miércoles, 11 mayo 2011. Alguien me pone delante un plato con una ración de pescado a la plancha. Después esparce a mi alrededor purpurina en polvo. No comprendo nada.
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Una pareja y yo intentamos cruzar la calle de la casa de mi abuela, pero el agua nos llega hasta las rodillas. Por primera vez me fijo en que está lloviendo y no llevamos paraguas. Tú al menos llevas zuecos y te dan unos centímetros de ventaja, dicen. No sé si están de broma porque estoy tan mojada como ellos. Una vez en casa, mi hermana dice que debo arreglarme para la cena de Navidad. Va cargada de joyas. En el hall hay varias revistas de bebés con las que regalan un cepillo. Tomo una, me peino, me veo el pelo precioso, corro a enseñárselo a mi madre.
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Una pareja y yo intentamos cruzar la calle de la casa de mi abuela, pero el agua nos llega hasta las rodillas. Por primera vez me fijo en que está lloviendo y no llevamos paraguas. Tú al menos llevas zuecos y te dan unos centímetros de ventaja, dicen. No sé si están de broma porque estoy tan mojada como ellos. Una vez en casa, mi hermana dice que debo arreglarme para la cena de Navidad. Va cargada de joyas. En el hall hay varias revistas de bebés con las que regalan un cepillo. Tomo una, me peino, me veo el pelo precioso, corro a enseñárselo a mi madre.