otra habitación de hotel

balcón abierto
ella limpia las sábanas de granos de arroz

parece verano

después del insomnio
las piernas encajan
los hombros encajan
las palabras encajan

puerta cerrada
él quiere marcharse para siempre

parece


(lunes, 30 marzo 2015)

lejos del frío

una habitación desordenada
la persiana rota
quién sabe si llueve

sombras al final del pasillo
alguien a quien ordeno que prepare café
la puerta necesita burlete

en una pelea se lanzan cáscaras de pipas
pasa un tren con dos gigantes
y no estás allí para verlo

(miércoles, 25 marzo 2015)




closing time

miércoles, 18 marzo 2015. Estoy sentada junto a la ventana del que era mi cuarto de niña. Sobre la mesa no hay nada y me resulta extraño. Por la ventana entra la voz de Tom Waits y me pregunto a qué vecino podrá gustarle. Mi madre asoma la cabeza y dice: Y está poniendo el Closing time completo!

la tristeza del ventrílocuo

martes, 17 marzo 2015. Estoy en la recepción de un hotel. Todos cuchichean sobre por qué estará triste el tipo que hay apoyado en el mostrador. Parece que tiene un niño o un muñeco sobre las rodillas. No comprendo que la tristeza de ese hombre cause tanta expectación. De repente aparece una señora agitando unas cuartillas. ¡Lo tengo, lo tengo!, grita. He hecho un estudio y está triste por la temperatura. ¡Ohh!, exclaman todos. Está triste, ¿porque tiene frío o porque tiene calor?, pregunto. Todos me miran como si hubiera dicho alguna aberración. Me castigan. Tengo que ser yo quien se lo diga, pero el hombre ya no está. Lo veo entrar por una puerta abatible. Corro tras él. Paso por una cocina enorme, por una lavandería, por unas habitaciones vacías muy blancas y finalmente llego a un túnel. En el túnel se preparan dos bandas para una pelea. Son enormes, parecen jugadores de rugby, se arman de palos y barras de metal. Escapo por una puerta lateral que da a una sala llena de máquinas, todo está lleno de grasa. Busco un rincón para esconderme. Ya me encontrarán, pienso. Al cabo de un rato alguien me pregunta si tengo hambre y me da un bol con fideos. La sala es ahora una azotea. Familias enteras se pasean como si estuvieran haciendo tiempo. Una niña pequeña me abraza. Lleva una manta de colores tejida en lana. Al notar el calor de la lana me echo a llorar.

asfalto vs moqueta

martes, 10 marzo 2015. Soy una de las piezas de un coche. Parece que soy uno de los tubos de la parte delantera o que tengo que ver algo con la dirección, porque cuando el coche toma las curvas siento cómo me doblo y estiro. No duele, pero da vértigo. El coche va a muchísima velocidad, pero desde mi sitio veo pasar el asfalto a cámara lenta. De repente el asfalto se ha convertido en moqueta y pienso que el conductor se ha salido de la carretera y ahora vamos por un pasillo de hotel. El polvo que levanta me da ganas de estornudar, pero me aguanto para que el coche no derrape.

refugio

lunes, 9 marzo 2015. Voy en bus con mi hermana. Acaba de comprarse unas botas y las ha dejado sobre los asientos del fondo. De repente quiere ponérselas, pero alguien ha metido en la caja a un cachorro de perro que lo ha ensuciado todo. Las botas están llenas de cacas y orines de perro.
+
Estoy con un grupo de personas que no conozco y señalo al cielo. Hay muchísimas estrellas que se encienden y se apagan. Todos corren a refugiarse en sus casas. Me temo que un refugio no será suficiente. Dos chicas llegan en canoa y me dicen que vaya con ellas.

pendrives

domingo, 8 marzo 2015. Quieren robarme una bolsa con pendrives. Tienen forma de muñecos. Primero intenta quitármela mi hermana y después una pareja de actores por la calle. No puedo correr para librarme de ellos porque los pantalones me quedan muy largos y tropiezo continuamente. Mi padre dice que no le importa lo que pase porque ya tiene su móvil-pulsera. (Me despierto llorando)

erizo

sábado, 7 marzo 2015. Mi madre y yo vamos en un coche hecho de tubos naranjas. Lo conduce un tipo que, al llegar a un descampado, dice que bajemos. Empuja el coche por un terraplén y le prende fuego. Sabrán que fue intencionado, le digo.
+
Me asomo a la terraza de la casa de mis padres. Los vecinos del primero tienen un erizo. La niña monta en él como si fuera un caballo. Cuando también monta el niño, el erizo queda aplastado como una alfombra. De repente, el erizo escapa y sube hasta la barandilla de nuestra terraza. Hace equilibrios por no caer, queda colgado de un pata. Le tiendo un cojín a modo de puente para suba, pero cae. (Me despierto llorando)