cipreses y sellos arrugados

lunes, 5 junio 2023. He quedado con Francis después de mucho tiempo. Nos abrazamos. ¿Has crecido?, le pregunto. Él se tumba y señala el césped. Tú eres así, dice. Le doy un beso y entramos en un centro comercial (se parece al que fue mi colegio). Hablamos de tonterías, nos reímos, le digo que tengo que comprar sellos. Aparecen su mujer y sus hijos. Nos sentamos en una habitación con barra de bar de madera. Ella saca un papel muy largo con una lista de cosas que quiere que hagamos. Quiere que vayamos a comer a su casa. Mientras habla, sus hijos comen compulsivamente caramelos y tiran los envoltorios al suelo (me extraña porque son extremadamente educados). Su hija toca una tecla de un piano y suena una alarma. ¡Ahora vendrá el camarero!, le dice su hermano. Elisa se echa a llorar y Víctor recoge los apeles del suelo. Vamos a comer juntos, insiste Cocó. No puedo, le digo. No quiero, corrijo. Francis me mira sorprendido, se alegra de que diga lo que en realidad siento. Me levanto y salgo del colegio. Me siento tan satisfecha que intento saltar al vacío, pero cuando estoy en el aire pienso que voy a matarme y camino en el aire hacia atrás. De nuevo, intento caminar sobre unos cipreses, pero los pies se me hunden. También desisto. Me siento muy triste porque quería pasar el día con Francis. Llego a una plaza enorme con mucho tráfico. Cuando voy a cruzar Francis me abraza desde atrás. Tengo algo que proponerte, le digo.
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Estoy en la terraza de un bar. Hay mesas altas sin taburete. Javi va y viene del centro de la calle a la mesa. Cumpián ha dicho que vendría, dice. No sé de qué conoce a Cumpián ni por qué está tan nervioso. Se hace de noche y tengo que echar una carta. Me voy sin que se den cuenta. Llego a un edificio de Correos muy destartalado. Subo por una escala metálica y, cuando estoy arriba, empieza a alejarse del suelo como si fuera una nave espacial. Aparece un chico, me dice que esa es su casa, pero que puedo quedarme a cenar. Cada cosa de la casa (mesa, tazas, cubiertos) tiene un cartelito con un precio. ¿Lo vendes todo?, pregunto. El chico lava una lechuga sin decir nada. ¿Qué vas a tomar?, pregunta. Nada, solo vine a comprar sellos, le digo extendiendo la mano y enseñándole unos sellos arrugados.

luces de navidad en agosto

viernes, 2 junio 2023. Casa enorme muy desordenada con mucha gente que no conozco. Por el calor y la ropa que llevamos parece que estemos en verano, de vacaciones , pero todos se afanan en buscar unas guirnaldas de luces de navidad. Hay guirnaldas por todas partes, detrás de cojines, en cajas, en cajones y por los rincones. Yo voy señalando y hasta dándoselas en mano, pero nadie me presta atención.
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Voy con un grupo. Todos llevan prisa, corren por entrar los primeros en un bus de aeropuerto, de los que llevan del avión a la puerta. Un señor mayor (el mismo al que ayudé ayer en el cercanías con las maletas) arrastra dos maletas enormes. Le ayudo. Dice que ni siquiera son suyas, que son de una chica que ha salido corriendo hacia el bus para entrar la primera.

corona de algas

lunes, 29 mayo 2023. Antonio y yo estamos en unos grandes almacenes muy desordenados. Él está encantado porque dice que parece un jardín inglés. Rebusca libros viejos en cajas de cartón. Entre las páginas de un libro encuentra una tira de algas. Me las pone como si fuera una corona. Escóndelas de nuevo en el libro y nos la llevamos, le digo.

agua de coco

jueves, 25 mayo 2023. Estoy poniendo mesa para seis, pero no encuentro cómo colocar a los comensales sin que les toque una pata delante. Salgo de la habitación que de repente empieza a moverse como si fuera el vagón de un tren. Corro en paralelo para volver a entrar. Por una parte me gusta la sensación de correr. Por otra, siento una tristeza enorme (no sé el porqué). Llego a lo que parece el comedor de un colegio convertido en restaurante. Estoy cansada y me siento en la primera mesa que veo, con una familia. El niño pelea con su abuelo porque uno dice que está salada y el otro dulce. El niño le da a probar la sopa al abuelo y después, con la misma cuchara, me da probar a mí. La sopa sabe a agua de coco.

espárragos

miércoles, 24 mayo 2023. Dos chicas me abordan por la calle. Dicen que tienen que hacer un trabajo sobre mis libros y que si pueden venir a casa sin que se entere su profesora (les ha advertido que no me molesten). Le digo que vengan, de momento, a una charla que voy a dar. Entramos en una especie de sótano amueblado como un comedor años 50. Sobre la mesa hay un ramo de flores enorme, pero al acercarme veo que es un manojo de espárragos. Los necesitaré para la charla, les digo y me los echo al brazo (pesan mucho). Bajamos a otro sótano con el suelo de gomaespuma. Cuesta mucho trabajo andar sobre él. Ya hay gente esperando. Alguien me da un plano de una ciudad. Al desplegarlo es tan grande como una sábana. Alguien ha escrito una dedicatoria en una esquina. Vaya, querían dedicármelo y han borrado el trazado de las calles, digo. Unos chicos en primera fila, aplauden, patalean y ríen a carcajadas como si yo hubiera contado el mejor de los chistes.

manta, pin y bodegón barroco

lunes, 22 mayo 2023. Llego a casa de mi abuela. En ese momento recuerdo que tenía que llevarles una manta. Mi abuela me dice entusiasmada que ya ha cambiado los muebles del dormitorio de sitio. No me atrevo a decirle que la he olvidado. Mientras me habla, pienso en si podría con ella o pesará mucho.
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Llego a un recinto donde, sobre el césped, han colado butacas blancas de plástico. Están tan ordenadas que al pasar entre ellas temo descolocarlas. Me siento junto a Alberto. Bajo una tarima, veo un pin del Málaga CF. Me meto entre las patas para cogerlo. Le falta el broche. Pienso que después se lo regalaré a Alberto y se pondrá contentísimo. Nada más volver a mi asiento, veo el broche brillar a lo lejos. Antes de que llegue una limpiadora (que está pasando una escoba por la hierba), vuelvo a meterme entre las patas y lo cojo. En ese momento aparece un chico extranjero con mochila, bufanda y gorro (se parece a Wally), mirando al suelo. Le pregunto si busca un pin. Asiente. Se lo doy (el pin ha cambiado y ahora es propaganda de un refresco). Me da la gracias e intenta entablar conversación. Me doy la vuelta y corro a mi asiento.
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Javi nos enseña su casa. Su casa es una azotea en dos plantas. Todo está muy desordenado. Incluso tiene aparcado el coche junto a la cama y junto a la cama una mesa de madera tosca llena de restos de comida y envases vacíos. En la azotea superior hay frigoríficos con las puertas de cristal y varios dispensadores de patatas fritas, helados y chocolatinas. Hay jamones colgados de la pared, grandes garrafas de aceite y agua mineral. Dentro del coche hay bolsas de supermercado con compra y cebollas sueltas. Me extraña mucho todo porque Javi es muy, pero que muy, ordenado. Pienso que quizá esté pasando por una depresión y no quiere decir nada para no preocuparme. Sin decir nada, recojo las cebollas del suelo del coche y las meto en un cesto. Javi me dice que no me preocupe, que le gusta su casa en modo bodegón barroco. Todavía le falta un poco, dice, pero pronto podremos hacer una fiesta.

baltasar

sábado, 20 mayo 2023. Estoy sentada al sol en la que era la casa de la panadera de mi abuela. Unos actores hacen varios papeles a la vez delante de mí, por parejas, en la acera. Solo reconozco a Mariano Alameda (no lo veía desde que hacía una serie en televisión). Lo veo tan cansado y mayor que le ofrezco mi silla de playa. El chico que actúa con él se ofrece a acompañarme. Le doy las gracias y le digo que mi abuela vive solo unos metros más abajo. Al llegar al garaje, veo a alguien sentado en el suelo y pienso que es un indigente, pero al mirar dos veces reconozco a mi sobrino Abel. ¿Qué haces ahí? Unas manos salen desde detrás de la puerta y lo agarran. Pienso que van a secuestrarlo o algo así. El tipo que lo coge está disfrazado de Baltasar, con su turbante, su capa y sus joyas. Llévalo con su madre, dice, los niños no deben estar solos en la calle. Entramos a casa de mi abuela. Mi tía Paqui (abuela de Abel, y que murió unos años antes de que él naciera), pone fuentes llenas de comida en la mesa del comedor como si fuera una celebración. Le digo a mi tía que Abel es su nieto, pero no se sorprende. Es tu abuela, le digo a Abel. El niño la mira y le dice: Me parece que padezco colon irritable.

macarras

jueves, 18 mayo 2023. Alberto va en bici detrás de un camión frigorífico. Detrás de Alberto van dos macarras en moto. Lo azuzan, le dicen que corra más, que adelante. Y voy en coche, en paralelo, vigilando que no le pase nada. Los macarras lo empujan y la bici sube por la pared trasera del camión, baja por el lateral y Alberto cae de cabeza. Corro hacia él entre los coches. Los macarrats lo zarandean para reanimarlo. Les grito que no lo muevan. Como no reacciona, le aplastan la cabeza con los pedazos rotos de la bici. Sigo gritando. Cuando por fin llego, de Alberto solo queda un cuadradito de tela. Lo guardo. Agarro por el pelo a los macarras y les destrozo la cabeza en el asfalto.
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Javi llega con un grupo de estudiantes. Se supone que son sus alumnos. Les ha mandado leer libros cuyo tema sea la vejez y cómo nos afecta el paso del tiempo. Una chica lleva la biografía de Matusalén. Antes de despedirme, porque ya entran a clase, le digo: cuando te escribo y pongo "holamigo", tienes que leerlo muy rápido y con voz de pito. Vale, pero no me pongas nunca "qué hay de nuevo, viejo", dice.

grosella

miércoles, 17 mayo 2023. Mi madre dice que quiere una barra de labios color grosella. Me extraña porque siempre le gustaron color naranja. Todas las barras que voy probándome para dar con una que le guste, no pintan.
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Elisa y Andrés está mirando sus móviles, cada uno a lo suyo. Les pregunto si suelen hablar entre ellos por teléfono. Sin levantar la vista, me dicen que hablan cada noche unos quince minutos. Pienso que yo hablo con Alberto dos minutos y diez segundos. Lloro.

espejo

martes, 16 mayo 2023. He quedado en un bar y llego tarde. Intento atajar por una calle muy oscura. A lo lejos veo a un grupo de conocidos con quienes no quiero encontrarme. Vuelvo sobre mis pasos. Miro en el móvil dónde está el bar, pero el móvil no funciona (como suele sucederme en los sueños). Llego a una zona de puestos callejeros. Me miro en un espejo (parece hecho de papel de aluminio). Estoy horrible, pienso. Saco del bolso una barra de labios (que nunca había visto) y me pinto. La barra es rosa y me queda muy mal. Pienso que no puedo presentarme así. Como el móvil no funciona tampoco puedo avisar de que no iré. Camino muy triste por una calle de tiendas cerradas. En la entrada de una perfumería han dejado varias cajas con lápices de ojos, barras de labios y medallitas. Pienso en coger algo, pero todo está usado y las medallitas con vírgenes no me interesan. Me siento en el suelo. No sé qué hacer ni dónde ir.

genética

lunes, 15 mayo 2023. Estoy ordenando la cocina de mi madre. Aparecen mis tías. Dicen que tengo el pelo muy mal, que ya es hora de teñirlo. Mi tía M saca una afeitadora y hace la broma de pasármela por la cabeza. Le digo que tenga cuidado. Se abalanza sobre mí y me corta la mitad del pelo del lado derecho. (Me despierto gritando y llorando).
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Entro con dos amigos (no estoy segura de si son Masip y Javi) en una cafetería. Llevo una carpeta enorme (se supone que hemos ido a un congreso o algo así). Para llegar a una mesa libre tenemos que pasar entre otras mesas apiñadas. Voy pidiendo disculpas a todo el mundo como cuando tienes que entrar en tu butaca del cine molestando a los demás. Masip y Javi piden cerveza (me extraña porque es la hora del desayuno, pero no digo nada). Pido un descafeinado y un croissant. La chica dice que o tienen nada para comer porque el camión no ha llegado. Detrás de la barra veo pan de molde, galletas rizadas (normales e integrales), bizcochos y una bolsa de croissantes). Cualquier cosa pequeña me vale, le digo. Me tiende el periódico. Dice que visitemos la iglesia, que ha nevado y está preciosa.
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Llegamos a lo que parece una plaza de toros convertida en estación. A las puertas nos esperan Mi suegra, mi cuñada y mi sobrina en un carrito de golf. Comen cucuruchos de helado aunque van muy abrigadas. Me preguntan por mi hermana. Les digo que un camión le aplastó el pie. ¿Solo el pie?, preguntan. Eso mismo preguntó Alberto. ¿En qué postura estaba?, preguntan y se tumban en el suelo con un pie estirado. Esa misma postura puso Alberto cuando se lo conté. Las miro. Lo que es la genética, pienso.

cerco y bonobús

sábado, 13 mayo 2023. Leo un manuscrito de Chivite que me ha llegado en un sobre. En el sobre no pone la dirección, solo Isabel y lo que parece el cerco de un vaso. No comprendo como el cartero ha sabido que era para mí. La primera página parece una carta, pero también parece una dedicatoria. Está escrita a máquina y corregida a mano, con tachones. En ella explica por qué me dedica el libro y me llama Bellyn.
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Salimos de una casa enorme en un barrio residencial, donde se supone hemos asistido a una fiesta. Alberto camina muy rápido, tanto que desaparece. Yo cargo una bolsa enorme de deporte. Al llegar a la Plaza de la Merced veo a Cristina hablando con un tipo y varias señoras. me hace un gesto de "no digas nada y pasa de largo". Al parecer le están dando una mala noticia. Mientras camino como si no la conociera, pienso en Ona, su hija, y me río sola acordándome de que le llama Loca (supongo que por el pelo rizado). En mitad de la acera han colocado unos troncos verticales. Como estoy muy delgada paso entre ellos sin problema. La bolsa de deporte me cuesta pasarla. Al llegar a la calle de mi abuela y corro para tomar el autobús en calle Cristo. Nada, viene lleno, dice alguien. Es la perspectiva, pienso. Nadie sube, solo yo. Va casi vacío. Junto a la puerta trasera hay una cobradora, como antiguamente (solo que va tumbada en vez de sentada). Me quita el bonobús, no quiere devolvérmelo, se ríe, hace bromas con las demás pasajeras (todas mujeres). No sé qué hago allí ni dónde voy. Quiero salir de allí.

copas y pantalones de hombre

miércoles, 10 mayo 2023. Vamos en un vagón de madera desvencijado. Llevamos mucho equipaje y los esquíes de madera del abuelo de Alberto. Bajamos en una estación también desvencijada. Nos sentamos en el bar del andén. Un camarero muy viejo dice (como si nos conociera): ¿Cortado, agua con gas y un vino blanco? Alberto responde que solo agua con gas y una tónica Bliss. Me extraña que conozca esa marca. Una familia, que también ha bajado del tren, pasa por delante de nuestra mesa. Le digo al padre que la copa que lleva es muy bonita. Dice que la venden en todas las tiendas del pueblo. El camarero se sienta con nosotros y explica que esas copas son antiguas, que eran en las que servían helado en los trenes de hace un siglo. El tipo deja la copa sobre la mesa como si le quemara. El camarero me guiña y dice que me la quede.
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Estoy con mi madre en lo que parece una pensión muy sucia y desordenada. Hay un montón de ropa sobre la cama como si alguien hubiese volcado una maleta. Tita E está a punto de llegar, dice mi madre y corre a abrir la puerta. Se abrazan como si fuesen niñas. Le pregunto qué tal el viaje. Mi tía dice que no encuentra pantalones de su talla, que tendrá que comprar unos de hombre.

sucio

lunes, 8 mayo 2023. Alberto está con una chica en un sofá muy cutre. La chica me da un trabajo que dice ha hecho y quiere que se lo corrija. Los folios están desordenados metidos en un plástico sucio. Meda asco tocarlos. Mientras les echo un ojo, ellos se manosean en el sofá.

tomate

sábado, 6 mayo 2023. Itziar y yo colocamos delicadamente rodajas de tomate muy finas sobre la barandilla de la escalera que lleva al piso de mi casa.

gunter

viernes, 5 mayo 2023. Habitación con butacas como si fuera un cine. Yo estoy en la última fila, justo en el rincón. Alberto me llama desde la puerta. Para llegar hasta él tengo que molestar a toda la fila. En la habitación de al lado hay un concurso de baile. Alberto tira de mí para que participemos. Le digo que no y me quedo mirando cómo bailan desde el quicio de la puerta. El juez se pasea entre las parejas, se para y me mira fijamente (se parece a Gunter de Friends), con gesto de "deberías participar". Una chica se me acerca, me da conversación, se presenta, se llama Tranquila. Hago que lo repita creyendo que no he oído bien. No sabía que Tranquila fuese un nombre. Levanta las cejas y se ríe como si estuviese acostumbrada a que se lo diga. Dice que los demás están abajo, en el bar y que ella va a pedir un rosadito chispeante. Me fijo en que lleva un pañuelo de flores en la cabeza y gafas de sol. Parece un dibujo animado. Al ir a coger mi bolso, no está. Me han robado el bolso, le digo. Los de la última fila buscan y rebusca. Nada. La chica desaparece. Me ofrecen un teléfono para llamar al banco y cancelar la tarjeta. Lo que más me preocupa es la táblet porque podrán entrar en mis correo. Gunter señala el pomo de la puerta. Alguien ha colgado allí el bolso. Todos se miran. ¿Pensáis que ha sido Tranquila? Primero te lo robó y, como le caíste bien, lo ha devuelto, dicen. Bajo al bar. Alberto está con ella, su novio y Francis. Les cuento la historia del bolso (sin nombrarla), pero se ponen a hablar muy alto de sus cosas. Solo Francis me escucha. Me abrazo a él mientras caminamos.
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Llego a casa de mis padres. El ascensor no funciona. Subo andando. En ese momento salen mis tías. Mi tía E llora y corre escaleras abajo (qué ágil está, pienso). Le digo que no llore, que no se vaya, que suba. Sube y la abrazo.

las verduras del odio

martes, 2 mayo 2023. Estoy en un patio que parece andaluz. A unos metros está Picasso charlando amigablemente con Carmen Sevilla. Muy cerca, Jaqueline acuna a un bebé a la vez que limpia verduras. Las va echando en un barreño con violencia. Picasso le agarra un pecho a Carmen Sevilla. Ella se lleva las manos a la cabeza, se escandaliza teatralmente (parece una película muda). Jaqueline no dice nada, sigue a lo suyo mientras los mira con cara de odio. Al salir de la casa me cruzo con un tipo que mira unos cuadros que hay apilados en la escalinata. Si quieres ver cuadros de verdad, entra, en el cuarto de baño hay uno de El Bosco y en la cocina un Picasso, le digo. El tipo se escandaliza con los mismos gestos que Carmen Sevilla.

amenaza

lunes, 1 mayo 2023. Paso por la puerta de un centro comercial. Parece que varias personas pelean o juegan, no estoy segura. Una de ellas me amenaza con algo y me da un papel. Dice que debo leerlo a alguien por teléfono. Me lleva a una cabina telefónica y marca un número. Al ir a leer, veo que el texto está escrito de abajo a arriba, de derecha a izquierda y al revés (como si lo viera en un espejo). Lo leo lo mejor que puedo pero ni con esas me sale bien. La persona que me apuntaba con algo baja el brazo. No tiene sentido, dice en tono muy triste, baja el brazo y se aleja.

cuarzo

sábado, 29 abril 2023. Estoy en una especie de mina que hay junto a una pequeña playa. Sobre un pareo extendido en la arena alguien ha dejado un trozo de cuarzo del tamaño de un ladrillo y otra piedra rojiza. Paso varias veces por si me encuentro al dueño. De repente, no sé cómo, estoy sentada en una piedra muy alta. Allá abajo veo a Alberto con dos personas. Noto que resbalo, la piedra es plana y no puedo agarrarme. Les grito que se pongan debajo con algo porque voy a caer al vacío, pero no me oyen. 

quien paga descansa

viernes, 28 abril 2023. Parece una fiesta en una casa particular donde han apilado los muebles en el jardín. Hablo con Olga. Hay mucho ruido. Aquí no sé puede hablar con tranquilidad, dice Olga y se va. Se escabulle entre la gente. Como no me ha dejado pagar, la persigo sin que se dé cuenta. Justo antes de que salga consigo colarle un billete en el bolso. Me vuelvo tranquila a la fiesta.

veneno de abeja

jueves, 27 abril 2023. He comprado una crema de veneno de abeja. Cuando llego a casa veo que está vacía. Miro el ticket. Me han cobrado setecientos euros. Vuelvo al supermercado. Alberto dice que no la cambie, que pida que me devuelvan el dinero por haberme engañado. La chica dice que no me puede hacer nada, ni dinero ni otra crema. Te doy esto, dice y me pone delante dos platos de postre y tres vasos de cristal azul celeste.

desorden y marioneta

martes, 25 abril 2023. La casa de mis padres está completamente desordenada. Es de madrugada y todos siguen levantados de un lado para otro. Mi padre y un par de hombres más (no sé quiénes son) dicen que prefieren dormir en el cuarto de mi hermana. Le digo a mi hermana que duerma con mi madre. Ninguna de las dos quiere acostarse. Tengo que arrastrarlas como si fueran saco hasta el dormitorio. Intento llamar a alguien por teléfono, pero es un teléfono tipo góndola negro y no funciona.
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Estoy en una habitación muy desordenada de una casa muy destartalada. Mi tía M dice que ya que vamos a Cádiz visite a la familia (comienza a decir sin parar las direcciones). Le grito que deje de hablar, que no voy a ir, que no soy familiar. Al salir de la habitación llegamos a una entreplanta sin paredes (como la que había en casa de Nuria Arán, donde estaba el balancín enorme de madera que hizo su padre). En la entreplanta hay un rectángulo marrón en el suelo con varios rodillos (se supone que es un cubo de fregar antiguo). En vez de fregona hay una palo con un trapo adosado. Le enseño a Alberto cómo se usa. Mi tía llega y dice que os vayamos ya, que ella se encargará de fregar y hacer las camas (mi tía no es mi tía, es igual a la guardesa rubia de la película Nivel 16). Entramos en el coche con una pareja y otra chica. Pregunto (por compromiso) si alguien quiere sentarse delante, y una de las chicas corre a sentarse. Pasamos por delante de la catedral. Hay gente esperando que pase una maratón con camisetas que ponen "Corramos en familia". Los niños llevan globos que son las cabezas de Heidi y Pedro. ¡Quiero un globo!, grito por la ventanilla.
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Estoy en una terraza baja, casi al borde de la acera. Una chica con los labios pintados de rojo, al pasar, me lanza un beso. Yo le lanzo otro. De repente estamos en esa misma terraza con Andrés y Elisa. La chica me reprocha que no le devolví el beso. Le digo que se lo devolví, pero ella no lo vio porque siguió caminando. No me cree. Le reprocho que muchas veces he intentado besarla y ella me ha quitado la cara. Se pone roja, dice que no hablemos de esas cosas delante de nadie. ¡Nos conocen de toda la vida, no tengo secretos para ellos!, le grito. + Michel me enseña unas fotos muy pequeñas (tamaño sello). Dice que son de un chico que ha conocido por internet. Las fotos tienen dos caras y se mueven como si fueran fragmentos de película. Aparece el chico en su granja, con su familia (cinco hermanos o primos). Hay fotos de animales haciendo locuras, como una pirámide humana pero con cabras, ovejas y hasta una vaca. La más divertida es una en la que el chico le pone a una oveja una marioneta de oveja en la cabeza, con lo cual bala dos veces (la oveja y la marioneta). Eso me hace muchísima gracia, hasta el punto de llorar de risa. Le digo a Michel que me haga una copia de ese "sello" para mirarlo los días tristes.

el ascensor

lunes, 24 abril 2023. Mi hermana llega tarde a clase. Le doy una carpeta enorme, le pregunto si lo lleva todo. Salimos de casa, le meto las llaves en el bolso. Me doy cuenta de que olvidé apagar la luz del pasillo y cerrar la puerta con llave pero no le digo nada. Al entrar en el ascensor ve algo en el carril de la puerta. Quiere salir, le digo que no es nada, un caramelo chupado. Se agarra a una barra, dice que tiene miedo, que por eso nunca sube o baja en ascensor, por si se descuelga. Le digo que no pasa nada, que cuando llegue a clase los niños se alegrarán de verla. Cuando llegamos al portal quien está conmigo es Alberto. El portero le dice que se ha roto una tubería y que habrá que esperar. Esperamos. Después de un buen rato, el portero se ha convertido en una chica muy andaluza (morena, con el pelo negro hacia atrás y un acento muy marcado). Nos dice que está de vacaciones pero puede ayudarnos, que ahora se va al gimnasio, pero después podemos llamarla y nos arregla la tubería. Empieza a decirme el número. Le digo que no voy a recordarlo. Hace un gesto de desprecio con la mano y se va. Alberto también se ha ido, no sé dónde. Me fijo en que llevo en la mano tres felicitaciones navideñas. Pienso que han llegado con varios meses de retraso y no sé si merece la pena responder. Me quedo en la acera sin saber qué hacer.

de memoria

domingo 23 abril 2023. Voy hacia el Málaga Palacio. Cuando estoy a punto de entrar recuerdo que no he tenido la ropa, que la saqué de la lavadora y está mojada, amontonada, sobre un sillón. El hall del hotel es distinto, mucho más grande (al fondo tiene una especie de murete encalado que da al campo y a la autovía). Me dicen que cucando quiera puedo empezar la lectura. Se me había olvidado que tenía que leer, no llevo ningún libro ni me sé ningún poema mío de memoria. Se lo cuento a Loli, que está en una mesa haciendo poemas con recortes de periódicos. Dice que puede dejarme algunas páginas de Cahier. Mientras Loli busca qué poemas míos lleva, saludo al público sin prisa para hacer tiempo. Hay un grupo de compañeras del colegio (a las que no veo desde hace años). Les doy las gracias por venir siempre a mis lecturas. Me acerco a saludar a Ángelo. Nos conocemos de vista, ¿verdad?, dice. Le pregunto si está bien. Me mira extrañado. Deberías ir al neurólogo, le digo. Alberto me dice que estoy loca, que cómo le he dicho eso, que la que debe ir al psiquiatra soy yo. No se acuerda de ti porque no pareces tú, llevas cinturón. No es un cinturón es que se me caen los pantalones y le he dado una vuelta a la cinturilla, explico al público. Mientras tanto Loli ha colocado sobre el murete algunas páginas arrancadas de Cahier y ha puesto una piedra sobre cada una para que no se vuelen. Levanto cada piedra y cojo cada papel. Bajo algunas piedras no hay nada y algunas páginas están en blanco. Un tipo bajito y regordete me dice que en su casa tiene todos sus libros. Vivo ahí, junto a la autovía, vuelvo en un momento, dice y echa a correr. Intento entretener al público contando anécdotas.
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Alberto y yo hemos que dado con Francis. Lo vemos a lo lejos. En mitad de la calle hay una chica con un taco de folios (no sé si son apuntes o publicidad). Levanto la mano para saludar a Francis desde lejos. Francis responde levantando la suya. La chica cree que la saluda a ella y corre hacia él. Era a nosotros, le digo. La chica dice que se pasa los días en la calle para ver si encuentra el amor, que cree que cuando dos personas se miran por primera vez y notan complicidad, eso, es el amor verdadero. Es verdad, pero es mentira, a la larga es mentira, le digo.

cabina

sábado, 22 abril 2023. Alberto, Emilio y yo Entramos en una especie de papelería. Alberto pide algo que hace mucha gracia a la dependienta. Su padre (de la dependienta) que parece estar arreglando relojes otro mostrador, interviene. Todos ríen y cuentan anécdotas. Aparece Daniel y se pone frente a mí. Está muy serio. Cuando va a empezar a hablar, dice: No vale la pena. Se va. Voy tras él. Está hablando desde una cabina. Pienso que le está diciendo a alguien que no me ha dicho nada. Me pongo frente a él, le digo: ¿De verdad?

funeral

miércoles, 19 abril 2023. Encuentro una caja de madera grande muy astillada. Dentro hay cajas con fotos antiguas en blanco y negro, estampas arrancadas de álbumes, postales y baratijas. Mi tía Encarna dice que la caja es suya, que puedo quedarme con lo que quiera, que el resto lo tirará. Por una parte me da pena, por otra todo está roto y no sé qué elegir.
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Es de noche y voy en el asiento de atrás de un coche (vacío) que va a toda velocidad por la autovía. Paso al asiento del conductor, pero no atino con el pedal del freno. Salgo por una vía y aparezco en una explanada que sube a la iglesia de un cementerio. Es de día. El coche sube la escalinata de piedra y adelanta a varias mujeres de luto (lloran). Pienso que me he estrellado y es mi entierro. También pienso en quién heredará mi coche. Al llegar a la puerta de la iglesia una señora cierra la verja que separa la escalera de la explanada. Me abraza. Él tío te quería mucho, dice. No sé a qué tío se refiere y ya no estoy segura de si el muerto es él o yo.

invisible

martes, 18 abril 2023. Voy por la Alameda hacia casa de mi abuela. Hay mucha gente por la calle. Las aceras están pegajosas. Todo tiene un tono triste y apagado, a pesar de que los niños llevan globos y algodón de azúcar. Quiero volver cuanto antes a casa. De repente estoy escribiendo en una máquina antigua de la que fue la casa de doña Maruja (vecina de mi abuela). Me sorprende que la casa conserve el arco que separa el salón del dormitorio. Noto a alguien detrás de mí. Es Daniel. Me alegro mucho de verlo. Aparece Ángeles con un vestido blanco de piqué muy ajustado. Está delgadísima y muy guapa. Se lo digo. Habla sin parar. Daniel se sienta en un extremo del sofá. Le pregunto si sigue escribiendo. No responde. Actúan como si yo no estuviera allí.

cabaña

domingo, 16 abril 2023. Subo a un teleférico con unas personas que no conozco (aunque ellas parecen conocerme). Llegamos a un hotel rodeado de árboles enormes. Les digo que nos vemos luego y entro en una cabaña para cambiarme de ropa. Hay ventanas den todas las paredes y no tienen cortinas. No sé cómo hacerlo para que un tipo vestido de leñador (que trabaja fuera) no me vea. No sé cómo la cama se va llenando de ropa. Ya no sé muy bien cuál es mía o si ya estaba allí. En el lavabo hay jabón color ladrillo (como el que me dijo ayer mi tía que le gustaría volver a usar). Meto en la maleta todos los jabones que encuentro. También la ropa, porque se ha hecho de noche y he perdido todo el día sin saber cómo cambiarme de ropa. Aparece Alberto y dice que tenemos que irnos. Llevo varias bolsas y sé que e dejo cosas, pero no tengo ganas de volver. Al salir, Alberto dice que hace mucho frío. Me extraña, porque él siempre tiene calor.

melé

sábado, 15 abril 2023. Miro una caja llena de muñecos de plástico. No son exactamente muñecos Dunkin, pero se parecen. Pienso que mi hermana los ha ido a cumulando para nada, que acabarán en la basura. Quiero rescatar alguno, pero no sé por cuál decidirme.
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Parece un centro comercial donde las paredes son cristaleras que dejan ver las demás plantas. Hay mucha gente, pero no estoy segura de si es público o gente que está comprando. Tengo delante un micrófono, cuatro periodistas me hacen tres preguntas cada uno. Respondo tímidamente, excepto al cuarto que me da más confianza pero para entonces ya a nadie le interesa lo que digo. Le pregunto a Alberto qué tal lo he hecho. El primero, dice. No sé muy bien a qué se refiere. Desde arriba, vemos que en la planta baja comienza una lectura de Tesán. Me alegra mucho verlo. Mientras lee se quita lo ropa, interactúa con el público, se tumba en el suelo y todos forman una melé sobre él. Aparece Enrique. Tampoco lee al uso, se encierra en una cabina y proyecta vídeos, hace que el público participe. Nos ve desde lejos, deja lo que está haciendo y le da una abrazo a Alberto, me da un beso, y continúa con su espectáculo. Me siento orgullosa de que todos piensen que nos conoce y nos quiere tanto que ha dejado lo que estaba haciendo para saludarnos.

todo al rosa

jueves, 13 abril 2023. Estoy en un patio donde un tipo da una charla enlazando experiencias personales con escritores. Alguien dice, por ejemplo, mi abuelo, y él continúa su discurso con juegos de palabras. En mitad del patio hay una falsa cama enorme. Este año todo al rosa, dice y se retira misteriosamente. Todo el mundo aplaude enloquecido. Reconozco a un tipo (se supone que lo conozco) y al ir a pegarme a él para volver a casa (no sé dónde estoy), una chica muy alta se agarra a su cintura. No sabía que tuviera pareja ni que fuera tan alta, pienso. Una chica se me acerca. Me pregunta qué opino del rosa y la gama de morados. Se escandaliza exageradamente cuando le digo que no me gusta, que prefiero los verdes. Como no sé dónde estoy ni quiero quedarme sola, le digo que seguramente me compre un pañuelo rosa. Llegamos a la puerta de un hotel. La chica saca la tarjeta de su habitación y se la enseña al portero (que lleva abrigo con capa y chistera). Nos deja pasar. Antes tomaremos algo en el bar, me dice. No sé de qué hablar con ella, no sé qué pedir, no sé si me dejará dormir en su habitación, no sé nada.