mascota

domingo, 1 mayo 2011. Inma tiene un ordenador nuevo y quiere enseñárnoslo. Llegamos a su casa, es un espacio diáfano con grandes ventanales. Me gustan las alfombras. Como si me leyera el pensamiento, dice que puede conseguirme una en ese mismo instante. Abre el ordenador, toca la pantalla, y sale una alfombra. Sólo tienes que elegir el modelo y enrollarla con los dedos, última generación, dice. Mientras le hablo de mi querido y noble 286 con monitor en blanco y negro, que todavía funciona, veo que una pareja de leones se acerca por uno de los ventanales. El león se tumba, pero la leona abre la puerta corredera y entra. Escondeos mientras pido ayuda, les digo. Golpeo la puerta de unos vecinos, les digo que hay una leona suelta. Me invitan a pasar, celebran una fiesta. Les repito que mis amigos están en peligro, que hagan algo, que yo no tengo móvil. Ahora mismo llegarán, no te preocupes, me dicen sirviéndome una vaso enorme de sangría. No sé qué hacer. Inma y Alberto llegan a la fiesta, traen a la leona a su lado. Nadie parece asustarse del animal, siguen bebiendo y riendo como si nada. La he adoptado, dice Alberto. ¿Nunca has querido que yo tenga gato, y ahora tendremos una leona?, le digo. La leona se tumba a mi lado, me tumbo junto a ella, le acaricio la cabeza. Llaman a la puerta pero nadie se mueve. Pienso que quizá sea el león buscando a su compañera. La leona y yo caminados hacia la puerta, ella va delante y a cada paso se hace más pequeña. La puerta se abre sola, no hay nadie. Al mirar al suelo, veo que la puerta ha aplastado a la leona que ya sólo medía unos seis centímetros.