domingo, 23 enero 2022. Estoy en la acera separando distintos tipos de envases en cajas (botes de plástico, botellas, latas, trapos). La acera se transforma en el salón de una casa (se supone que de mis padres). El salón tiene dos puertas que dan a dos habitaciones que, se supone, están vacías. Un chico dice que tiene que aparcar sus camiones, uno delante de cada puerta. Mis padres entran rápidamente en una de las habitaciones vacías. El chico aparca un camión tapando la puerta. Dice que me meta yo en la otra. Sospecho que quiere encerrarnos para robar. Le digo que no y que se largue. Me agarra de la muñeca y tira de mí. Estamos de nuevo en la acera y alguien ha revuelto la basura que yo había separado. Al pasar por un bar me agarro a la puerta y grito que ese hombre ha encerrado a mis padres, quiere robarles y me está secuestrando. Nadie se mueve. Se lo digo a un policía que parece sacado de los dibujos animados (está gordo y el uniforme la queda pequeño). El policía dice que él no quiere líos, se tapa las orejas con las manos y cierra los ojos.