viernes, 14 enero 2022. Sonia y yo subimos por calle Alcazabilla. Le pregunto si ya lo tiene todo preparado para la boda. Donde debería estar el teatro romano hay un centro comercial. Entramos. Hay una fuente/piscina enorme en el centro. A su alrededor balconadas con tiendas y en la planta baja un ascensor que circula en horizontal, rodeando la piscina. Subimos. Nunca había estado aquí, le digo a Sonia. Ahora viene lo mejor, dice. El ascensor abre la puerta y da directamente al agua. Para llegar a la salida hay que contener la respiración y bucear unos metros. Pienso que saldremos con la ropa chorreando. Menos mal que llevo un vestido ligero y se secará pronto, pienso mientras buceo. Pero el auténtico problema es que no encuentro la salida: la piscina está cubierta por un cristal. Desde abajo veo todo lo que sucede, pero no soy capaz de salir. Empieza a faltarme el aire.