playa rumores

viernes, 25 enero 08. Voy en el asiento del copiloto de un taxi. Conduce un hombre negro que parece un dibujo animado. Vamos por una avenida muy ancha y luminosa sin edificios. A la derecha el paseo marítimo. En la playa hay hombres jugando al fútbol. A veces cruzan corriendo tras la pelota delante del taxi como si fueran niños. Está lloviendo a cántaros y a su vez hace un día de sol espléndido. Le pregunto al taxista si se trata de una película proyectada en las ventanillas o si eso está ocurriendo de verdad. Me dice que baje el cristal. La imagen que veía de la playa, baja ante mis ojos y deja ver la misma imagen real, afuera. Saco la cabeza y los brazos. Me mojo y me seco inmediatamente por el sol. No hay nada mejor que esto, le digo. Él responde que antes de ser actor fue aparcacoches. Llegamos a una playa donde hace muchísimo viento. Tengo que ponerme la toalla sobre la cabeza para que no se me llenen los oídos de arena. La playa está llena de señoras gordas en bañador. Les pregunto si es viento de Levante. Me señalan con el dedo hacia el horizonte como única respuesta. Nosotras sólo nos dedicamos a sembrar rumores, me aclara una de ellas, sin ir más lejos, conseguí que ella no viniera más y él se casó con otra. No sé a quién se refiere, pero no digo nada. Todas las demás le aplauden y se ríen.
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Al querer entrar en una mercería dos cochecitos de niño que me impiden el paso. Detrás del mostrador no veo a nadie. En uno de los coches hay una niña dormida, en el otro un niño muy pequeño que llora y me echa los brazos. ¿Qué quieres tú?, le digo mientras le hago cosquillas en la tripa. Quiero doparme, responde con voz de adulto.