entrevistas y champú para caballos


lunes, 23 julio 2012. Hay una fiesta en casa de Javi. La casa tienen muchas habitaciones y mala luz. Hay una terraza enorme a la que se sale saltando por una ventana. No conozco a ninguno de sus amigos. Todos llevan gafas. Hay mucha comida. Siempre pierdo mi vaso. Alberto va a entrevistarlos. Ha colocado una silla en el centro de la habitación. Todos nos sentamos alrededor. Llega Marcos y se sienta en un rincón, discretamente. Le hago señas. Entiende que estoy preguntándole si van a entrevistarlo y niega exageradamente con la cabeza. Entra otro chico con gafas, muy alto, y se sienta con las piernas encogidas. Pienso que es Jota y que ojalá después se acerque a saludarme, aunque no creo que me haya reconocido. 
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Tiendo ropa en unas cuerdas que cruzan el dormitorio de mi hermana. Una lagartija aparece desde detrás de la cortina y se esconde tras una estantería. Llega Jurdi. Me habla de un amigo al que no le va muy bien. Le digo que es una pena que alguien tan inteligente no haya sabido encontrar su sitio en el mundo. En realidad lo digo por él. Me mira, niega con la cabeza. No pienso volver a trabajar, dice. Le digo que no tiene por qué ser el mismo trabajo, que no vuelva a la tele, que haga otras cosas que le gusten. De repente estamos en la terraza de un bar, delante de la cristalera. Dentro veo a Javier con el pelo a lo perocho. ¿Usará champú para caballos?, pienso. La conversación continúa. El bar es bastante austero pintado en magenta y turquesa. Ves, no me importaría tener un negocio así, dice Jurdi. Yo te ayudo, le digo. Me pone la mano en el hombro. Pero, ¿tú cómo estás?, dice. No respondo, me miro en el cristal, tengo una melena preciosa, no parezco yo. Estoy bien, ahora uso champú para caballos, le digo.