miércoles, 8 enero 2025. Estoy con un grupo de gente que no conozco en una especie de gradas improvisadas en lo que parece un salon de actos. Alberto dice que hay que darse prisa porque tiene que entregar un premio. Digo, de broma, que quiero que me den uno. Un señor me pregunta de qué es el premio. Le digo que por bailar rock and roll. En eso no puedo ayudar, dice. Pasamos a un pasillo muy estrecho y le digo a dos señoras que así es como imagino el infierno. Una de ellas dice que para no querer en Dios hablo demasiado del infierno. Salimos por fin a una sala pequeña que parece un restaurante también improvisado. Dudan cómo sentarse. Les digo que el lugar que ocupen es muy importante porque tendrán que aguantar a quien les toque al lado toda la noche, pero que hay una manera de solucionarlo y es cambiándonos de sitio cada diez minutos. No me tomen en serio.