluqueras atienden a unas y a otras. En una mesa llena de polvo hay revistas y vinilos muy antiguos. Les soplo el polvo, intento ordenarlos pero se caen al suelo. nadie me presta atención. Una abuela le da la merienda a su nieto. El nieto dice algo sobre la edad de la abuela y me meto en la conversación. Intento presumir de la mía esperando que, al decir que voy a cumplir 60, me digan lo bien que estoy. La abuela se sorprende como yo esperaba. Solo sois dos viejas, dice el niño sin dejar de masticar. Una de las peluqueras se acerca, dice que me toca. Me da vergüenza decirle que solo entré a descansar. Le digo que no tenga en cuenta los trasquilones que tengo por detrás, que me sobraba un mechón y me lo corté yo misma. Toda la peluquería se queda en silencio, me miran como si hubiera dicho que he matado a alguien. Es que tengo un remolino y se me va el pelo de la nuca hacia la izquierda, les explico asustada.