sábado, 30 abril 2011. Subo una cuesta por la que pasa mucha gente. Hay monedas en el suelo, a cada paso hay varias de distintos tamaños, algunas no son circulares. Al fondo de la calle veo a una niña sentada sobre una manta, pidiendo. Recojo todas las monedas que puedo para dárselas. El suelo está mojado. Me acerco y se las meto todas en un cuenco. La niña me dice que no sirven porque son de distintos países. Algunas valen mucho porque son de plata, le digo. Dame las que lleves en los bolsillos, dice. Me los vacío para que vea que no tengo dinero. Sólo llevo una estrella de sheriff de plástico con una de las puntas rota.