gincana

miércoles, 5 junio 2024. Participo en una gincana. Voy en silla de ruedas y tengo que salvar muchos obstáculos. Salgo de una habitación de hotel y el pasillo es muy estrecho. Al llegar al ascensor pienso que seguro que hay alguien dentro para entorpecer el camino. Efectivamente. Un tipo dice que no cabemos los dos, pero entro de todos modos (él queda apretujado al fondo). Intenta besarme. Lo empujo como puedo, ya que si me levanto o uso las piernas pierdo. Al llegar a recepción protesto, porque no estoy segura de si forma parte del juego o es un trabajador del hotel (no me hacen ni caso). Una vez en la calle todo me parece un teatro (personas que hacen que se tropiezan conmigo niños que se sueltan de la mano de su madre y se me suben a las rodillas, etc). Paro el tráfico con la mano para cruzar y decido avanzar por la carretera (las aceras que están atestadas de gente). Voy dándole a las rudas con las manos. Las ruedas son muy rudimentarias (no son de las que llevan una doble para no ensuciarse las manos), temo pisar alguna caca de perro. Pienso en las personas que van en sillas de ruedas de verdad, en lo que tienen que pasar cada día. Finalmente, después de muchas penalidades, cuestas y escalones, llego a la meta que es una especie de cobertizo que se cae a pedazos. ¡Ya eres GO!, dicen mientras aplauden. Me piden que me le haga una foto a un muñeco de plástico de tres centímetros (igual a uno que me salió en un chicle Bazooka y que encontré ayer por casualidad en un cajón) para ponerlo en el carnet de Gincanista Oficial (así le han llamado). Todo me suena a cuento a pesar de su entusiasmo. Pienso que he estado perdiendo el día para nada. Cada vez que intento hacerle la foto al muñeco se tumba. Además, la cámara que me han dado está abierta, es de carrete y no creo que salga nada. De todos modos, lo intento una y otra vez.