oídos sordos

martes, 31 marzo 2009. Bajo por una cuesta de arena volcánica. Llevo tacones, se hunden al caminar. Araceli, vecina de mis padres, intenta darme indicaciones pero yo sólo atiendo al maravilloso crujir bajo mis pies.
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Camilo de Ory lame un plato. Después mi padre dibuja con el dedo sobre el plato vacío.
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Salgo de un bar subiendo por una escala de cuerda. Una chica con gafas de pasta negra, desde abajo, me dice que tengo las piernas muy bonitas. Temo que el escritor Chivite, que está acodado en la barra, la haya oído.

resto

lunes, 30 marzo 2009. Alberto ha metido los singles que yo escuchaba de niña en un tupper. Sé que está haciendo la maleta para marcharse. Escondo el tupper y le digo que no pienso devolvérmelo hasta que no me diga a la cara que me deja.
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Mi padre está bien arropado en una cama enorme. Tiene un libro, también enorme en las manos. ¡Ya he descubierto lo que es el resto!, dice muy emocionado.
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Subo al bus y me siento al fondo, junto a un chico muy delgado. Me pregunta si llevo algo de comer. Le ofrezco un paquete de pikitos. Nos asombra ver por la ventanilla a una momia llamado con los nudillos a las puertas de la plaza de toros.

jukebox

domingo, 29 marzo 2009. Paseo con Alberto por delante de unos escaparates. En cada escaparate hay una barra de bar. Entramos en uno de ellos a comer. Cada mesa es una especie de jukebox donde, en vez de elegir canciones, uno elige qué programa ver en un monitor plano que hace las veces de salvamanteles. Elijo uno de cocina. Mientras comemos vemos cómo el escritor Chivite, con un delantal blanco, sigue las indicaciones de un chef para preparar un arroz cremoso.

regalos

sábado, 28 marzo 2009. Juan Pardo ha olvidado comprarle a su mujer un regalo por su cumpleaños. Le ofrezco un libro envuelto en papel de colores que llevo en el bolso.
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Alberto dice que me dé prisa, que no llegamos. Yo voy entreteniéndome en esconder piedras en todas las fuentes que me encuentro por el camino. Pienso que debo memorizar cada lugar para poder recuperarlas después.

recortes

viernes, 27 marzo 2009. Estoy recortando fotos del periódico. Mi tía Encarna me pregunta para qué lo hago. No lo sé, éste se llama Stammford, respondo. Ya podías hacer algo de provecho, dice y me da varios envoltorios de mantecados que no llevan dibujo ni marca, sino varias preguntas con espacios para rellenar. También me da un rotulador. Ya sabes lo que tienes que hacer, dice.

caídas

jueves, 26 marzo 2009. Mis padres se preparan para ir a ver un partido. Mi madre le cose a mi padre una bandera a la espalda, a modo de capa. Mi padre protesta, dice que todos los vecinos se reirán de él y además nunca le ha gustado el fútbol. Le digo a mi madre que he decidido suicidarme, que voy a lanzarme al vacío. Está bien que me lo digas porque así se lo dejo todo a tu hermana, dice mi madre sin dejar de coser. A mi padre se le cae de las manos un trozo de tarta de manzana que acaba estrellado en el suelo.
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Subo una cuesta de tierra con la bici de carreras. La cuesta acaba en un precipicio descomunal, me asomo con cuidado, hay varios kilómetros de caída. Sin pensármelo dos veces tomo impulso y me dejo caer. Mientras caigo, pienso en si debo soltar la bici para hacerme menos daño. También pienso si será mejor caer de cabeza o de espaldas para que sea menos desagradable a quien encuentre mi cuerpo.

calcetines

miércoles, 25 marzo 2009. Alguien me despierta. Es Héctor, dice que no haga ruido hasta que ellas se vayan. No sé dónde estoy ni quiénes son ellas. Estoy en una especie de cuna con barrotes de madera, liada en un edredón blanco. Parece el hall de una casa, pero tampoco es la de Héctor. Dos chicas se visten mientras desayunan. Las observo. Una de ellas empieza a hablarme de técnicas de depilación. Salimos a un descampado donde montan casetas para una feria. Me siento delante de una mesa y doblo servilletas. Héctor se sienta a mi lado. Sabía que vendrías, le digo. Lleva un libro muy antiguo, dice que es de su tía abuela. Sonrío, y saco uno exactamente igual.
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Extiendo sobre la mesa una filloa del tamaño de un mantel. Cuando me dispongo a rellenarla con cebollas y ciruelas salteadas entran mi padre y mi suegra. Me doy cuenta entonces de que entre el salteado hay varios calcetines. Intento quitarlos sin que se den cuenta. Mientras, en una pecera que hay en la habitación, varias personas diminutas bucean por hacerse con un busto de piedra que hay en el fondo.

perro de ocho patas

lunes, 23 marzo 2009. He bajado a una playa saltando de roca en roca. Mientras elijo qué piedras llevarme, un perro de ocho patas se acerca a mí a toda velocidad y me ataca por la espalda. Me tiro al agua para huir, pero me estampo contra las rocas.
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El escritor Chivite y un puñado de piedras blandas en colores pastel. Parecen copos de algodón. La voz de Chivite también parece un copo de algodón.

lápices

domingo, 22 marzo 2009. Bajo con Alberto a hacer footing. Antes de empezar, nos despedimos. Nos besamos apasionadamente. Él echa a correr. Mientras me ato las zapatillas, aparece mi hermana con un cajón lleno de lápices. Son preciosos y huelen muy bien, a madera.

velcro

viernes, 20 marzo 2009. Bajo las escaleras de un edificio, pero las escaleras son una rampa cubierta de velcro. Me tumbo y voy descendiendo poco a poco. Me pregunto porqué no se les habrá ocurrido cubrir de velcro los edificios más altos por si hubiera un incendio, para que la gente bajara pegándose al velcro de las fachadas.

canica

miércoles, 18 marzo 2009. Mientras mi padre ve un documental sobre peces, mi madre me pide que le mire a ver qué tiene en la nuca. Enciendo el ordenador y la cámara para que ella también pueda verlo. En pantalla aparece una canica de colores que late bajo la piel.

pájaros muertos y papel higiénico

martes, 17 marzo 2009. Paseo por las calles donde jugaba de niña. Me acompañan Enrique Kb, Lucas el koala puesto, y el músico Héctor Tuya. Ésa era la casa de las casigemelas, les digo. Kb dice que no imaginaba que pudiera tener nueve plantas. Nueve plantas y dos bodegas, le digo. Ahora la casa es un esqueleto de hormigón y todo está sucio y lleno de cenizas. Kb dice que es un buen sitio para rodar un vídeo heavy. El jardín está lleno de pájaros calcinados. Tuya me ve llorar y tapa los ojos con las manos.
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Carmen y yo tratamos de arreglar un vestido de novia, en plena calle, haciéndole remiendos con papel higiénico. Un hombre que pide en la acera sobre un cartón, dice que anoche me vio beber a escondidas. Eran las cuatro de la mañana y bebías vino a morro delante del frigorífico, dice. Lo niego pero, para mis adentros, pienso que es posible que sea sonámbula o alcohólica. O, lo que es peor, las dos cosas.

leones

lunes, 16 marzo 2009. Alberto, Salvador y yo nos encontramos por la calle. Nos tiramos al suelo y jugamos como crías de leones.

hueco

viernes, 13 marzo 2009. Iker se acerca a mí por detrás. Cuando vuelvo la cabeza pega su boca abierta a la mía. No hay dientes ni lengua ni saliva. Sólo un hueco.

pan duro

jueves, 12 marzo 2009. Alberto Tesán me espera en la terraza de una cafetería. Nos cae algo en la cabeza. Miro hacia arriba y veo a David y María, sus hijos, echándonos trozos de pan duro desde una ventana. Se ríen.

plátano y espiga

sábado, 7 marzo 2009. Hemos quedado con Francis para cenar. Alberto está muy inquieto porque Francis llega tarde. Lo llamo. Francis dice que viniendo hace casa se ha resbalado con una cáscara de plátano.
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Un chico dibuja con escuadra y cartabón. Pienso que va a volcar un tarro de tinta que tiene en la mesa. Me alejo andando hacia. El chico me pregunta sobre la técnica de mis dibujos. Le explico que necesita ceras, tinta y un plumín muy fino. Sólo tienes que rascar sobre la tinta, le digo. Él, en vez de un plumín usa una espiga seca.

okupas

jueves, 5 marzo 2009. Volvemos a casa y nuestra casa es de piedra en una plaza pequeña. La puerta está abierta, han entrado okupas, lo han destrozado todo. Intento salvar algunas cosas, pero Alberto dice que me dé prisa porque ha quedado para cenar con una chica. Le digo que se vaya solo y que, por favor, no vuelva.

coche chico

miércoles, 4 marzo 2009. Carmen Beltrán y Enrique Kb han tenido un niño. Estamos en un bar al sol y Kb ya no sabe qué hacer con él. Lo cojo en brazos y lo paseo por la casa, voy diciéndole quién duerme en cada cuarto, como si pudiera entenderme. El niño señala la terraza, después una caja donde hay juguetes y elige una tortuga con ruedas. Coche chico, dice. Y pienso que Carmen se ha perdido las primeras palabras de su hijo.

shopping

martes, 3 marzo 2009. Paredes altísimas de cartón, las golpeo con los nudillos y aparecen zapatos exquisitamente ordenados por colores. Pablo me pregunta si busco algo en especial. Un bolso, le digo. Me da una cartera marrón que no hace juego con ninguno de mis zapatos. Trato de explicarle que, además, ya tengo dos carteras de cuando mi madre era joven y que las he transformado en bolso bandolera. Pero Pablo ya no me oye, está atendiendo a Ayllón que acaba de llegar.
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Paso por delante de unos tenderetes donde venden pañuelos y chales de distintos países. Demasiado llamativos para mí, pienso. Paso de largo por delante de ellos, muy rápido, como si llevara ruedas en los pies.

naranjas

lunes, 2 marzo 2009. Llego a un gimnasio. Un entrenador me dice que suba a una bici estática. La bici es cuadrada y no tiene pedales.
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Alberto está durmiendo. Mientras lo miro, como naranjas del tamaño de una cereza. Cuando despierta le pregunto si quiere una. Me da un libro de un fraile, dice que debo aprenderme uno de sus poemas porque el fraile en persona vendrá a examinarme.
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Una moto pasa sin conductor a toda velocidad. Después pasa una bici, también sin conductor. En la parada del bus hay gente pero nadie hace nada por detenerlas. Un chico me entrega un bañador de competición mojado y sube al bus. Ante mi cara de asombro, responde: Piel de toro.

cera

domingo, 1 marzo 2009. Fiesta en la playa, quizá un concierto. Alberto desaparece entre la gente. Imagino que ha ido a hacer fotos. Mientras lo espero se hace de noche. Salvador se sienta a mi lado, dice que no piensa dejarme sola. Cuando habla, me fijo en que su boca está llena de cera.
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Andrés y yo entramos en la oficina donde trabaja mi padre por las tardes. En el portal hay una niña saltando escalones. Es mi hermana de pequeña. Toco las cosas sin querer dejar huellas, todo es extremadamente suave. Andrés le dice a dos chicas quien soy. Me abrazan, me cubren de besos, me dicen lo bueno que era mi padre, hablan de él como si estuviese muerto. Las chicas, de cerca, son dos ancianas. Van vestidas igual, con unos mandilones verdes de cuadros. Todo está manga por hombro excepto el despacho de mi padre que se conserva intacto, incluso está su paraguas y sus zapatos de repuesto por si un día le sorprendía la lluvia.