purpurina a cámara lenta

sábado, 1 junio 2019. Entro a una peluquería por hacer tiempo. Ya que estoy allí, pido que me corten el pelo (lo llevo largo hasta la cintura). No dejo de mirar el reloj y la puerta, como si esperara a alguien. Se supone que he quedado en el parador para leer poemas. No me apetece nada ir. Imagino excusas. Un taxi para en la puerta, me despido aunque el pelo está a medio cortar. El taxista dice que puedo cambiarme de zapatos y me da unos tacones tipo años 70 muy llamativos (metálicos con purpurina), y muy feos. Mientras me los pongo me habla con un tono de voz muy dulce. La purpurina se me pega a los dedos. Todo ocurre a cámara lenta y me siento bien.