martes, 10 enero 2012. Hay una habitación llena de pupitres desordenados. Intento ponerlos de dos en dos o al menos hacer un pasillo para que se pueda andar entre ellos. En una estantería encuentro un frasco de perfume. Mi madre, que aparece de repente, dice que por qué no quiero usarlo. Le digo que huele muy fuerte para mí, que huele a señora muy mayor. Huele a Doña Marina, le digo a modo de explicación. Me fijo en que hay alguien que nos observa desde la tarima, sentado detrás de la mesa del profesor. Cuando se incorpora, veo que es Mesa Toré. Me regalaste ese perfume, dice. Lo siento muchísimo, no sabía que olía tan fuerte. Oh, no te preocupes, en las reuniones de vecinos triunfo, pero cuando voy a escribir poemas me ducho antes, dice.