cuchara por crucifijo

viernes, 20 julio 2012. Estoy tumbada en la cama, boca arriba con las manos sobre el pecho y los ojos cerrados. Entre las manos tengo una cuchara de madera, del modo en el que se le colocaría un crucifijo a un muerto. A los pies de la cama están Marcos y Thomas Bernhard. Después de pasar los tres un buen rato callados y e inmóviles, les digo: Tengo hambre. Marcos pregunta: ¿Calabaza o mermelada? Algo naranja, el color naranja lo arregla todo, responde Bernhard.