viernes, 7 junio 2024. La casa de mis padre tiene mucha luz, tanta que parece artificial. Los muebles también son claros. Las mujeres de mi familia llevan vestidos de verano blancos con florecillas de colores. Están todas, incluso las que murieron (mi abuela, mi tía P). También Marina (amiga de la familia). Todos parecen jóvenes y alegres. Están tan contentos que no sé cómo darles la noticia: Vengo del que era mi cuarto, mi hermana y mis primas se han rapado la cabeza (mal, a mechones) y mi hermana ha dicho que se va a San Petersburgo. Ha dicho que se iba a pasar las navidades, que ya sabe que es muy caro pero le da igual. Claro, como tú no lo pagas, le he respondido antes de salir de la habitación. También le he recordado que le había tocado presidir la mesa electoral el domingo. Mira el papel, lo rompe y lo tira al suelo (que está lleno de ropa y zapatos). Mis primas no dicen nada, bajan la mirada. Entonces es cuando salgo y encuentro toda esa luz. Me fijo en que mi tía M lleva un disfraz de unicornio, pero solo la parte de arriba. Cuando entra mi padre con una cámara de fotos ella intenta estirarlo hasta los pies para taparse. Mi madre ríe a carcajadas. En el salón, donde debería estar el mueble de la tele, hay una pista de tierra donde unos niños hacen carreras de coches.