un color, rojo

yo estaba delante del espejo

corría la cortina
y la luz roja de la tarde
hacía que me pareciera a Irène Jacob

y tú me peinabas

y tú me peinabas

[domingo, 29 enero 2023]

luminoso y escobilla

sábado, 28 enero 2023. Estamos frente a la casa de Maria Victoria Calle (detrás se ve el monte). Antonio me cuenta que él vivió en esa casa, que de niño hablaba con los enanitos del bosque. No sé si habla en serio o en broma. En la esquina redondeada del piso de arriba hay un luminoso: Disney. Le pregunto si es nuevo o ya estaba. Ha estado ahí desde el principio, dice. Tampoco sé si creerlo.
+
Intento preparar la cena en casa de mi abuela. Hay visita. Me fijo en que hay rincones de la casa muy sucios. Los limpio metiendo la escobilla del váter entre los muebles. Mi tía protesta, dice que seguro que la comida también la he preparado con la escobilla y no piensa comer.

chicles

miércoles, 25 enero 2023. Charo me ofrece unos chicles muy pequeños con forma de conejo.

cámara

martes, 24 enero 2023. Salgo al jardín de la casa de mi abuela con una cámara antigua (de las que se mira desde arriba). El paisaje se ve distinto (más bonito y misterioso) a través de la cámara. Le digo a mi hermana que salga para hacerle una foto. Al mirar por la cámara, mi hermana aparece como una chica pelirroja joven y dulce, guapísima. Al sacar el carrete de la cámara no es más que una cinta de algodón arrugada.

paraguas

lunes, 23 enero 2023. Estoy en un sitio que se parece a la capilla del que fue mi colegio. Daniel se acerca, me saluda y se despide. Le digo que no se vaya, que quiero presentarle a mi suegro. Vemos salir a Alberto y su padre. Corremos tras ellos. Al salir, es de noche y está lloviendo. Daniel abre un paraguas enorme de cuadros. Llegamos a calle Ollerías. Yo sigo, dice. Miro la calle oscura. Pégate a alguna mujer que vaya en tu dirección, dice Daniel.

allá abajo, allá arriba

domingo, 22 enero 2023. Voy por la calle y, al llegar donde se supone que voy, me vuelvo porque he olvidado la llave. Aparece Alberto cargado de lo que parecen bártulos de playa. Le pido la llave con un gesto, me la lanza y me acerco a una persiana metálica muy oxidada. Cuando voy a abrir la llave no entra. Una chica llega con su novio y abre. le hago un gesto a Alberto para que entremos. No hay suelo, hay una pared cortada. la pared está hecha de tablones de donde salen manos y cabezas de hombres que gritan y jalean violentamente como si fueran el público de un combate. Combate no hay, hay un descampado allá abajo.
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Un tipo me pregunta desde su coche en marcha cómo llegar a un centro comercial donde vendan juguetes. Antes de poder responderle ya se ha marchado. Llego a casa (que no se parece a la mía) y busco entre unas cajas de juegos una posible dirección de dónde los compré, por si el tipo vuelve. Desde la terraza veo un avión que aterriza en la carretera. Las alas cortan varias casas por la mitad, también cables que prenden unos árboles y los árboles unos troncos que hay amontonados. Hago varios intentos llamando al 112, pero el teléfono no funciona. Por fin me atiende una chica, le cuento lo sucedido. Me pide el nombre de la calle. No lo recuerdo. La chica dice que va a preguntar a su novio y me deja en espera. Se va haciendo de noche, veo a la gente seguir sus vidas a pesar del fuego y el avión quieto allá arriba.

fragmentos [3]

sábado, 21 enero 2023. Terraza de bar. Al fondo una iglesia (parece Grecia, pero se supone que estamos en Portugal). Le digo a Alberto que aparcar va a estar difícil. Llegan mi sobrina Elena y unas amigas. Ocupan la mesa que acabamos de dejar. Hemos comido lo mismo, le digo señalando un vaso enorme lleno de lo que parece pollo frito flotando en una sopa con mala pinta. Tened cuidado que pica, les digo.
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Llamo a Daniel pero lo coge su madre. Me cuenta que se han hecho Jesuitas para que los dejen en paz en las reuniones de la comunidad. Dice que mi padre estuvo en la última y dijo que había que poner burlete en nosedónde. Dice que decía burlete en francés. Se ríe. Le digo que dudo mucho que fuera mi padre, que él jamás ha ido a ninguna reunión. El padre de Daniel le quita el teléfono a su mujer, dice algo con tono enfadado, se despide y cuelga.
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Mi padre y yo buscamos algo en un armario. Se golpea la mano con una de las bisagras. Se la beso.

desorden

lunes, 16 enero 2023. Llego al portal de la casa de mis padres. Hay cosas por el suelo. Me parece reconocer algunas y son de mi padre. Alguien grita que el conejo se ha escapado. Querrán decir gato, pienso. El gato de mi hermana persigue a un conejo. Intento evitar que escapen. El conejo cae por el hueco de la escalera. Al llegar a casa, todas las cosas de mi padre están en el suelo, algunas hasta rotas. Busco un bol de cristal para meterlas todas e intentar arreglarlas.

fragmentos [2]

domingo, 15 enero 2023. Vamos en bus. Le digo a Alberto que me han invitado a leer poemas en El Cairo, pero no voy a ir porque está muy lejos y porque Egipto no me interesa nada. Una señora, antes de bajarse en su parada se me acerca y me dice al oído: Ve.
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Cristina y Gonzalo están sentados uno al lado del otro en lo que parecen unas butacas de limpiabotas. Me acerco a saludarlos. Gonzalo tiene los ojos muy azules, sin pupilas.
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Masip se está duchando. Me acerco, le doy un beso en la frente mojada. Le digo que me alegro de que haya venido.

inodoros catarata y frigorífico roto

sábado, 14 enero 2023. Parece la terraza de un bar. Alguien pregunta si me acuerdo de aquella vez que fuimos a nosedónde. Me acuerdo, precisamente llevaba este mismo jersey (rojo con rayas finitas negras), les digo. Cuchichean, me miran de reojo. Si me gusta, no me importa llevar el mismo jersey durante veinte años, pienso y me levanto para ir al servicio. Entro en lo que parece un salón de baile vacío. Al fondo hay dos entradas/túnel envueltas en tela blanca iluminada (como una obra de Christo). Entro por la boca de la derecha. Llego a un espacio con proyecciones de cataratas. Pienso que cada una indicará un inodoro. Busco papel higiénico en unos puf cuadrados forrados de dacha roja. Están vacíos. Al salir por la boca de la izquierda, el salón está a oscuras, ni un resquicio de luz, tanto que creo que me he quedado ciega y vuelvo sobre mis pasos. Bill Nighy está echado en uno de los puf. Hace un gesto para que me acerque y me tumbe a su lado. Dice que tenía dudas sobre divorciarse y que, al recibir mi carta, finalmente ha decidido dejar a su mujer. No sé de qué carta habla ni me voy a casar con él, pero no le digo nada, solo quiero salir de allí. Le pido que camine delante de mí y me guíe a la salida y en la calle ya hablaremos.
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Al abrir el frigorífico la puerta roza con la esquina de la columna. Voy a decirle a Alberto que venga a verlo a ver qué solución se le ocurre. Al entrar en la cocina veo que la puerta es de plástico muy fino y está rota. Pienso que Alberto va a creer que la he roto yo, pero no se fija. Dice que cualquier mañana meteremos el frigorífico en el maletero y se lo llevaremos a ese amigo mío para que le pase un bastoncillo de los oídos por los rincones. No sé de qué amigo habla y no entiendo que no se dé cuenta de que la puerta está rota.

superluna, aloe e incendio

viernes, 13 enero 2023. Estamos en la playa. Miro a la izquierda y veo un pequeño lago mucho más bonito que el mar. De repente se hace de noche y aparece una luna enorme (como en las portadas de discos) y tan cerca del agua que permite ver la silueta de una chica a contraluz. La chica se zambulle varias veces. Una pareja aprovecha para besarse mientras se bañan. Qué manera de perder el tiempo, pienso de nosotros.
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Hay un multiplicador en el suelo, entre el frigorífico y la cocina. Intento encenderlo pulsando con un palo largo. Nada. Meto la mano entre los muebles para sacarlo y me da corriente. Mi madre dice que puede arreglarlo. Le digo que tenga cuidado, que es peligroso, que antes de tocar nada habría que quitar la corriente. No sé qué pasa que mi madre coge la sartén que estaba al fuego. Le quema, pero no quiere soltarla para que no lo manche todo. Le digo que me la dé, que llevo manoplas. Cuando por fin la dejo en el suelo, veo que mi madre se ha quemado las manos. Corro a por aloe a la terraza. La plata de aloe está blanda de haberla regado en exceso, me cuesta cortar un trozo de hoja. En el suelo (alrededor de la maceta, al sol) está todo lo que tenía en el congelador (verduras, carne). Enfurezco, le grito a mi madre que ahora tendré que cocinarlo todo para que no se eche a perder.
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Veo una película en la que un tipo incendia la casa de Scarlett Johansson. Ella está tendida en el suelo entre las llamas. No será capaz de dejarla ahí, pienso. El tipo la saca y la abraza. Se sientan en un sofá de espaldas a la habitación en llamas. Ella mira hacia atrás, ve cómo arden sus libros y esconde la cara entre las manos. Pienso que todavía le daría tiempo a rescatar algo. No comprendo que no lo haga.

fragmentos [1]

jueves, 12 enero 2023. Corro por la calle vestida de novia (desde el Compás a calle Cristo). El vestido me queda muy apretado. Me alegra que el velo de tul me tape la cara para que no me reconozca nadie. Mientras corro pienso que, si he salido así a la calle, a partir de ese día podré salir como quiera sin sentir vergüenza.
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Daniel y yo vamos por la calle, cerca de la estación. Le digo que vi la foto que dejó en el buró de mi cuarto en la casa de mis padres (en la foto aparece tirado en el suelo, como si acabara de caer de un quinto piso). No dice nada. Le digo que, curiosamente, yo me hice una foto igual. No dice nada. Continúo hablando, diciendo sandeces, para que no caminemos en silencio.

chéster verde y autobuses de dos pisos

sábado, 7 enero 2023. Estoy con un grupo de amigos en un sitio que no sé qué es pero donde ya he estado en otros sueños (un edificio de una sola planta, muy blanco, años 70, con gotelé exterior de pegotes de cemento). En la entrada hay tiendas con muy pocas cosas. Quiero comprarle un regalo a Javi, pero o veo nada que me guste. Entro y espero en un chéster verde imitación piel. Llega Pateta muy sonriente, me cuenta cosas sin parar. Llega Javi con el casco de la moto en la mano. Me alegra que pateta y él por fin se conozcan. Se sientan cada uno a un lado (yo en medio), y hablan.
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Tenemos billetes para el autobús de las 07:30h. Alberto va a cruzar. le digo que la parada es en esa misma acera, pero cruza. Cuando estamos en la acera de enfrente, cruza de nuevo a la que estábamos. Cuando voy a seguirlo aparecen un montón de coches (como en el episodio de la Pantera Rosa). Logro cruzar, pero Alberto ha desaparecido calle arriba. Tiro de la maleta como puedo. De repente no reconozco las calles ni la ciudad. Entro en lo que parece una estación, pero por dentro es una torre con solo escaleras mecánicas. Pregunto por la estación a dos señoras gemelas muy rubias que van delante de mí. Prueba por ahí, dicen y señalan una puerta metálica. La puerta está rota y da a un montacargas desvencijado. Subo. Va lentísimo. Miro la hora, pero mi reloj es de juguete, lleva las 10:30h dibujadas. Intento llamar a Alberto. Primero, me equivoco porque no recuerdo su número; segundo, me sale un mensaje de bienvenida larguísimo donde recomienda una canción; tercero, después de su mensaje hay una llamada de una chica que le da las gracias por dedicarle la canción y que ya quedarán para comentarla. Si hay un verbo que detesto es comentar. Parece que también lo es en sueños porque me enfado muchísimo. me pongo muy triste. Recorro calles que no reconozco y subo cuestas sin parar en busca de la estación. Miro todos los autobuses que pasan (algunos de dos pisos) por si él fuera dentro y me viera, y pararan y me recogieran.

pupilas

jueves, 5 enero 2023. Despierto en una casa que no es la mía. Llevo una camiseta de tirantes muy ligera. Me sorprende, me miro y tengo los pechos muy pequeños. Me alegro muchísimo. En el cuarto de estar hay varias chicas mirando una pecera redonda (se supone que es una casa de acogida y vivo con ellas). Me pongo un café con leche. Abro una puerta por ver si es el cuarto de baño, pero da a un patio. Me acerco a ellas y miro la pecera. Dentro está Gumball. Lleva los ojos vendados con un calcetín. Cuando las chicas se van le pregunto por qué no se lo quita para bañarse. Mis ojos se vuelven horribles, dice. Insisto, se lo quita y, efectivamente, sus ojos parecen dos tomates reventados con las pupilas muy dilatadas.

descalza e invisible

martes, 3 enero 2023. Estamos en un teatro. Un tipo pide a alguien del público que le ayude. Sacan a dos chicas que hay a mi lado. Pienso que a mí nunca me han elegido para nada. En ese momento, el tipo me mira y hace un gesto de "por supuesto tú" para que baje. Me siento especial, me quito los zapatos y bajo ilusionada. Cuando llego al escenario, veo que ha sacado a todo el público y no queda nadie en su localidad. Nos lleva por la calle, en fila, hasta una casa con jardín Por el camino, alguien me abraza por detrás. ¿Quién soy?, dice. Sin volverme, le digo que es Emilio (un compañero de instituto al que no veo hace 38 años). ¿Recibiste el mail que te envié? No responde. Llegamos. En el jardín nos espera un catering sobre mesas altas de madera pintada de verde (desconchadas), todos comen y beben menos yo, que solo intento entender qué está pasando. Después entramos en la casa. Está llena de mesas y sillas de anea. El tipo dice que nos sentemos por grupos para empezar el juego. Todos se colocan rápidamente. Yo no sé en qué mesa sentarme. Solo quiero irme de allí lo antes posible.
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Me despierto y encuentro a la familia Cabezón-Beltrán desayunando en casa con Alberto. La mesa está llena de cosas. Me llama la atención la de tarros de mermelada de distintos sabores que hay. Me hace mucha ilusión verlos. Ellos parecen no verme y siguen a lo suyo. Suena el teléfono, es mi tía Mari (me cuenta penurias). Desde la terraza me siento en los escalones de una escalera que da a otros pisos (en la realidad, no existe). Una chica con bata de limpiadora me dice que no puedo quedarme ahí, que es la escalera de incendios y tengo que dejar el paso expedito por si surgiera algún un contratiempo. me sorprende que se exprese tan bien, la miro con curiosidad, pero vuelve la cara y sale corriendo.

kilos

lunes, 2 enero 2023. Entramos en una calle muy estrecha en un coche que parece no tener techo. Me asomo (por arriba) para ver como salir de allí. Al fondo hay dos señales de calle sin salida, pero en realidad da a una playa. Alberto da la vuelta con facilidad. Ahora, en vez de una calle es un hotel. Al pasar por el hall, hay fuentes con bombones en el mostrador de entrada. Cojo una almendra imperial enorme, rellena de turrón, y se la doy a Nadia. De repente estamos en casa. Alberto y Jurdi están en la cocina quitando hielo al frigorífico. Alberto usa un líquido que parece caldo de pollo, y Jurdi pisotea el hielo metiendo los pies (con zapatos para todo; me parece que tiene los pies enormes). La casa empieza a llenarse de gente. Nadia me devuelve la almendra mordida, dice que no le gusta. Francis y Emilio, se sientan sonrientes, como espectadores felices. Llega una supuesta vecina que se parece a Jennifer Lopez. a dejar algo envuelto en una servilleta. Aparece mi hermana, mira a todos y pregunta cómo va mi novela. Me extraña porque jamás se ha interesado, pienso que está actuando. Le digo que, al no tener varios días seguidos libres, no avanzaba nada y la he dejado. Me corta diciendo que ha quedado. Estás más delgada, le digo. Responde que acaba de pesarse y solo pesa 16 kilos. Todos se echan a reír. Pero si el gato pesa 4... echa cuentas, le digo. Pienso que la báscula puede estar estropeada y la busco para pesarme. Cada vez que me subo, alguien se acerca, me toca el brazo, me empuja o me pone algún peso en las manos, y los números varían. No sé cómo, la báscula está sobre una cama elástica. Imposible pesarme. Me enfado muchísimo y la pago con Elisa (que ha llegado en ese momento). Me mira con cara de asombro y pena. Le pido perdón, la abrazo. A ti sí que te quiero, le digo.