las ilusas y la plaga

jueves, 29 junio 2023. Se supone que Jonás ha terminado una nueva película. Es de Ciencia Ficción y se titula Las ilusas. Dos chicas muy jóvenes (de unos 15 años) descubren un sistema de telecomunicaciones mucho mejor que Internet, que además proporciona luz y calor o frío, sin necesidad de bombillas, ventiladores ni estufas. Yo actúo en la película, hago de robot-prostituta. Para mantener ese sistema se necesita tanta mano de obra, que hay empleo para todo el mundo, así que los trabajos desagradables los realizan robots. Llegamos a una sala donde nos recibe una señora (parece una institutriz). No hay demasiado público y todos tienen la misma pinta que la señora. En vez de proyectar la película solo pone fragmentos fuera de contexto y critica tonterías, como que los peinados de las chicas no se corresponden con el año en que sucede la historia. Cuando llega a mi escena, me mira y dice: hasta a ella le han roto el culo. Jonás me mira asustado, con pena. No me dolió nada, estaba actuando, le digo apoyando la cabeza contra su pecho. La señora sigue a lo suyo. Las dos chicas protagonistas están a punto de llorar. Voy a contar hasta cinco y me voy, le digo a Jonás.
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Hemos alquilado una casa en la playa. Está sobre la arena, al borde del mar, las olas chocan contra el muro de la cocina. El salón es enorme, tiene una cocina abierta con una barra, como si antes hubiese sido un chiringuito. Hay un cuarto de baño detrás de la cocina, pero la ducha principal está directamente en una de las paredes del salón. Me estoy duchando cuando entra una señora. Oiga, ¿dónde va? Al baño, dice. Le explico que es una casa particular. la señora suelta una carcajada y entra al baño. Llega su marido y me pide disculpas. Me explica que el verano pasado usaban esta casa para cambiarse de ropa y ducharse. Le digo que si quiere usar el baño, puede hacerlo, pero que la próxima vez llamen antes. El hombre parece comprensivo, pero su mujer sale dando gritos, protestando, alentando a la gente que está en la playa para que se metan en la casa. Una chica me amenaza pasando el pulgar por su cuello. Otros arrancan cosas de las paredes porque dicen que detrás hay nichos. Efectivamente, arrancan ladrillos y aparecen unos cuantos. les ponen flores. Hasta entra una familia en el salón sin bajarse siquiera de su Jeep. Avisa a quien te alquiló la casa, le digo a Alberto lo están destrozado todo. El marido de la primera señora que entró me mira con pena. ¿Recuerda usted aquella sevillana de Sr. Chinarro? Y los dos cantamos La Plaga, mientras el resto de bañistas lo destroza todo.

patas de elefantes

sábado, 24 junio 2023. Le pregunto algo a Alberto. Me responde una palabra que no entiendo (muy flojito). Se enfada porque no la he entendido. Le digo (muy enfadada) que pare, que quiero bajarme. Como no para el coche, intento bajarme en marcha.
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Mi prima está ordenando unas cuentas de collar sobre una bandeja. La bandeja tiene agua. El agua forma un charco enorme bajo la butaca. Pongo papel de cocina, pero no sirve de nada. Qué suerte ha tenido tu hermana, ¿verdad?, dice. Me cuenta que le ha tocado la lotería y ha comprado un billete para irse a vivir a Noruega. Mi hermana al oírlo se va a la cocina. Salgo a la terraza, Alberto está recogiendo ropa de las cuerdas, le ayudo. Le cuento lo que sé. Dice que no se lo diga a mis padres para que no sufran. Cuando entro, mi prima me hace señas como diciendo: tu hermana me ha echado una bronca. Se van al cine. Le digo por señas a mi prima que hable con mi hermana, que la haga entrar en razón.
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Estamos en un bar. Busco el servicio. Llego aun sótano y al abrir la puerta me lo impide una bañera con cortinas de encaje. El váter está justo delante de una ventana (me pueden ver desde fuera). Detrás de la bañera hay una cama cuadrada y un escritorio con un ordenador encendido. Oigo ruidos, miro al techo. El techo es translúcido. Se ven ramas, horas y las patas de varios elefantes. Temo que el techo ceda y los elefantes me caigan encima.

piscina

jueves, 22 junio 2023. Unas chicas me invitan a una fiesta. Cuando llegamos, todavía no hay nadie. En la entrada hay disfraces, sombreros y boas de plumas. Me pregunto si será nochevieja y no me he enterado. La casa está llena de agua, nos llega hasta las caderas. Es agua es transparente, puede verse el suelo. No me avisaron de esto, solo me dijeron que igual había culebras, le digo a Alberto. Me señala una muy pequeña que, al notar nuestra presencia, se esconde detrás del rodapié.

espejismo, papelería y sofá

miércoles, 21 junio 2023. Estamos poniendo la mesa en casa de mi abuela. Se celebra algo porque todo el mundo trabaja sin parar llevando cosas al comedor. Lo miro todo con asombro porque mi abuela está muerta y derribaron la casa para hacer un bloque. Espabila, me dicen, pero no reacciono porque creo que es un espejismo que se desvanecerá en unos minutos y quiero disfrutarlo.
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Estoy en una papelería muy antigua. Cojo un lápiz con dibujos de futbolistas y tablas de multiplicar de una estantería. Le digo al tipo que hay detrás del mostrador, que quiero dos como ese. No hay más, dice. Le pido también unas estampas antiguas con la bandera del Málaga. Son regalos para Alberto. A la hora de pagar no encuentro la tarjeta. Alberto llega y dice que pagará él. Pienso que me ha fastidiado la sorpresa.
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Sala larga y estrecha con moqueta. Hay un sofá con el respaldo muy alto que sirve de separador entre la zona de estar y la de ordenadores. Me asomo desde el sofá al otro lado. Begoña está llorando. Le pregunto qué le pasa. Dice que no consigue escribir, que no tiene tiempo ni ganas, ni le gusta lo que escribe. Otra chica y yo la animamos.

robo, baile, piel de cuero y heces

lunes, 19 junio 2023. Estamos en un bar. Una pareja entra, discretamente, con una pistola. Se van a acercando a cada mesa pidiéndole dinero y joyas. El resto no se da cuenta. me quito la cadena que llevo al cuello y la dejo caer por mi escote. También un anillo y lo meto en el bolsillo del vaquero. Los pendientes me dan igual. Pienso que cuando lleguen a mí y vean mi móvil Alcatel les daré pena y no se lo llevarán. Como tardan tanto en robar mesa por mesa, me levanto muy despacio como si fuera al servicio y salgo del bar.
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Alberto y yo llegamos a una explanada. Alguien nos dice que ya era hora. No sé de qué habla. Nos dice que empecemos ya, que el público está esperando. Se supone que tenemos que bailar. Le digo a Alberto que me siga, que bailaremos cualquier cosa, como aquella vez que bailé con Cantos en la boda de Emilio.
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Alberto y yo estamos en la terraza de un bar. A la hora de irnos, canto la canción de Porky (Lástima que terminó el festival de hoy...). La chica que nos atendió se queja de que va por ella, que le estamos llamado cerda. Tengo que darle explicaciones. Bajamos una calle desierta. De repente se ha hecho de noche. Por aquí vive marcos, digo, y llamo a cada puerta por la que pasamos. Al llegar a una especie de puerta enorme de madera, como de garaje, digo entusiasmada: ¡Esta sí es! Llamo. Acabo de dar con los nudillos y pienso que no es, que voy a sacar de la cama a alguien. Preparo una frase seria, algo así como que venía a entregar un documento muy urgente, pero me he equivocado de puerta. En estas abre Marcos. Está completamente desnudo y muy moreno (su piel parece de cuero). Sale a la acera, se pone a charlar tranquilamente. Me pongo delante de él para que no lo vean unos tipos que se han sentado en unos escalones frente a nosotros. Dice que está desnudo porque es el Día del Libro y es su manera de celebrarlo.
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Vuelo sobre un mar cristalino. Llego a una zona donde aparecen bancos de peces. Cuando me acerco, veo que no son montones de heces flotando. He llegado al mar de los mentirosos, pienso.

metacrilato

domingo, 18 junio 2023. Estoy en un loft decorado en blanco. Hay gente trabajando por todas partes. Se supone que trabajan para mí, que tengo una productora o algo parecido. Unas chicas preparan un decorado, les doy unas instrucciones, asienten y siguen a lo suyo. Sardá está sentado sobre la enorme alfombra blanca que hay en el centro. Me siento a su lado y le cuento que un día, al hacer la cama, puse al hipopótamo rojo tumbado sobre el cojín y al mirarlo de nuevo estaba de pie. Le digo entusiasmada que grité en alto: ¡Lo sabía! Le digo que ya sé que no, pero que me gusta pensar que las cosas tienen "alma". Sardá se levanta, dic que tiene mucha prisa y se va. Lo veo bajar las escaleras (también son blancas con barandilla de metacrilato) y llegar a la acera. Allí se tumba, trata de esconderse, y cuando cree que me he ido vuelve a subir. Llama a la puerta, le abro. Como me he quitado los zapatos y puesto una falda, no me reconoce. Hola, qué pesada es tu jefa, me dice y se vuelve a sentar en la alfombra.

escenas

lunes, 12 junio 2023. Bajo calle Granada (la calle es mucho más ancha y luminosa que en la realidad). Voy detrás de unas extranjeras que charlan animadamente. Intento adelantarlas pero me miran mal. Cuando al fin puedo adelantarlas, veo a Javi y Jurdi dentro de una especie de caja con ruedas bajando la calle a toda velocidad. Ríen a carcajadas. Los saludo y sigo mi camino.
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Se supone que Juan Cruz me ha hecho una entrevista y me la enseña en el ordenador para ver cómo ha quedado. Yo no llevo camiseta ni sujetador. No sé cómo él no se da cuenta ni durante la entrevista ni ahora que la revisamos. Mientras la veo, pienso que me da igual aparecer desnuda, que ya no me importa nada.

monedas

domingo, 11 junio 2023. Estoy en lo más alto de una grada de obra. Hay gente sentada a la espera de algo, pero no sé de qué. Llega Chivite y se sienta a mi lado. Me da un paquete envuelto que abro con auténtica ilusión. Son regalos de despedida (no recuerdo qué).
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Chivite está sentado junto a un velador. Hay una lamparita que da una luz íntima. No sé si atardece o está amaneciendo. Alguien llega, le dice algo y Chivite se deja caer desmadejado al suelo como respuesta. Lo veo todo como en una película. Lamento no estar allí, ahí, con él.
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Hay un montículo de tierra. Al comenzar a subirlo veo unos botones de nácar. Me los llevaré de recuerdo, pienso. Al cogerlos se convierten en monedas. Cuantas más cojo, más aparecen. Lo que al principio era calderilla, ahora son monedas grandes del tamaño de un posavasos. Ya no me caben más en los bolsillos. Llevo un puñado entre las manos. Se las enseño a Alberto. Las mira sin interés.
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Se supone que estamos en Vitoria. Hay un jardín rodeado de un parterre muy cuidado, con flores de varios colores y un seto de un verde vigoroso. Alberto lo cruza pisando las flores. Doy un rodeo para entrar. Alberto se ha sentado en un banco para ver el atardecer. Me siento a su lado. Llegan dos chicas y se sientan junto a Alberto. Estamos muy apretujados. Una de las chicas saca un libro dice que tiene un examen de inglés al día siguiente. Le digo a Alberto que la ayude y así se irán antes. La chica comienza a decir palabras en inglés sin sentido. No pronuncia bien ni sabe hacer frases simples.

bizcocho, perros resabiados y taxi futurista

martes, 6 junio 2023. Mi madre dice que mi hermana ha desaparecido. Entro en su cuarto. Todo está manga por hombro. Sobre la cama hay un agenda. Le digo a mi tía que seguro que su exmarido sabe dónde está, que habría que llamarlo. Mi madre y mi tía se van a la cocina. Las sigo. Ordenan cosas como si nada. Sobre la encimera hay una fuente de horno. ¡Había bizcocho y no me habéis dicho nada!, les digo.
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Estamos en la acera como si estuviéramos esperando que pasara una cabalgata. Llegan unos jipis haciendo malabares. Llevan dos perros con patines en las patas traseras y monopatines muy pequeños en las delanteras. Los perros llevan gorra y gafas de sol. Asombroso, pienso. Busco en los bolsillos para darles alguna moneda, pero continúan su camino como si nada. Uno de los perros vuelve y se para delante de mí. Me hace la peineta con una de las patas y se va.
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Alberto y yo entramos en un taxi. Es enorme. No vemos al conductor porque está separado por una mampara. Me gustaba más cuando podía hablar con el taxista, le digo a Alberto, además, ¿cómo sabe dónde vamos y cómo vamos a pagarle? En ese momento entra una azafata regordeta. Nos pasa una especie de detector de metales (se supone que así sabe dónde vamos y ya nos ha cobrado el trayecto). En el taxi entran varias personas más, entre ellas una señora enorme que se echa sobre mí y no me deja respirar. Me gustaba más el mundo de antes, le digo a Alberto.

cipreses y sellos arrugados

lunes, 5 junio 2023. He quedado con Francis después de mucho tiempo. Nos abrazamos. ¿Has crecido?, le pregunto. Él se tumba y señala el césped. Tú eres así, dice. Le doy un beso y entramos en un centro comercial (se parece al que fue mi colegio). Hablamos de tonterías, nos reímos, le digo que tengo que comprar sellos. Aparecen su mujer y sus hijos. Nos sentamos en una habitación con barra de bar de madera. Ella saca un papel muy largo con una lista de cosas que quiere que hagamos. Quiere que vayamos a comer a su casa. Mientras habla, sus hijos comen compulsivamente caramelos y tiran los envoltorios al suelo (me extraña porque son extremadamente educados). Su hija toca una tecla de un piano y suena una alarma. ¡Ahora vendrá el camarero!, le dice su hermano. Elisa se echa a llorar y Víctor recoge los apeles del suelo. Vamos a comer juntos, insiste Cocó. No puedo, le digo. No quiero, corrijo. Francis me mira sorprendido, se alegra de que diga lo que en realidad siento. Me levanto y salgo del colegio. Me siento tan satisfecha que intento saltar al vacío, pero cuando estoy en el aire pienso que voy a matarme y camino en el aire hacia atrás. De nuevo, intento caminar sobre unos cipreses, pero los pies se me hunden. También desisto. Me siento muy triste porque quería pasar el día con Francis. Llego a una plaza enorme con mucho tráfico. Cuando voy a cruzar Francis me abraza desde atrás. Tengo algo que proponerte, le digo.
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Estoy en la terraza de un bar. Hay mesas altas sin taburete. Javi va y viene del centro de la calle a la mesa. Cumpián ha dicho que vendría, dice. No sé de qué conoce a Cumpián ni por qué está tan nervioso. Se hace de noche y tengo que echar una carta. Me voy sin que se den cuenta. Llego a un edificio de Correos muy destartalado. Subo por una escala metálica y, cuando estoy arriba, empieza a alejarse del suelo como si fuera una nave espacial. Aparece un chico, me dice que esa es su casa, pero que puedo quedarme a cenar. Cada cosa de la casa (mesa, tazas, cubiertos) tiene un cartelito con un precio. ¿Lo vendes todo?, pregunto. El chico lava una lechuga sin decir nada. ¿Qué vas a tomar?, pregunta. Nada, solo vine a comprar sellos, le digo extendiendo la mano y enseñándole unos sellos arrugados.

luces de navidad en agosto

viernes, 2 junio 2023. Casa enorme muy desordenada con mucha gente que no conozco. Por el calor y la ropa que llevamos parece que estemos en verano, de vacaciones , pero todos se afanan en buscar unas guirnaldas de luces de navidad. Hay guirnaldas por todas partes, detrás de cojines, en cajas, en cajones y por los rincones. Yo voy señalando y hasta dándoselas en mano, pero nadie me presta atención.
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Voy con un grupo. Todos llevan prisa, corren por entrar los primeros en un bus de aeropuerto, de los que llevan del avión a la puerta. Un señor mayor (el mismo al que ayudé ayer en el cercanías con las maletas) arrastra dos maletas enormes. Le ayudo. Dice que ni siquiera son suyas, que son de una chica que ha salido corriendo hacia el bus para entrar la primera.