jueves, 19 julio 2012. Subo la cuesta de Fuente Olletas con una bolsa enorme de deporte. Pesa muchísimo. Delante de mí, un chico arrastra también su bolsa. Cada tantos pasos miramos hacia atrás por si aparece el autobús. Al parecer, si lo perdemos, tendremos que esperar hasta el día siguiente. Por fin estamos en la parada, dejamos las bolsas en el suelo. El bus llega y pasa de largo. El chico y yo nos miramos decepcionados.
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Daniel y yo llegamos a la que fue la casa de mi abuelo. Se supone que ahora es su casa. Subimos la escalera muy despacio. Daniel dice que tengo que contarle muchas cosas. Llevas años de retraso, me dice. Entramos en un dormitorio que parece de niña, con muebles pequeños pintados de blanco. Me abraza. Voy a la cocina, pero no te vayas, dice. No pienso volver a marcharme, le digo.