domingo 30 enero 2022. Estamos en casa de Juan Luis. Se están arreglando para salir. La casa tiene varias plantas y en el bajo un restaurante que lleva Jonna. Por fin salimos. Me entran ganas de orinar. En vez de volver a subir a la casa entro en el del restaurante. El baño es unisex y sin puertas. Puedo ver a los camareros pasar de un lado a otro (y ellos a mí). Corro para alcanzar a los amigos. Me doy cuenta de que no llevo camiseta ni sujetador siquiera. Siento un poco de vergüenza, pero no tanta como debería. Pienso que ir desnuda se ha visto en pasarelas así que no habrá ningún problema.
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Se supone que es la casa de mis padres pero no se parece en nada. ay mucho revuelo porque mi hermana se casa. Fuera hace mucho viento y creo que quedará una boda desangelada, pero no digo nada. Mi hermana dice que le faltan los zapatos y manda a mi madre a que le compre unos. Le digo que si mamá sale con este viento saldrá volando, que vaya ella o los pida por internet. De repente dice que no se casa. No sé si lo dice en serio o por no ir a por los zapatos. Saco unos míos de una caja y le coso una tela blanca para que parezcan de novia. Dice que no es por los zapatos, que a su prometido le dolía la espalda en la cama del hotel que reservó y que no está muy segura de que hoy aparezca. Mi prima me dice al oído que la cama era de hielo, que el hotel está en Suecia, que el catering le ha costado seis mil euros y que vendrán más de cuatrocientos invitados. Le digo a mi hermana que se aclare, si se casa o no se casa. No. Pues tienes que anular la reserva, el catering y escribir a los invitados para que no vengan. Pienso que usará el móvil para decírselo a todos pero se pone a escribir cartas, una a una, en hojas de papel. Los seis mil tendrá que pagarlos seguro, dice mi prima.
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Estamos en casa de mis padres. Sobre la mesa hay un montón de restos de lápices usados. Los clasifico por colores, voy apuntando letras y signos (que después me servirán de clave) en una hojita de papel. Llega Javi con cara de cansado. Mi día también ha sido estresante, le digo en broma enseñándole la hojita. Se ríe. Pregunta con el gesto qué es todo eso que hay sobre la mesa. Le explico que he sacado las minas de los bolis de cuatro colores y les he metido lo que me ha dado la gana. Lápices bicolores, carboncillo y hasta un tubo de pintura blanca que me servirá para ponerle el número que le falta al pulsador del ascensor. Mi favorito es este, le digo queriéndole enseñar un lápiz azul por fuera con la mina verde. No aparece. Podríamos montar un negocio, le llamaríamos "LOPT" (lápices ortopédicos para todos). Javi respira profundamente y dice: esto es lo mejor que me ha pasado hoy. Alberto y yo nos miramos como diciendo: pues si esto es lo mejor, pobre chico.