lunes, 3 enero 2022. Estoy en lo que parece el hall de un hotel. Voy de negro (y descalza). Noto cierto revuelo. Entran Pedro Sánchez con varios ministros. Quiero pasar desapercibida pero todo es blanco a mi alrededor. Me arrebujo en un sillón (también blanco) e intento taparme los pies con la capa de lana negra que me hizo mi tía hace años (que no sé de dónde ha salido). Todos se sientan alrededor de una larga mesa blanca. Sánchez dice que sintiéndolo mucho no va a nombrar a mi suegro Ministro de Trabajo porque es demasiado blando. De repente me fijo en que una de las personas a la mesa es Alberto y se ha puesto muy triste. Quiero decir algo, pero ni me sale la voz ni parece que me vean (es como si yo estuviera en otro plano). Pienso: Primero, mi suegro está muerto, y segundo, no es blando es bueno. Quiero consolar a Alberto, decirle que nos vayamos de allí, pero estoy enredada en la capa de lana, no soy capaz de deshacerme de ella.