ñus

sabado, 29 junio 2024. Estamos en un restaurante. Alberto dice que no le ha gustado tanto como la otra vez. No recuerdo haber estado. Dice que estuvo solo hace años. Miro el cartel y parece un restaurante recién inaugurado, pero no digo nada. A la hora de pagar, Alberto dice que ha perdido la cartera. Voy al coche a ver si se la ha dejado, pero no está. Cuando vuelvo le digo que estará en el hotel, que yo pago, pero dice que ya ha pagado. Entramos para despedirnos. Por dentro es enorme y parece un mercado con puestos. En uno venden un dulce típico con cabello de ángel. Lo tienen cortado en pedazos y cada uno con un precio desde 0,25 a 12 euros (a pesar de que los trozos son del mismo tamaño). Todo el mundo sale comiendo uno. Si los trozos fueran más pequeños no me importaría probarlo, pero son enormes. Una chica se me acerca a darme las gracias. Dice que si no hubiera sido por mí no habrían podido reunirse. Que tengo el don de la palabra y supe convencerla de que aquel troll no era un troll. Le explico que nos conocimos en un grupo de noticias de literatura a la que llamábamos ñus en 1999. La chica hace cuentas con los dedos. ¡Eso es media vida!, dice. Veo a Eugenio detrás del mostrador. Lleva una camiseta mitad del Málaga mitad un anuncio de neumáticos. La chica saca una hoja donde tiene apuntados nombres y puntuaciones. Junto al nombre de la chica hay un cero en casi todos. Eugenio le pregunta si los ceros significan las veces que se ducha. Me parece que esta va a ser espesita, digo y todos ríen a carcajadas como si hubiera contado un chiste buenísimo.