su piel

viernes, 30 marzo 2018. Jurdi esta sentado en la terraza de un bar. Es de noche y el bar esta cerrado. Nos alegramos mucho al vernos. Me fijo en su piel, blanca, lisa, con pecas. Parece muy joven. A pesar de ser ahora una mujer rubia preciosa lo reconocido a la primera. Me explica que se ha operado. Cuando va a levantarse el jersey para enseñarme los pechos le digo que no lo haga, que igual nos metemos en un lío, aunque la calle está completamente vacía.
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Alberto y yo llegamos a un supermercado. Hay un cartel donde avisa de que hoy irá la tele a hacer entrevistas y regalos. En la puerta principal hay una cola que da la vuelta al edificio. Alberto dice que buscaremos otra entrada. Por un lateral, junto a unos contenedores basura hay una puerta muy pequeña. Entramos. Una chica muy sonriente nos saluda y da las gracias hasta con reverencias, porque dice que nadie entra jamás por allí y no puede hablar con nadie con lo sociable que ella es. En un frigorífico enorme, donde deberían estar los yogures, hay un montón de libretas y artículos de papelería. Alberto dice que aproveche y busque a ver si está esa que ando buscando hace tanto tiempo. Por más que busco todas tienen rayas.

vendaval

jueves, 29 marzo 2018. Se supone que estoy de excursión con un grupo. A algunos los conozco, a otros no. En mitad de una sala hay un círculo elevado giratorio. Un chico que me mira desde el centro con cara de pena. Le digo con un gesto que tiene que avisar a los demás. Se supone que ha decidido empezar a fumar y quedarse a vivir en la ciudad en la que estamos. Llamo al resto. El chico dice que nos cojamos todos de las manos porque tiene de comunicarnos algo muy importante. Como tarda en hablar  el grupo comienza a deshacerse. Le pregunto a uno de ellos cuándo empezó a fumar. Hace 70 años, responde. No tiene más de 40. Le pregunto sí se le daban bien las matemáticas en el colegio. Todos nos reímos. Bajamos por un tobogán a una explanada rodeada de muros altísimos. Una chica rubia, muy parecida de Cifuentes, nos dice: Aquí tenéis las Rías Baixas. De repente se levanta un vendaval. La tierra se nos mete en los ojos. Saco un pañuelo muy fino del tamaño de una sábana y nos metemos debajo. A pesar de la incomodidad, me resulta un momento muy bonito.

no quedan patatas

lunes, 26 marzo 2018.  Le enseño a alguien la terraza. No se ve absolutamente nada, es de noche y no hay ninguna luz encendida. Un chico se me acerca. Yo comería algo, son más de las diez y no vamos a llegar a las campanadas, dice. No pasa nada, prepararé algo en menos de media hora, postre incluido, respondo. Al encender la luz de la cocina se abre un grifo que hay en la pared y empieza a formarse un charco. No hay manera de cerrarlo. Echo trapos al suelo. ¡No quedan patatas! Mis sobrinos, como si fueran soldados, dice: A la orden. Y desaparecen escaleras abajo. Pienso que quizá se las vayan a pedir a algún vecino.
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Voy en tren. Entrevistan a una chica. Cuenta que estaba prometida, pero que aunque todos piensen que él es muy educado, no lo es. Bueno, sí lo es, dice avergonzada. Salgo del vagón y del tren indignada. Alberto ha sacado las maletas, algunas están rotas. las mete en el asiento trasero del coche, me pide que lo ordene todo mientras va a por los amigos. De repente estoy en una calle vacía del puerto. Ordeno lo que puedo. Hay ropa sucia, y cartas abiertas escritas a mano. Pienso que no son nuestras cosas. Pasa un chico en bici, se para, lo miro amenazante y se va. Pienso que tengo que llevar de nuevo el coche hasta la estación y tengo el carnet de conducir caducado. El coche se pone en marcha a penas toco la palanca de cambios. Conduzco muy despacio para no tener problemas. Pienso que si no conduzco con naturalidad será cuando me paren.
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Salgo de casa de Rosamari. No recuerdo que hubiera iglesias en esa calle. Edificios enormes de piedra gris con columnas y santos. Bajo una escalera de asfalto. Temo que esté recién puesto y quedarme pegada. Bajo de puntillas por la barandilla. Al llegar a Fernando el Católico veo a Zayas de lejos. Me saluda entusiasmado, me abraza, me besa un montón de veces. Me pregunta qué hago por allí. No sé bien que decirle porque a cabo de darme cuenta de que ya no vivo en ese barrio y la casa de mi abuela hace tiempo que no existe.

examen de historia

sábado, 24 marzo 2018. Camino junto a una tapia muy blanca, hace mucho sol. De repente recuerdo que no he hecho los exámenes de fin de curso. Pienso que todavía me quedan unas horas para estudiar. Doy un pequeño salto, me elevo, y vuelo hasta casa. Llaman a la puerta. La profesora de Historia entra con un paquete enorme envuelto en papel de regalo. Pienso que debería ser al revés, que yo le hiciera un regalo para que me aprobara.

futmurciano

viernes, 23 marzo 2018. Alberto y yo llegamos a un algo que parece una obra o una casa a punto de derrumbarse. Hay un montón de objetos antiguos. Antes de cogerlos tengo que soplarles el polvo. La mesa está puesta. Dos chicas sonrientes nos invitan a comer. En una vitrina que se cae a pedazos hay unos platos desportillados con dibujos infantiles de muñecos cabezones vestidos con una mezcla de futbolistas y trajes regionales. ¡Mira, este es futmurciano!, le digo a Alberto muy contenta.

en blanco

martes, 20 marzo 2018. Lectura de poemas. Tengo delante varias libretas, pero unas están en blanco y otras con planos de ciudades. Juan está sentado detrás de mí, se supone que ya me ha presentado y me toca leer. Le pregunto si lleva alguno de mis libros. Gesto negativo. Está en una silla pequeña de anea, colorea dibujos. Explico al público que no tengo nada para leerles y no me sé mis poemas de memoria, que tal vez si nos damos prisa lleguemos a tiempo a las cuevas. El público corre hacia la salida. A la entrada de las cuevas (que no sé lo que son) hay una cola enorme. Algunas personas se acercan a felicitarme por la lectura. No entiendo nada. Javier se acerca a saludar con dos besos a un chico con camiseta naranja. Le pregunto si es Javier Gea. Es. Pues está igual que hace 30 años, le digo. De la parte trasera de la cueva sale un cochecito tipo golf. Reconozco a Sanmartín, que levanta la mano para saludarme. En dos segundo nos decimos un montón de cosas por gestos. Siento una alegría enorme.

fiesta hipster

lunes, 19 marzo 2018. Entro en un bar de estética hipster. Me cuentan que el el primer día y sólo pueden ofrecer desayunos, pero esperan hacer hasta conciertos. Otra chica me cuenta que acaba de empezar una nueva vida con una compañera de colegio a la que no veía hacía años. Su novio sale con su hija en brazos. Lo seguimos, ellas me cuentan su historia de amor. Les digo que quizá no funcione, pero nadie sabe si su historia va a funcionar. Les digo que no comprendo cómo de un día para otro se puede ser lesbiana, que yo sólo podría serlo de cuello para arriba, porque no sabría qué hacer con el cuerpo de una mujer. Se ríen. Me doy cuenta de que me he llevado un libro que no es mío y vuelvo al bar. Hay una fiesta impresionante. La dueña me saluda como si me conociera de toda la vida. Todas las mesas están llenas, comen platos con muy buena pinta. Al fondo veo al actor Francesco Carril explicando a unas chicas embobadas cómo hay que mirarse al espejo mientras ensayas una escena. Una de las chicas estaba en mi clase. Está igual, sólo que ahora lleva las puntas del pelo teñidas de rosa. Junto a la barra está Houellebecq muy despeinado. Hace unos gestos muy raros. No sé si va a arrancarse a cantar flamenco o a bailar. Un chico quiere un autógrafo, pero no lleva encima ningún libro suyo. Le ofrezco una revista donde aparece, pero su novia me mira mal y decido no insistir.

capuchas

domingo, 18 marzo 2018. Acompaño a una chica a una tienda de cómics. Todos llevan sudaderas con capucha. Subimos por una escalera muy estrecha. Ella le entrega algo a dos chicos y ellos le meten algo en el bolsillo. Al bajar nos cruzamos con otros chicos con capucha, esconden la cara, se saludan moviendo la cabeza, mirando al suelo. Al llegar abajo hago un baile tipo vídeo musical, supongo que para sentirme integrada. Una vez en la calle seguimos cruzándonos con gente que lleva sudadera con la capucha puesta. Dentro de una farmacia enorme toda una familia caminar en fila. La chica que va conmigo me dice que el hijo era muy mono. Me pregunto como ha podido verle la cara.
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Mi padre llega a casa. Se pone hacer cosas sin saludarme. Le pregunto dónde está mi madre. No lo sabe. Cree que ha ido a la peluquería. Le recuerdo que fue hace dos días. No responde, se sienta de cara a la pared a leer algo. Oigo ruido, salgo a descansillo. Es mi madre que sale del piso de enfrente. He ido a la peluquería, dice muy contenta.

prioridades

sábado, 17 marzo 2018. Entro en el cuarto de baño de la casa de mi abuela. Todo está igual que antes de que lo modernizarán. Quiero orinar, pero todo está muy sucio. Intento encaramarme al lavabo, pero acabo haciéndomelo encima. En ese momento alguien abre la ventana y empieza a contarme algo, habla sin parar. Por sus gestos parece que me incumbe y espera una respuesta.

tabla

viernes, 16 marzo 2018. Empiezo a cruzar una tabla sobre el agua y a la mitad me doy cuenta de que voy a caer. Un chico me agarra por debajo de los brazos. Camina hacia atrás, dice. Noto que hunde la nariz en mi cuello. Una vez fuera de peligro le doy las gracias. Dale las gracias a tu perfume, dice.

el jersey del convencimiento

jueves, 15 marzo 2018. Un tipo ha heredado una casa, pero no puede vivir en ella si no tiene pareja. Vive en el jardín de su propia casa con otros ocupas. Recoge sus cosas y se marcha. Me pongo un jersey de rayas azules y negras, y salgo tras él para convencerlo de que no se vaya. Mientras caminamos, le digo que se pregunte si no está enamorado de esa chica que vive en el jardín, que quizá sea su última oportunidad, la de los dos. Se para sorprendido y vuelve a casa. Tengo la sensación de que no me ve, de que sólo me oye como si fuera su conciencia. Lo veo entrar, buscar a la chica, se abrazan. Me quito el jersey y lo dejo junto a un contenedor. Sólo me he alejado dos pasos, pero vuelvo a por él por si voy a necesitarlo en el futuro para convencer a alguien de algo.
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Oigo una voz en off que advierte de que hay que despejar los descansillos. Entro como una autómata en el ascensor, bajo al tercer piso y veo que el tramo de escalera está lleno de cajas, zapatos, basura y hasta una pecera. Se supone que mi deber es denunciarlo. Pienso en que quizá en esa familia sean muchos y el piso muy pequeño. Pienso si la voz en off sabrá lo que he visto.

el ironman de los mosquitos

lunes, 12 marzo 2018. En el cuarto de baño hay un mosquito gigante. Al fijarme mejor descubro que es un mosquito normal con un exoesqueleto fabricado con pajitas de refresco.
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Despierto en la casa de mi abuela. He quedado y tengo prisa. No encuentro mis cosas. Después de vaciar varias prendas, consigo dos o tres monedas. No necesito nada, pienso y salgo a la calle. Vuelvo a por el pen. Me fijo en que alguien ha metido una nota bajo la puerta: "He pasado la noche en el sofá con la cazadora. Estaría bien tener una habitación para dormir". Aparecen dos niños pequeños. Les pregunto si han desayunado. Entramos en la cocina, un gato muy pequeño da saltos hasta llegar a mis brazos. Se ve que también tiene hambre. ¿Os imagináis que nosotros también diéramos dar esos saltos para decir que queremos el desayuno? Los niños se ríen.

chiringuito

domingo, 11 marzo 2018. Dos chicas me invitan a comer a su casa. En vez de poner la mesa se ponen a hacer las maletas, unas maletas enormes de cuadros. Una de las paredes está cubierta por una cortina. Es un armario, está atiborrado de cosas. Mientras, varios comensales esperamos, nos distraemos como podemos. Dibújame un chiringuito, dice un chico muy joven. Se parece mucho al escritor Chivite, pienso que es su hijo. ¿Dónde está tu padre? Se ha ido a dormir al coche, dice. Le pregunto si ya a pensado que va a estudiar. No le gustan las matemáticas, pero todavía no se ha decidido. De repente caigo en que Chivite solo tiene hijas. Miro al chico con curiosidad y me pregunto quién será el hombre que duerme en el coche.

el cebo

viernes, 9 marzo 2018. Camino con Rosamari por la calle donde vivían sus padres. Se supone que hay una fiesta en su casa. Dos niñas gemelas salen a recibirnos. ¿A quién se parecen? A tu hermana Susana, le digo. Cuando sueño contigo siempre eres una niña, le digo, pero no sé si me ha oído. La azotea está llena de gente que no conozco. Se convierte en una calle empedrada. Quieren hacer se una foto de grupo junto a una fuente, pero en vez de posar se sientan junto a la ventana de un bar. El camarero se pone nervioso porque nadie le hace caso. Me toca pedir las consumiciones de todos. Le pago. El camarero lanza sobre un barril, con desprecio, las monedas que le he dado. Dice que no valen nada. Las miro, algunas tienen forma de estrella, otras parecen botones. Nadie me hace caso, decido irme. Llego a casa de mis padres, el edificio está en obras. Subo por las escaleras. Al pasar por el piso de mías veo a un hombre metiendo muebles y un colchón. No sé si avisarlas porque ya imagino la que se puede liar y estoy muy cansada. Mi hermana y su novio entran a toda prisa. Llevan sombreros y abrigos negros hasta el suelo, parece que midan dos metros cada uno. Me recuerdan al personaje de "El cebo". Mi hermana me mira sin decir nada. La agarro por las solapas, la zarandeo. ¿¡Qué ha pasado!?, le grito. Alberto ha muerto, dice mi hermana. Tu padre también, añade el novio. Las piernas se me doblan, caigo al suelo. Mi padre, también con abrigo, me saluda desde el quicio de la puerta.

agujeros

jueves, 8 marzo 2018. Estamos en la terraza de un restaurante. En el centro de las mesas, donde normalmente hay un agujero para meter las sombrillas, hay agujeros enormes por el que puede caer hasta un plato. Un camarero comienza a traernos la cena en platos cuadrados. Menos mal, pienso. Otro camarero, como si me hubiera leído la mente, se acerca para explicarnos que los agujeros no son para las sombrillas sino para meter las estufas en invierno. Sonia aprovecha y se queja de la luz. Dice que no es nada romántica, que se va y que ya volverá otro día.

maldiciones

domingo, 4 marzo 2018. Estoy en un aeropuerto. Una chica llega para recogerme. Me mira las manos. No me pregunta si le he traído algo pero sé que me lo está preguntando con la mirada. Le digo que he olvidado su regalo. Ella me acaricia la cabeza. Me dice que no importa. Cuando se da la vuelta y se aleja la oigo mal decirme.

cruces, vírgenes y berenjenas

sábado, 3 marzo 2018. Estoy en un rancho. Cruzo la carretera hacia los árboles envuelta en una manta. Un camión que pasa en ese preciso momento me cede el paso, le digo que siga con un gesto. Se hace de noche de repente. Ya en casa, le pregunto a Robert-Louis si Odile Ruiz sigue haciendo esculturas. Ahora mismo trabaja en cruces y vírgenes, está abajo, en el taller, la verás en la cena, dice. Rosamari, una niña del colegio a la que no veo hace años, me pregunta si puede cenar berenjenas. Claro, todas las que quieras, le digo. Su cara feliz de niña de ocho años.

doble monito

jueves, 1 marzo 2018. Parece una boda de postín. Hay militares con todas sus condecoraciones y reconozco a algunos políticos. Si uno se fija en los detallitos, descubre que los chaqués están algo raídos y las perlas de las señoras son falsas. Yo estoy en un rincón con una pareja a la que no conozco. Él dice que es crítico literario y me habla de un idioma que ha inventado para escribir sus críticas. Monito significa Guay y Doble significa Libro: cuando diga "Doble monito", nadie sabrá lo que estoy diciendo, dice y se ríe a carcajadas de su propia ocurrencia. En segundo plano varias señoras muy gordas pelean por unos chales de hilos plateados que están repartiendo entre los invitados. Al día siguiente aparece una foto de la boda en el periódico. Se ve a los novios brindando en el jardín rodeados de invitados. Ves, si hubieras venido saldrías en la foto justo aquí, le señalo a Oeste un hueco que hay entre los novios y Garriga Vela.
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Hemos quedado para comer con un grupo de amigos. Se supone que es la segunda noche que nos vemos. Todos hablan de lo bien que lo pasamos, de las cosas tan divertidas que conté. Yo no recuerdo haber estado en ningún sitio la noche anterior, pero al entrar en el restaurante, hasta los camareros me saludan como si me conocieran. Le digo a Alberto al oído que no recuerdo absolutamente nada, que si es una broma. Alberto dice que me enseñarán las fotos para que vea que es verdad. Me pasan un álbum pequeño con fotos, pero ni son de ninguna cena ni no salgo en ninguna.
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Estoy en casa de mi abuela. Se hace de noche de repente, comienza a llover. Mi hermana no ha vuelto. Salgo al jardín. Miro la calle arriba, abajo, nada. Sólo veo a unos individuos con mala pinta en un coche aparcado. Mantengo la puerta entornada. Veo llegar a una de mis tías, le digo que entre rápido. Llegan mis primas, las hago pasar, les digo que no enciendan las luces y no hagan ruido, que mi hermana no ha llegado y no sé dónde puede estar. Entreteneos con esto, le digo y les doy una bolsa llena de enchufes y cables para que lo ordenen. Salgo al jardín y me acerco a la cancela. Grito el nombre el mi hermana. Veo que dentro del coche se enciende una cerilla. Que fumen no es buena señal, pienso. me doy cuenta de que estoy descalza bajo la lluvia. Cuando estoy a punto de cerrar la puerta aparece mi hermana vestida de verano con una vaso tipo maceta enorme en la mano. Al verme, lo vacía en el suelo y se encoge de hombros.