lunes, 11 abril 2011. Salgo de la casa de mi abuela y subo la calle. He quedado con Irazoki. Lo veo a lo lejos en la terraza de un bar que hace esquina. Veo que me ve y se levanta. Mientras me acerco, me doy cuenta de que llevo puesto una ropa que no es mía y que además no me gusta nada. Un pantalón corto, unas medias sport por debajo de la rodilla, iguales a unas que tenía de niña, y unos zapatos de cordones. Pienso que se avergonzará de mí, pero muy al contrario, me abraza y me dice lo guapa que voy. Ya han servido el bufet, dice con una alegría desmesurada. Corre a la mesa y vuelve con dos croissantes muy grandes de salchichón. Me tiende uno, nos sentamos en unas hamacas de lona a comérnoslos. + Parece que he vuelto a vivir a casa de mis padres, a la que era mi habitación. Todo está igual excepto la colcha, que es muy fea y tiene unos adornos horribles. Les doy con la uña y veo que no están cosidos sino pegados. Pienso que tendré que buscar una casa para mí sola. Abro el buró y dentro hay un lavabo, me cepillo los dientes, después me peino. Intento que el pelo se haga más largo cada vez que le paso el cepillo. Pienso que cuanto más largo tenga el pelo, más fácil me será encontrar piso y trabajo.