montañas fósiles

viernes, 25 marzo 2016. Paseamos por un pueblo de calles encaladas. Una chica canta y toca la guitarra en una azotea. Nadie le hace caso. Es una canción antigua muy triste que no logro recordar cómo se titula. De repente, al doblar una esquina, nos encontramos un paisaje de piedra. Montañas que parecen esculpidas imitando fósiles de erizos de mar.

atajo

miércoles, 23 marzo 2016. Alberto dice que llegamos tarde al cine. Veo una puerta enorme de madera. Tomaremos un atajo, le digo. De la puerta sale un tobogán muy tosco hecho con mitades de tubos de plástico muy mal ensamblados. Pienso que será muy difícil deslizarse. El tobogán termina en un portal de una casa vieja y está lleno de gente. Para bajar, nos cobran y nos piden la ropa. Como había previsto, cuesta mucho bajar, lo hacemos a trompicones. Una vez abajo, pregunto por mi ropa, pero nadie sabe nada. me dan una bolsa de plástico. Me enfado muchísimo, protesto, los amenazo con denunciarlos. Nadie me hace ningún caso.

fiesta

lunes, 21 marzo 2016. Hay una fiesta en un patio, aunque se supone que son las fiestas del pueblo. Chivite me deja con unos amigos y desaparece. No sé de qué hablar con ellos. Intento buscar temas. Miro al cielo y hay constelaciones que se mueven, que van formando distintos dibujos. Pienso en hablarles de eso, pero no estoy segura de si será verdad o una alucinación mía. Caminamos hacia una zona con mesas de billar enormes, nos tumbamos en una de ellas. Un tipo me dice que no hablo como las demás adolescentes. ¿Adolescente, yo? Él me mira sorprendido. Encuentro unas llaves en uno de los agujeros de la mesa de billar. Ganas de desaparecer.

los rusos

viernes, 18 marzo 2016. Alberto, Antonio y yo, nos asomamos a la terraza sin abrir las puertas, corriendo la cortina. Está lloviendo, dicen. ¿Os fijáis en la lluvia y no veis que han cortado los barrotes de la reja?, les digo. Están cortados a trozos, como si hubieran dejado los huecos precisos para entrar en casa y poder sacar cosas. Alberto dice que hay que avisar a la policía porque seguro que lo han preparado todo para volver por la noche. Antonio dice que seguro que son rusos y traerán armas. Se me ocurre que podríamos llevarnos todos los muebles para cuando entraran a robar encontraran la casa vacía. Antonio y yo aparecemos, de repente, en un sótano. Para salir de allí hay un ascensor muy oxidado y una escalera completamente a oscuras. Elegimos la escalera. Antonio me empuja para que yo vaya delante. Salimos a un jardín versallesco donde parece que se celebra una fiesta. ¡Lo ves, ya han llegado los rusos!, exclama Antonio.

de humo

martes, 15 marzo 2016. Pablo y yo nos sentábamos a hablar en las gradas de una especie de cancha de baloncesto vacía y me contaba que su madre estaba muy enferma. Según me lo iba contando yo veía imágenes de su madre en una pantalla de humo.

huir, volar

viernes, 11 marzo 2016. Hay tanta gente en la alameda que parece semana santa. La luz no es natural (todo parece gris, pero luminoso). Entro en un portal para huir de tanta gente. Un chico me saluda emocionado, ¡Cuánto tiempo!, dice. No sé quién es. Dice que no nos vemos desde que yo era Castor. Nunca he sido castor, pero no le digo anda (se supone que era mi jefe en los Scouts). Dice que han quedado en el portal, precisamente. De repente, todo el portal lo ocupa una mesa con comida y bebida en vasos de plástico. Se llena de supuestos compañeros Scouts. Aprovecho la confusión para irme. Las calles siguen igual. Doy una patada en el suelo y me elevo unos metros. Sobrevuelo gente y basura. Doblo esquinas a una velocidad de vértigo. Me gusta. 

tierra libre

lunes, 7 marzo 2016. Parece que hemos ido a un hotel en mitad de un bosque para ver algo que sucederá en el cielo. Hay gente que ya está tumbada sobre la tierra, entre los árboles, junto a un lago, para ver lo que sea que vaya a suceder. Los miro buscar un sitio desde la ventana de mi habitación. Alguien me hace señas y corro la cortina. No quiero ver a nadie, no quiero bajar a ver nada. ¡Vamos, nos esperan!, dice Alberto. Bajamos y buscamos un sitio entre los árboles. Quedan pocos metros cuadrado libres. Alguien se asoma desde un montón de tierra. ¡Begoña!, grito. ¡Isabel!, grita ella, y de un salto con voltereta se lanza y cae sentada a mi lado. Qué agilidad, le dio. Lo haré otra vez, dice y vuelve a subir y a lanzarse con la misma precisión.

25 segundos

tu cabeza
era una bola esponjosa blanca

no tenías cara
no tenías ojos
no tenías boca,
pero me besabas

acabas de contarme tu vida
en 25 segundos
dijiste

(viernes, 4 marzo 2016)