muerte naranja

miércoles, 7 mayo 08. Alberto y yo vamos en un ascensor. Pulsamos el último piso. El ascensor empieza a acelerar hasta que sale del edificio como un cohete. Nos miramos sabiendo que vamos a morir, pero de todos modos disfrutamos el paisaje. Caemos en una azotea. Sabemos que estamos muertos. En el edificio sólo hay viejos sentados en una sala de espera. Nos reciben con los brazos abiertos. En una de las habitaciones está mi tía Paqui, que murió en agosto. Tiene un cuarto bonito, está rodeada de las cosas que le gustaban cuando estaba viva. Incluso ha recuperado todo su pelo, blanco y brillante. Me dice que aún estamos a tiempo de volver de volver a la vida de los vivos. Ves ese edificio, todavía no está naranja, tenemos tiempo, dice. Me pide el número de teléfono de alguien de confianza para que venga a rescatarnos. No todo el mundo se atreve, dice. Le doy el número de Jurdi.