penitencias

viernes, 13 julio 2012. Salgo de la casa de mis padres y me siento en la acera. Me desplazo sin esfuerzo, empujándome con las manos. La calle está como cuando era niña. El kiosco todavía está en la esquina, los autobuses son color crema, los taxis negros con una raya azul. Pienso que podría ir a ver a Rosamari. Hace más de 25 años que no nos vemos. Su padre está en la puerta de la tienda, no me reconoce. Le pregunto por su hija. No está, está su hermana. Quiero irme, pero entro. María José no se extraña al verme. Le pregunto por Rosamari, dice que está bien, que mañana estará en la tienda, que ella ahora tiene prisa porque tiene que hacer penitencia. Le digo que yo también. He venido sentada en vez de andando, le digo. Me mira con desprecio. Me despido en a esquina de la calle de mis padres. Dime el mail de Rosamari y mejor le escribo, le digo. No vas a acordarte, dice, ie@mas.com. Pienso que acaba de inventárselo. No le digo nada, me da igual.