balbuceo

miercoles, 26 junio 2024. Fernando Fernán Gómez ha venido a dar una charla. Después vamos a cenar con un grupo pequeño, entre ellos Alberto, Francis con una chica, Sonia, y dos más que no conozco. Nadie se atreve a hablarle. Se queja de los periodistas. Le digo que pase de ellos, que se centre en escribir, que cuando se le acabe la inspiración piense que no es él, que escriba desde fuera, que tome el papel de alguien que le hace una entrevista. Dice muy ofuscado que ojalá eso fuera tan fácil, que lo más difícil es no escribir sobre uno mismo. El grupo se levanta y echamos a andar por unas calles muy estrechas llenas de gente. Nos cruzamos con una procesión, nos corta el paso. Nos estamos alejando demasiado del centro. Les digo que después habrá que acompañarlo, que no sabrá volver solo. De repente todos dicen que se van a su casa. Al despedirse, Fernán Gómez, le dice a Francis que es quien mejor le ha caído porque no ha dicho nada en toda la noche. Todos desaparecen, me ofrezco acompañarlo, pero se tumba en la acera y se echa a dormir. Se le ve agotado. Habla en sueños, balbucea. Me quedo sentada en el suelo a su lado.