jueves, 30 enero 2025. Estamos en una casa con jardín decorada años 70. Se supone que estamos con varios amigos, pero no conozco a nadie. Alberto y yo vamos a comprar al supermercado. La cajera pasa la mitad de nuestras cosas distraída (habla con alguien por teléfono) y las deja en un carrito, pensando que son de la pareja que compró antes que nosotros. Le digo que eso también es nuestro. Dice que como ya está pagado (por la otra pareja), no pasa nada y nos lo llevemos. Nos hace una señal para que nos demos prisa porque hay clientes esperando. Me voy muy preocupada porque a esa pareja le aparecerá en el extracto del banco. Llegamos a la casa. Una chica dice que fulanito (no recuerdo el nombre) está muy mal y que tenemos que ir todos a verlo. Pienso que de paso puedo ir al supermercado y pagar lo que le han cobrado a la pareja, pero me he dejado el ticket y mi DNI sobre la mesa del jardín, ha llovido y el ticket se ha deshecho. ¡Date prisa!, dice la chica. Salgo de la casa sin DNI, sin bolso. Por el camino me doy cuenta de que tampoco me he puesto bragas.
jaula
miércoles, 29 enero 2025. Se supone que estoy en casa de mis padres pero no se parece en nada. En una habitación que parece un patio, con las paredes llenas de macetas, hay una jaula muy pequeña en el suelo. Dentro hay un pájaro de colores muy brillantes. El pájaro abre la puerta y sale de la jaula. No vuela, se pasea dando saltitos por el suelo. De repente la gata de mi hermana salta sobre el y se lo come.
+
Estamos en una habitación de hotel. Alberto quiere dar una vuelta. Me veo en el espejo un montón de circunferencias en la cara y en el pecho, como si me hubieran puesto ventosas. Alberto dice que a lo mejor me han sentado mal los cacahuetes (no recuerdo haber comido cacahuetes). Alberto sale y yo me quedo. Oigo cantar a una chica. Canta en inglés y canta muy bien. Bajo a oírla. En la acera están Emilio y Salvatore esperando a Javi para ir a jugar al Trivial. Veo que en la esquina hay un bar que se llama Trivial. Emilio me pregunta si es ese y le digo que no, que cada día se juega en uno distinto. Hay una chica, casi una niña, a mi lado. Le pregunto cómo se llama para presentársela a los demás. Esther. Dice que Javi viene ahora, que de qué lo conozco. Le digo que del instituto, pero que en estudiaba en Maristas. Empezamos a andar hacia el hotel porque dos tipos con muy mala pinta se meten con nosotros. Intento llamar a Javi pero me sale el recepcionista del hotel. El recepcionista me cuenta que ha escrito un libro de tercetos y que va a enviármelo para que yo lo mande a una editorial. Por más que quiero apagar el móvil, no puedo.
caramelos
martes, 28 enero 2025. Llego tarde a una lectura. Como cada uno está a lo suyo, dejo un libro dedicado en una estantería y me siento a esperar. Una señora me ofrece caramelos, unas bolitas rojas que parecen de cristal. Le doy las gracias y le digo que no como caramelos. Se me echa encima, intenta metérmelos en la boca a la fuerza. Me grita que tengo muy poca vergüenza y no quiere verme más por allí. Otras dos señoras de la organización me consuelan. Cuando voy a irme fijo en que falta un zapato y el bolso. Sospecho que la señora de los caramelos me los ha escondido. Me apoyo en el quicio de la puerta a llorar. Veo a Oeste (lleva el pelo largo), sale con dos o tres personas. Me apena que se vaya sin habernos saludado. De repente se vuelve y me ve. Se acerca, me abraza, me pregunta si estoy bien. Me echo a llorar desconsoladamente. Le digo que he perdido un zapato y el bolso Me ayuda a buscarlos (estaban escondidos detrás de la estantería). Salimos. La señoras se disculpan por el comportamiento de su compañera, me dicen que vuelva cuando quiera. En la calle hay un atasco enorme. Francis me saluda desde lejos, me hace señas (a mi lado está Farfán, pero me da vergüenza saludarlo después de tantos años). Salvatore va en uno de los coches. Le pregunto si ha visto a Alberto. Dice que está en una conferencia sobre Schopenhauer.
funda de guitarra
lunes, 27 enero 2025. Voy en un autobús. Va completo. Al fondo hay unos turistas con muchas maletas, incluso una guitarra en su funda rígida. En cada parada se van bajando hasta que quedamos solo cuatro pasajeros. Miro al fondo y se han dejado el equipaje y la guitarra. Pienso si lo habrán hecho a propósito y será peligroso, pero no digo nada para ano asustar al resto. El conductor cambia de rumbo, se mete por calles que no conozco. De repente para y se sienta en el pasillo del bus a llorar. Dice que no se sabe el recorrido, que mintió en la entrevista diciendo que era conductor. Mientras lo consolamos miro el equipaje al fondo. Por una parte pienso que deberíamos salir de allí cuanto antes, por otra que llegaré tarde a casa de mis padres y por otra, no sé si ofrecerme a conducir yo.
trivial
domingo, 26 enero 2025. Voy con dos o tres personas por la calle. Avenidas con varios carriles donde se pasa de un barrio elegante a uno muy desfavorecido (ya he soñado alguna vez con esta ciudad, pero no sé qué ciudad es). Buscamos una parada de autobús. Les cuento, por hablar de algo, que ese camino suelo hacerlo a pie para ir al dentista. De repente estoy entrando en un bar muy desangelado con muy mala luz (se parece al comedor del que fue mi colegio). Al fondo están algunos amigos preparándose para jugar al Trivial. Me siento entre Francis y otro tipo que no conozco. Empiezan a llegar más y más personas que no conozco y van apiñándose alrededor de la mesa hasta el punto que tengo que separar mi silla para que quepan. Quedo en segunda fila pegada a la pared. En ese momento me llama mi hermana, dice que mi padre se ha caído. De repente estoy en el dormitorio de mis padres. Mi hermana está en la silla de ruedas con mi padre sentado sobre sus piernas (con aspecto desmadejado; no sé si está vivo o muerto). ¡He conseguido levantarlo sola!, me dice muy contenta.
cubeta
sábado, 25 enero 2025. Estoy en casa de mis padres. Llama mi tía E para decirme que se ha caído y está sola. Mi madre se entera (no sé cómo porque está en la cama durmiendo) y se acerca a mí con una bastón muy tosco que parece sacado de El hobbit. Ve a ayudarla, me dice. Entro en el ascensor pero de repente estoy en la cubeta de una camioneta. En la cabina van un tipo y una chica joven. Discuten. No sé si voy en una ambulancia rústica. Llegan a la autovía, entran por un camino de tierra, damos muchos saltos y temo caer fuera. Volvemos a la autovía. Hacemos el mismo recorrido varias veces. No comprendo qué hacemos porque mi tía vive en el segundo y mis padres en el cuarto piso.
inalámbrico
jueves, 23 enero 2025. Suena el teléfono (aunque no es nuestra casa ni nuestro teléfono, un inalámbrico enorme sacado de una película de ci-fi). Lo coge Alberto pero no le sale la voz. Le digo que hable más alto. Oigo a un teleoperador decir algo sobre una mercería. Alberto le dice que no nos interesa, que no le gusta que llamen a casa para vender cosas. Oigo como el chico se echa a llorar. Le digo que me lo pase. Hablo con él, me cuenta que no ha tenido otra que trabajar de eso. Le digo que él no tiene la culpa, que es la sociedad la que ha fallado, que su generación es la más preparada, que nosotros a su edad no hacíamos nada, no viajábamos, no hablábamos idiomas. Parece que se calma. Según le voy hablando su voz se va pareciendo cada vez más a la de Andrés.
portal
miércoles, 22 enero 2025. Me despiertan unos ruidos. Para salir del dormitorio tengo que pasar por una ranura muy estrecha porque alguien ha movido el tabique. Dos albañiles se asustan al verme (llevo un camisón y un gorro de dormir tipo Scrooge). Han quitado la puerta de casa, están pintando el rellano y la escalera. Han pintado respetando unas flores. Les pregunto si esos frescos estaban ahí. De toda la vida, me dicen. No entiendo nada. De repente estoy entrando en el portal. Tiene dos puertas de barrotes de hierro y están abiertas (les falta el cristal). Las cierro. Intento abrir el buzón con la llave del que fue mi diario. Aparece Carmen (que no vive allí) con unas vecinas. Le explico lo que me pasa. Le digo que los albañiles se dejaron la puerta abierta toda la noche. Nadie me presta atención.
+
Estoy en casa de mis padres. Mi tía M llama por teléfono y se queda callada. A ratos la oigo llorar. No sé cómo consolarla. Le digo a mi madre que le hable. Mi madre hace un gesto con la mano de "paso". Mi sobrina Nadia llega dando vueltas como una bailarina. Se ha cortado el pelo y teñido de rubio platino. ¿Te gusta mi nuevo pelo morado? ¿Morado? Nadia se mira al espejo y se echa a llorar. Le digo a mi prima Elisa que hable con mi tía. Me hace un gesto de "tengo mucha prisa" y desaparece con nadia.
reformas
martes, 21 enero 2025. Estoy en un restaurante con los amigos. Han pedido de postre tarta de queso. Se la traen entera y es muy grande. La cortan en cuatro pedazos. Les digo que no quiero. Salvatore me vuelve a preguntar antes de servirse el último trozo. Nada. No sé por qué estoy de mal humor. Se levantan y se van. Tú pagas, me dicen. Al rato bajo por unas escaleras algo mugrientas (no pegan nada con el resto del local) a un sótano de donde sale música. Todo está muy oscuro. Me parece ver la silueta de un tipo con guitarra. Me quedo quieta por si choco con él. Al rato la vista se me hace a la oscuridad y veo la silueta de Alberto al fondo, haciéndome señas. Me acerco. Las luces se encienden. Una señora me da las gracias por ponerme sus cosas (dice señalando un broche que llevo; el broche no era suyo, era de marina). Salgo del antro y estoy frente a la casa de mi bisabuela. Una señora me dice que ella conocía a la dueña y me da un nombre que no coincide en nada con nadie de mi familia. Le digo que soy la bisnieta, que la casa se vendió y la reformaron entera por dentro. ¿La cocina ya no tiene las losas rojas? No, todo muy moderno. Unos pasos más allá veo un montón de basura apilada, me acerco, han tirado juguetes casi nuevos. Me lo llevaría todo, pero elijo una caja con varios ositos polares y un sobre con letras plateadas del tamaño de una uña.
música transportable
lunes, 20 enero 2025. Suena una canción de Iván Ferreiro en la radio. No puedo llevar la radio del dormitorio de mis padres al salón. Hago un cuenco con las manos para transportarla, como si llevara agua, y la dejo caer sobre la mesa. La música sigue sonando, ahora en los dos sitios. La puerta está abierta y la gata de mi hermana escapa. Corre por el descansillo, baja un tramo de escalera y vuelve a subir espantada (está completamente erizada, parece el doble de grande) y entra en casa.
+
Hay un pájaro blanco, muy gordito sobre la mesa. Parece de madera, pero empieza a moverse. le soplo. Se llena de pintas negras. Parece un bollo con pepitas de chocolate.
plantación
martes, 14 enero 2025. Dos filas de coches bajan una cuesta por una carretera estrecha de tierra. Alberto se mete entre las dos en sentido contrario. Un coche pequeño de la fila derecha hace una maniobra rápida y se aparta (me sorprende su agilidad). Rozamos a uno de la fila izquierda. Se va a liar, pienso. El conductor baja la ventanilla y pregunta cómo es el arañazo. Normal, dice Alberto. Vale, responde. Alberto aprovecha para preguntarle si vamos bien hacia la plantación. Sí, todo recto, en esta época está todo muy bonito.
varsovia
lunes, 13 enero 2025. Se supone que estoy en Varsovia, pero es la calle donde vivía mi abuela. Voy en bicicleta, con dos o tres personas más, buscando una librería. Tenemos que darnos prisa porque no podemos perder el tren de vuelta. Paramos en la esquina para situarnos. Saco un plano muy pequeño y lo desdoblo. Aah, decimos a la vez y entramos en un portal. Es grande y a la derecha tiene unos servicios con ducha. Una de las personas que me acompaña es mi excuñado. Entra a ducharse. Le digo que no tarde mucho porque podemos perder el tren. Una señora y sus dos hijos mayores (con pinta de solterones) me hacen señas para que entre en su casa convertida en tienda. Hay estanterías con tazas desparejadas, figuritas y cajas. No quiero comprar nada, pero lo miro todo con mucha atención por si encontrará algún objeto como souvenir, algo muy especial, algo antiguo, pero todo lo que veo son baratijas de plástico.
horizontal
domingo, 12 enero 2025. Estamos en un supermercado (uno laberíntico con poca luz, con el que ya he soñado otras veces). Alberto coge una bolsa y yo otra. La mía se rompe por el fondo y la compra cae al suelo. La recojo como puedo y la llevo al coche amontonada en los antebrazos. Nos encontramos con alguien. Alberto le cuenta que tenemos el frigorífico roto. ¿Y qué vamos a hacer?, pregunto mirando la compra que llevo en los brazos (carne, pescado). Nada, ponerlo en horizontal como hice la otra vez.
vestido
sábado, 11 enero 2025. Salgo del ascensor (antiguo, con puertas de reja) de un hotel a un paseo marítimo desangelado. Veo a un abuelo y su nieta de espaldas, hablar con alguien que hay abajo, en la playa. Les hago una foto con una cámara enorme (también antigua, de las que se mira desde arriba). Bajo a la orilla. De repente estoy dentro del agua (me llega a las rodillas), intento salir pero los pies se me hunden como si fueran arenas movedizas. Camino muy lento, golpeando el fondo con la planta del pie para evitar hundirme. También voy apartando una nata color mantequilla que flota en la superficie. No avanzo, me hundo (me despierto gritando).
+
Llevo un vestido evasé color marfil sin adornos. Me parece lo más bonito del mudo (no sé si ya me lo he comprado o estoy en una tienda, probándomelo). Alberto dice que es muy soso. Pienso que podría coserle una tira de flores del mismo color a las costuras (como las que le puse al bolso que me hice para la boda de Sonia). Pienso que podría ponérmelo para una fiesta con el bolso plateado que hizo mi tía de joven, pero tendría que comprarme unos zapatos de tacón plateado, y dónde voy yo con unos zapatos así. Pienso que para una boda no me serviría porque parecería la novia. Pienso un montón de cosas mientras me muevo con el vestido puesto, moviéndolo de un lado a otro. De repente estoy en un jardín descuidado. Alguien ha colocado alrededor de una fuente objetos antiguos. Cada uno lleva una etiqueta con el precio (todo excesivamente caro). Pienso si será un truco para que nadie los robe. El suelo está embarrado y temo mancharme el vestido. Miro a mi alrededor, busco a Alberto. Nada ni nadie.
lentejas
viernes, 10 enero 2025. Oeste está firmando en una caseta de la feria del libro. Cuando llega mi turno, dice que para qué he ido expresamente a verlo. Le digo que no, que estaba en la feria por casualidad. Hablamos solo un momento y me despido porque hay mucha cola. Me voy satisfecha de no haberle dicho que he ido expresamente a verlo.
+
Se supone que mi abuela y mis tías se van de casa porque alguien la ha comprado. Por allí anda Laura, sacando muebles al jardín y metiendo cajas. Acompaño a mi abuela, tengo que sostenerla porque casi cae de la acera a la calzada. La calle está vacía como antiguamente, sin coches aparcados.
+
Llego a una cocina (se supone que es la mía, pero no sé parece en nada). Enrique y una chica esperan para comer, tienen prisa, tienen que irse a trabajar. Le pregunto a mi hermana si puso a remojo las lentejas. Me enseña una copa de vino con agua y unas veinte lentejas. Les digo que no hay tiempo, que busquemos una olla a presión. Encuentro la tapadera de una. Ya nos falta menos, les digo alegremente.
de señoras
jueves, 9 enero 2025. Estoy en una sala de espera muy blanca con cubos para sentarse. Los cubos son blancos e iluminados desde dentro. Tengo que ir al servicio. Abro una puerta. Es el servicio de caballeros (me llama la atención lo limpio que está). En el otro extremo de la sala hay una puerta blanca abatible que no llega al suelo (tipo cantina del oeste). Se supone que es el servicio de señoras. Todo está sucio y desordenado, toallas con excrementos, papel higiénico sucio en charcos de orines. Siento tanta vergüenza que me planteo limpiarlo, pero decido irme.
infierno
miércoles, 8 enero 2025. Estoy con un grupo de gente que no conozco en una especie de gradas improvisadas en lo que parece un salon de actos. Alberto dice que hay que darse prisa porque tiene que entregar un premio. Digo, de broma, que quiero que me den uno. Un señor me pregunta de qué es el premio. Le digo que por bailar rock and roll. En eso no puedo ayudar, dice. Pasamos a un pasillo muy estrecho y le digo a dos señoras que así es como imagino el infierno. Una de ellas dice que para no querer en Dios hablo demasiado del infierno. Salimos por fin a una sala pequeña que parece un restaurante también improvisado. Dudan cómo sentarse. Les digo que el lugar que ocupen es muy importante porque tendrán que aguantar a quien les toque al lado toda la noche, pero que hay una manera de solucionarlo y es cambiándonos de sitio cada diez minutos. No me tomen en serio.
ventanas sin cristal
martes, 7 enero 2025. Estoy en casa de mis padres. Salgo a la terraza a regar las macetas y veo que la ventana del estudio de mi padre no tiene cristal. Entro en el que fue mi cuarto y tampoco tiene. Mi hermana está en el sofá charlando con su amigo Marcos. Le pregunto qué ha pasado. Dice que eran su pesadilla y los quitó. Le digo que ahora se llenará todo de polvo, que entrarán bichos. Dice que ya pondrá otros cuando tenga tiempo. ¡Sales todos los días, en vez de irte de juerga haz cosas útiles, coño! Se me ha escapado, lo siento, nunca digo tacos, le digo a Marcos. En ese momento me fijo en que la puerta de casa tiene una ranura enorme por abajo. Veo que la gata escapa. ¿Qué le ha pasado a la puerta?, le digo. Se encoge de hombros. Pues tu querida gata se ha escapado, que lo sepas. No se mueve. Voy a la puerta y veo cómo una vecina la devuelve metiéndola por debajo. Marcos dice que él en su puerta tiene una especie de cepillo para que no entre el aire. Esta no es mi casa, díselo a ella a ver si a ti te hace caso, le digo.
morena
lunes, 6 enero 2025. Buenafuente y Silvia Abril me presentan a su hija. Es una niña de unos cinco años. Lleva abrigo hasta los pies y el pelo muy largo. La miro y después a ellos. Sí, antes era un niño pero ha decidido cambiar de sexo, ahora quiere que la llamemos Morena. Le doy dos besos a la niña y le digo que me parece muy bien que sepa lo que quiere. Buenafuente me pregunta si sigo queriendo ir al programa de Broncano o era una broma. Era una broma, le digo. Me da la espalda y llama por teléfono. Lo oigo hablar. Dice que era broma, pero podemos ir nosotros, dice y Abril asiente muy contenta.
ducha seca
domingo, 5 enero 2025. Estoy en el hall de un hotel que parece acondicionado como una habitación. Todo está revuelto, los muebles colocados en desorden. Por ejemplo, hay una barra de bar con taburetes alrededor de una cama enorme. La barra también sirve de ducha. Alguien me mete prisa, dice que hay que salir ya. Busco mi ropa en varias maletas abiertas, pero no doy con ella. Me pongo un top tipo corsé y una falda vaquera que tuve hace más de veinte años. Todavía que me queda, pero con el corsé queda ordinaria. Se me ha olvidado ducharme, pienso. Tomo uno de los manguitos de la barra y lo meto por el corsé y bajo la falda. No moja. Me miro al espejo. Pienso que así no puedo salir. Finalmente me voy con el grupo, pero unos pasos atrás. Veo una tienda de cómics y entro. Oeste está pagando (va con alguien, Sonia o Begoña, no estoy segura). Me acerco, lo abrazo, me alegro muchísimo de verlo. Lleva el pelo largo (por mitad de la espalda). Le doy puñetazos cariñosos, le digo que no me había contado nada de su pelo ni de su nuevo look (un guardapolvos gris de mezclilla). Dice que me lo contó pero no me acordaré, que el pelo lo ha tenido mucho más largo durante todo este tiempo. Salimos de la tienda a la plaza de la Merced. Oeste desaparece. Todo está sucio como si hubiera habido un mercadillo. Yo llevo una silla roja de madera. No sé qué hago con ella. La dejo junto a un contenedor, doy unos pasos y la vuelvo a coger. Se la dejo a una chica de un puesto por si sabe de quién es.
iglesia
viernes, 3 enero 2025. Voy con Joan por la calle, hablamos muy bajito, al pasar por delante de una iglesia me despido (su supone que él tenía que entrar por algo). Me coge de la mano y seguimos andando.
optica y c2 improvisado
jueves, 2 enero 2025. Llego a una óptica para recoger mis gafas nuevas. La óptica parece una discoteca con adornos y luces doradas por todas partes. Me hacen pasar a una sala donde hay una tarima (una especie de escenario; hay incluso público) con un sillón y unos aparatos que parecen de dentista. Pienso que pretenden intimidarme, pero no saben que estoy acostumbrada a los escenarios. Subo y saludo como si nada. Un tipo comienza a probarme lentes. Lleva una peluca azul de papel metalizado bajo un gorro de lana. Pienso que quieren gastarme una broma. Al fijarme en el tipo, reconozco a un niño que me gustaba (no lo veo desde que cumplí 15 años). ¿Eres José Miguel? Él se queda quieto con dos lentes en la mano, me mira, no me reconoce. Soy Belinka, he cambiado un poco, le digo. Se alegra de verme, se quita el gorro y la peluca, me pregunta si sé algo de Odila y Paco, que deberíamos vernos. Pienso en un día que fuimos a su casa y medio una tirita porque estrenaba sandalias, en que guardé aquella tirita durante mucho tiempo. Pienso que está igual, solo que con el pelo blanco, pero no le digo nada.
+
Se supone que es la hora del recreo. Salgo a andar en vez de quedarme en el patio. Llego a una especie de desierto. De repente me doy cuenta de que he subido una duna (muy dura), que estoy en la cresta y es muy estrecha. Temo caer. Pienso que si he subido y no e he caído, puedo bajarla sin intentando no pensar, que el problema es saber que estás en peligro. Bajo con los ojos cerrados, dando zapatazos, para hacer la duna blanda.
+
Estoy en casa de mis padres. Tengo ganas de orinar. Mi hermana dice que también tiene ganas. Le digo que termino en un momento. Mientras orino apretando, a toda velocidad, me doy cuenta de que con las prisas no me he bajado las bragas.
+
Tengo que ir a casa de mis padres y el C2 no pasa. Pasa un coche donde han escrito a mano en un cartón "C2". Una pareja con una niña se suben. Corro a subir también. El conductor nos dice que con lo mal que funciona todo han tenido que tomar las riendas. Me suena fatal. El C2 improvisado es enorme por dentro y, de repente, se ha convertido en descapotable. La madre se ha sentado en un extremo del asiento trasero, en el otro extremo el padre con la niña. No me queda otra que sentarme en el centro. Hay un atasco. El conductor hace maniobras muy raras, trompos, se mete por calles de dirección prohibida. Miro a la pareja, pero no se inmutan. Decido que me bajaré cuanto antes. Llegamos a un descampado, aparca bajo un árbol. El conductor y la pareja bajan a hacer fotos porque está amaneciendo. Me quedo con la niña en el descapotable. Empieza a caer una lluvia tan fina y lenta que no moja. Es muy agradable. ¡Mira qué bonito!, le digo a la niña y la abrazo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)