martes, 31 enero 2012. Llego al que era mi cuarto en la casa de mis padres. Los armarios están lleno de ropa de color amarillo. Pregunto por mi ropa. Mi madre dice que la ha llevado al contenedor de reciclaje. Me enfado muchísimo, le digo que ahora tendré que bajar a recuperarla. Dice que no me esfuerce, que la hija de la vecina ya la recuperó e incluso ya se viste con ella. No te quejes, he conservado tu vestido de novia. Es negro y lleva un lazo amarillo horroroso. Póntelo, dice mi madre. Dudo si ir a casa de la vecina a reclamarle mi ropa.
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Subo en un ascensor. Se suponía que iba a mi habitación en un hotel, pero al abrir la puerta aparezco directamente en una calle con árboles y mucho tráfico. Me doy cuenta de que voy en pijama y que no sé en qué ciudad estoy. Sé que tengo que dar una lectura de poemas, pero no sé dónde ni cómo llegar. Noto que un chico camina a mi lado todo el tiempo. Me paro, se para. ¿Eres el mismo...?, y antes de que pueda terminar la frase, responde que sí, que es él y que me llevará al hotel.
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Subo en un ascensor. Se suponía que iba a mi habitación en un hotel, pero al abrir la puerta aparezco directamente en una calle con árboles y mucho tráfico. Me doy cuenta de que voy en pijama y que no sé en qué ciudad estoy. Sé que tengo que dar una lectura de poemas, pero no sé dónde ni cómo llegar. Noto que un chico camina a mi lado todo el tiempo. Me paro, se para. ¿Eres el mismo...?, y antes de que pueda terminar la frase, responde que sí, que es él y que me llevará al hotel.