abrecartas

martes, 19 abril 2011. Visito un pueblo donde han convertido cada caserón en una tienda de souvenirs. Todo está lleno de gente, compran como locos. De vez en cuando me cruzo con alguna cara conocida, incluso de mi familia. Una dependienta me pregunta si no quiero anda. Un abrecartas de madera, le digo pensando que no tendrán ninguno. Abre la mano y me enseña un puñado. Parecen palillos de dientes teñidos. Hay dos muy bonitos, pienso que voy a regalárselos a Chivite y Fede. La chica me mira con sorna como si pudiera leer mis pensamientos. Es para que abran mis mails, le explico. Cuando voy a pagar, no encuentro mi bolso. Corro de tienda en tienda para encontrarlo. Mientras corro, veo casas preciosas a punto de caer. Llego hasta el límite del pueblo. ¡No nos robaréis ni una casa más!, me grita una mujer desde su ventana.