chupitos, exfoliante dulce y columpios

domingo, 22 mayo 2011. Alberto, Caína y yo estamos sentados en un escalón de un portal. Sergio se acerca, reparte unos vasos de chupito. Como sólo tiene tres a mí me da el tapón de la botella del revés, los llena y brindamos por su cumpleaños. Tiene prisa, se marcha. ¿Seguro que es su cumpleaños?, pregunta Caína. No, en realdiad es el cumpleaños de Pateta, pero tampoco iba a quitarle la ilusión, le digo.
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Alberto, Antonio y yo compartimos una habitación de hotel. Mientras Alberto se viste, me explica dónde quedaremos luego. Se va. Una camarera llama a la puerta para limpiar. Le digo que todavía estamos allí, pero entra de todos modos. La camarera es una niña de unos ocho años y lleva un bebé en los brazos. Lo deja sobre la moqueta y se pone a trabajar. Alberto vuelve porque se ha dado cuenta de que ha salido con chaqueta y el pantalón de pijama. La camarera abre una caja. Antonio se despierta, dice que era un regalo para su novia. Dice que ya que la hemos abierto tenemos que probarlo. En la caja pone exfoliante, pero parece tierra negra. La pruebo, sabe dulce.
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Estoy en al puerta de un bar con un grupo de chicas que no conozco. En el bar de enfrente veo a Carmen y a Sonia , les hago señas. No me ve, Jacinto se me acerca, dice que tengo suerte de vivir en el centro, rodeada de tantos bares. Le digo que fue idea de mi padre que, como nunca quiso tener coche, compró una céntrica. En el parque que hay frente a los bares se proyectan fotos. Son realmente buenas. La gente las ve sentados en columpios. Veo uno libre y corro hacia él. Cuando tomo velocidad, me doy cuenta de que el columpio tiene las cadenas elásticas. Da un vértigo muy agradable. Acabo sentada en una mesa viendo las fotos. A algunos expectadores les cae harina sobre la cabeza. Es parte del espectáculo. En mi mesa hay un tipo enharinado. Me pregunta qué me parecen als fotos. Le digo que son extraordinarias. Me da un álbum donde aparece la madre del artista en una mesa de operaciones. A pesar de ser desagradables siguen siendo buenas, le digo. El espectáculo termina y el tipo que estaba conmigo se levanta a saludar. Era el artista. Me guiña, me da las gracias. ¿Alguna pregunta?, me dice. Sí, ¿tu columpio también tenía las cadenas elásticas?