alcorques y fardos de carne

domingo, 30 junio 2019. Subo por una calle. A los lados hay alcorques sin árboles. En su lugar, unas pequeñas cajas blancas con juguetes. Cuando veo la primera pienso que se le habrá caído a algún niño. Es una goma de borrar con forma de conejito (como la que encontré en la calle, pero en blanco). Al ver que en cada caja hay distintos juguetes, pero todos blancos, pienso que no puede ser casualidad. me los llevaría todos, pero me parece mal. No sé cuál elegir.
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Sobre una cama hay cuadro bloques de carne picada con forma de almohadas. Toco una con el dedo, está blanda y fría. Son fardos de carne, dice alguien. Al volverme veo que es Sheldon Cooper. Voy a ayudarte a deshacerte de ellos, dice. No entiendo nada porque no son míos. Entra en un ultramarinos y pregunta si alguien quiere unos fardos de carne. Un hombre sale de la tienda y me dice: Esto no va por buen camino.

luces de navidad en verano

miércoles, 26 junio 2019. Entro en un ascensor. Veo en el espejo que no llevo zapatos y que mis tobillos están hinchadísimos. Inmediatamente pienso en el pie hinchado de mi padre, en que quizá haya somatizado su flebitis. Absurdamente, busco un teléfono en el ascensor para decírselo a Alberto. Las puertas se abren, dan directamente a la calle. Entro en un portal con manchas de humedad en paredes y techo. En un rincón hay un teléfono negro de baquelita. Intento llamar, no tiene línea.
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Estoy en lo que parece una fiesta en una la azotea. Hay guirnaldas de luces en la barandilla. Navidad en verano, pienso. Me siento a hablar con oeste. Me cuenta con pena que la gente no se acerca a él porque resulta frío. Le toco el brazo. Estás frío. Se ríe. Le digo, hablando en serio, que quizá resulta frío porque esquiva llegar a cierta intimidad con los demás, que sólo es capaz de contar intimidades por escrito. Pero a mí me parece bien, así debe ser, le digo agarrándole las manos.

cena y desayuno

domingo, 23 junio 2019. Bajamos a la bodega de un barco donde, se supone, hay una cena. A la entrada hay unos monitores donde aparecen vídeos confusos sobre horóscopos. Se supone que a cada uno nos han asignado un horóscopo y un personaje famoso del Hollywood de los 50 y debemos adivinar cuál es nuestra mesa. Más de la mitad de los invitados se marchan, otros se sientan en cualquier sitio. Pasa el tiempo, los invitados protestan o se duermen. Les explico que hasta que no estén todos no empezará la fiesta. En mi mesa está Cary Grant, dice que tiene sed. Yo tengo delante un vaso de Duralex con sidra. Le pongo la mitad en su vaso. Lo siento, le digo avergonzada.
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Llego a los bajos de un edificio ocupado. Se supone que estoy en Brasil, que ese lugar aparecía en un anuncio y he ido hasta allí para verlo. No es para tanto, pienso. Al volver, un grupo está desayunando en una grada de cemento. Están dispuestos como si fuera la última cena. Incluso están inmóviles. Cuando paso por delante se ríen. Estábamos posando para la foto de despedida, me dice Oeste, dese el centro de la grada.

adoquines

miércoles, 19 junio 2019. Camino detrás de Daniel por una calle muy estrecha adoquinada. Dice que va a comprarse mis libros porque no le gusta leerlos en hojas sueltas. Pues tengo como veinte, le digo. Se para, se vuelve asombrado. Entonces no, dice.

cardado intacto

domingo, 16 junio 2019. Mi hermana me lleva a un edificio. Es aquí, dice y entramos en un hall enorme con una portería de madera tallada acristalada con el portero uniformado. Le pregunta quién soy. Es mi hermana, le hace una seña y él sonríe. Hay zócalos de madera y frescos en el techo. Llegamos a una de las puertas. Abre. Se supone que mi hermana y mi madre viven ahí. La puerta da directamente al dormitorio como si fuera una habitación de hotel. La cama está deshecha. Mi madre no está. No debió dejarla sola, pienso. Mi madre está dentro de la bañera con la mirada perdida. Le pongo por encima una toalla. Dice que no tiene frío a pesar de tener la piel de gallina. Mira lo que hago, dice y mete la cabeza bajo el agua. La saca, sigue completamente peinada, con su cardado intacto. Nos reímos.

autómata

sábado, 15 junio 2019. Me miro al espejo. Llevo un jersey gris perla muy bonito. Veo a mi lado un bote de pintura verde agua y comienzo a pintar el jersey. Noto como e va endureciendo a medida que se seca. Mientras me miro haciéndolo en el espejo, no comprendo por qué lo hago.

yeyé

miércoles, 12 junio 2019. Estamos viendo una vieja cinta de VHS. Tengo hora en la peluquería, digo y me levanto. En ese momento me veo en un vídeo en blanco y negro: Estoy en un escenario enorme con un grupo que toca música yeyé. Tengo una melena increíble canto y bailo como una auténtica desquiciada. Al ver ese pelazo, dudo si ir a cortármelo.

pasarela

lunes, 10 junio 2019. Estoy con mi madre en la azotea de un hotel. Vemos la azotea del hotel de al lado a menos de un metro. En la otra azotea hay muchos turistas que de repente hablan entre ellos e incluso bailan. Vemos a mi padre, no sabemos qué hace allí. Forman una conga. ¿Qué te juegas a que tu padre hace la conga? ¿Qué te juegas a que no?, respondo. Efectivamente, mi padre sube unos escalones y desaparece (parece muy triste). Unos chicos llegan con andamios y gafas de realidad virtual. ¡Vamos a jugar a la pasarela!, animan. Quieren que caminemos por una barra estrecha con las gafas puestas. Se supone que con ellas parecerá que andamos por una superficie ancha. ¡Vamos Daniel, tú siempre lo haces al menos un par de veces! Daniel se acerca sin ganas y se pone las gafas. ¡Vamos señora, que para eso se ha puesto esos calcetines tan elegantes!, dicen a mi madre. Mi madre (va sin zapatos) lleva unos calcetines negros de lunares muy gastados. Que no te embauquen, le digo. Mi madre se mira los pies. Es que yo soy muy elegante, les dice, pero no se mueve. Los demás comienzan a caminar sobre la pasarela. Van a caer como moscas, pienso.

los leones chicos

sábado, 8 junio 2019. Voy con Joan por la calle. Al llegar a "Los leones chicos" veo que han tirado todos los edificios y han hecho una plaza enorme. No hay árboles. Joan se tumba en el único banco, incluso de mete en un saco de dormir. Aquí te espero, dice. Al llegar a casa Joan duerme en la cama. Lejos de sorprenderme, me tumbo a su lado y me duermo al instante.

bolonia

miércoles, 5 junio 2019. Paseo por una ciudad desconocida. Pienso que no sé dónde estoy ni reconozco ninguna calle, y eso me gusta. Me ilusiona pensar que estoy en Bolonia. Entro en un local que parece un bar. Un grupo de chicas pasa detrás de mí y los camareros piensan que vamos juntas. Intento desligarme de ellas subiendo por una escala de grapas. En el techo hay un agujero cuadrado. Sólo me pasa la cabeza, y a duras penas. Las chicas se agolpan en la escala, les digo que bajen, que si no entran mis hombros mucho menos sus caderas.

purpurina a cámara lenta

sábado, 1 junio 2019. Entro a una peluquería por hacer tiempo. Ya que estoy allí, pido que me corten el pelo (lo llevo largo hasta la cintura). No dejo de mirar el reloj y la puerta, como si esperara a alguien. Se supone que he quedado en el parador para leer poemas. No me apetece nada ir. Imagino excusas. Un taxi para en la puerta, me despido aunque el pelo está a medio cortar. El taxista dice que puedo cambiarme de zapatos y me da unos tacones tipo años 70 muy llamativos (metálicos con purpurina), y muy feos. Mientras me los pongo me habla con un tono de voz muy dulce. La purpurina se me pega a los dedos. Todo ocurre a cámara lenta y me siento bien.