definición de amigo

domingo, 15 septiembre 2024. Grupo de poetas alrededor de una mesa. Una chica estornuda muy flojito. Pienso que debería estornudar más fuerte, sacarlo todo, pero no le digo nada. La chica me pide que la deje pasar al cuarto de baño. En ese momento alguien la critica. Salo en su defensa. No la conoces de nada, dice alguien. No me importa, necesitamos más narradoras, digo. Alguien habla de una antología que ha sacado Ocaña Miranda. Hacen bromas. Les digo que es una persona excepcional, la persona más divertida del mundo, les cuento anécdotas. Alguien dice que en las antologías todos sacan solo a sus amigos. Les digo que definan amigo pero acabo haciéndolo yo. Les digo que es cuando conoces a su familia, su madre, sus hermanos. Sonia le dice a alguien el nombre de su madre y sus tres hermanos. Todos aplauden. Ella dice que ha sido suerte porque en realidad no los conoce. 
+
Llevo a mi suegra del brazo y en la otra mano un paquete envuelto en papel de estraza, dos móviles y el mío pequeño. Hago malabares para que no se me caiga nada (ni ella). Entramos en una farmacia. Ella busca una crema. Dejo todo sobre el mostrador mientras ella busca una crema. Al volver a mirar, veo que hay dos paquetes prácticamente iguales. Pienso que van a creer que lo he robado. Una guardia jurado se acerca. Le dice a mi suegra que la acompañe, que arriba tienen la crema que busca. No me da buena espina. Recojo mis cosas y voy detrás, pero desaparecen. Me doy cuenta de que he perdido mi móvil. Aparece una chica con pañuelo en la cabeza, lleva un móvil como el mío. Forcejeo, le digo que me lo devuelva. La chica se resiste. Al verlo bien, veo que es otro modelo y que no lleva la pegatina Jiménez en la tapa. Le pido disculpas, no quiero que piense que soy racista, simplemente me pareció raro que alguien usara un móvil tan antiguo. Le digo que debo encontrarlo porque ya no los fabrican, que no tendría interés para nadie porque no lleva mis datos ni fotos siquiera. Le digo que quizá se me cayó en el parking, al salir del coche. La chica se ofrece a ayudarme a buscarlo. Salimos de la farmacia pero las calles han cambiado. No hay parking, ni coches, hay una plaza con árboles y es de noche. No sé dónde estoy.

dos cines

viernes, 13 septiembre 2024. Subo por Fernando el Católico. Delante de mí, una familia (padre, madre, hija de mi edad, hijo muy joven). Se paran en la esquina con Rodrigo de Ullóa, dudan si seguir. Les digo que si siguen hacia adelante llegarán a la carretera de los montes, que no hay nada, que solo pasarán calor. Dudan, dicen que la ciudad no tiene nada. Les digo que ahí mismo tienen el seminario o Gibralfaro. De repente aparecen por arte de magia dos cines, uno frente al otro. El cine de la derecha tiene bar, les digo. Deciden entrar porque están muy cansados (van cargados de bolsas con souvenirs). Los acompaño a la puerta, miro el reloj y resoplo. El hijo me pregunta si pasa algo. Son las 20.35 y el tren sale a las 20.40, tendré que coger el siguiente. Me despido de la madre y la hija. El padre duerme con la boca abierta. Adiós señor papá, le digo desde lejos. El hijo acompaña a la puerta. Mientras vamos por el hall del cine me dice que quiere comprobar algo y va a besarme pero solo en los labios. No estoy segura de si quiere comprobar si hay química entre nosotros o que es la primera vez que va a besar a alguien. En ese momento aparece un tipo con pinta de tipo duro y le da unos golpes en la espalda. Pienso que nos ha fastidiado el momento. Me enzarzo en una pelea con él. El chico sorprendido me pregunta qué demonios hago. ¡No te das cuenta que quería matarte!, le digo.

la chica de balthus

jueves, 12 septiembre 2024. Voy a un servicio público que hay en los bajo de un edificio. A la puerta hay dos mujeres hablando. Una parece extraterrestre, con los ojos separados y enormes. Tiene una pierna levantada, apoyada contra la pared. Me recuerda a una de las chicas de Balthus. Dudo si decírselo para congraciarme con ella porque me mira con mala cara. Pienso que ya he estado ahí, pero no recuerdo cuándo. El servicio no tiene pestillo y está muy sucio. Levanto la tapa con el pie. Al orinar acabo mojándome las piernas y la ropa. Antes de salir pienso en qué esas dos mujeres pensarán que he sido yo quien lo ensució todo.

abrigos

miércoles, 11 septiembre 2024. Alberto quiere que vea una sala de un museo. Las paredes parecen vidrieras muy antiguas, pero cuando me fijo es que están muy sucias. Le pregunto si ya habíamos estado en ese sitio. Dice que sí, en un concierto. De repente la sala se transforma en una tienda de ropa de segunda mano atiborrada de abrigos. Cuesta avanzar entre tanta ropa. Decido arrastrarme por el suelo. Me acuerdo de que dejé a la entrada una bolsa. Le digo a Alberto que me espere fuera, que no tardo nada. Decido ir por la calle para tardar menos. Corro entre los coches como una bala. Casi no piso el suelo. Cuanto los semáforos, calculando por donde iré sobre la tienda (se supone que está bajo tierra).

chiclanera

domingo, 8 septiembre 2024. Estamos en una frontera. Hay coches esperando varios controles al aire libre (como cuando vas a pagar gasolina). En uno no hay nadie (pienso que está cerrado porque no tiene luz). Alberto va hacia él y varios policías armados se nos echan encima. Volvemos a la cola. Una señora no sabe rellenar el impreso. La ayudo. Le digo que apunte de dónde viene, dónde va y la fecha. Escribe Chiclanera, 3/3 y debajo el año en tres partes 2-02-4. Intento corregirlo pero un agente no me deja. Alberto mete su impreso en un sobre. Conociéndolo, con lo poco que le gustan estas cosas, no creo que haya escrito nada bueno. Quiero irme de allí cuanto antes.
+
Pablo está en la cama de mis padres. Vamos a visitarlo Pepe y yo. Nos cuenta cosas. Le recuerdo un vídeo juego que nos prestó, uno de los primeros que salieron. Mientras, le doy la mano. Dudo si decirle, te quiero, al despedirnos.

ducha

viernes, 6 septiembre 2024. Llegan mis sobrinos Darío y Abel. Me extraña que sean dos bebés y casi tengan la misma edad, pero me encanta verlos así. Cojo a Abel en brazos y no pesa absolutamente nada, como si estuviera hueco.
+
En casa de mis padres alguien se dejó la puerta abierta y la gata se ha escapado. Está bajando las escaleras. La agarro del rabo y tiro de ella. El rabo estira y estira.
+
Estoy sentada en una silla plegable de playa en una calle soleada de un pueblo. No hay gente ni coches. Les digo a unos niños que así da gusto vivir. Uno de los niños me dice que Alberto ya se ha ido. Corro al hotel (una casa baja encalada). Alberto está en la dduch, menos mal. Intento hacer la mochila a toda velocidad, pero mi ropa está en una cuba de la calle. Pienso que no me dará tiempo a guardarla toda, pienso hasta en dejarla allí. Debo elegir qué me llevo y qué dejo porque el tren sale ya.
+
Estoy en casa de mis padres intentando arreglar una cajita de música. Mi tía M dice que es imposible, que no seré capaz, que pierdo el tiempo. Me sienta muy mal. Con un táper transparente y un poco de arena de la gata consigo que funcione. Suena "Para Elisa". Se la pongo delante a mi tía. Dice que no volverá a hablarme.

cúter

martes, 3 septiembre 2024. Estamos en la acera de la casa de Rosamari. En el portal hay una especie de bar (nosotros lo vemos desde el coche). Llega una chica que me da mala espina. Saca un cúter rojo (como el que salía en la serie "Larry David") e intenta atacarlos. Le digo a Alberto que vayamos a avisar a la policía. Llegamos a un apartamento muy desordenado. Isabel Preysler y sus hijas se preparan para una fiesta. Sacan vestidos sobre la cama. Quieren que me pruebe uno. Le digo que ha llegado una asesina y deberiamos escondernos. Dicen que quieren darle una oportunidad y que trabaje en casa de sirvienta.

volverás

lunes, 2 septiembre 2024. Estoy en casa de mis padres. Mi tía M está muy despeinada, le digo que no vaya a salir así a la calle. La noto rara. Tardo en darme cuenta de que se ha teñido el pelo de oscuro. Le quedaba mejor blanco, pero no le digo nada. Mi padre no está en su sillón, no sé cómo se ha levantado solo. Mi madre dice que está en la cocina. Lo encuentro revolviendo en un cajón de herramientas. Me alegra que te entretengas, le digo. Eso hago, responde. Aprovecho para ir al cuarto de baño a ducharme, está todo manga por hombro, no hay sitio para colocar mi ropa. La bañera está muy sucia. Busco una toalla pequeña para usarla como alfombrilla. Ya queda menos, me digo. Mientras, suena de fondo "Volverás" de Sergio y Estíbaliz.

cumpleaños y ducha

sábado, 31 agosto 2024. Es el cumpleaños de mi hermana. Dice que ha quedado con unas amigas en un bar. Solo hay una chica y tres chicos (no conozco a ninguno). Se la ve nerviosa, va de un lado a otro entre las mesas. Las mesas del parecen de colegio. Cuenta en voz muy alta que cumple 24 años y que aunque parezcan muchos todavía es muy joven. Le digo a la chica que con 23 yo ya estaba casada y llevando mi casa. De repente caigo en la cuenta de que cumple 54, pero no digo nada. Uno de los chicos tiene cara de extraterrestre, con los ojos enormes muy claros. Los otros dos no destacan por nada. Le pregunto a la chica si le gusta alguno. Dice que no está segura, que no saben cuál le gusta a cada una. Le pregunto a mi hermana. Dice que le gusta el de los ojos claros, pero que sabe que no tiene nada que hacer con él. Nunca se sabe, le digo. Me aburro muchísimo, me quedo en la puerta del bar a mirar la calle. Pienso que en realidad no tiene nada que hacer con ninguno.
+
Habitación de hotel enorme y destartalada. Solo hay una cama metálica de matrimonio en un rincón. El colchón parece de lana, se hunde. La colcha va a juego con las cortinas que en otro tiempo fueron de damasco dorado y ahora son jirones. Las paredes están desconchadas, quedan restos de lo que pudieron ser frescos con escenas de dioses griegos. A un lado de la cama hay una ventana que da a una plaza con escalinata de mármol donde los turistas se hacen fotos. Mi padre está en la cama leyendo. Le pregunto a mi madre dónde está la ducha y me señala la barra de las cortinas. Me subo a la cama y antes de abrir el grifo, pregunto si hay que correr la cama para que no se moje. No hace falta, dice mi padre. Espero un poco para que salgan mkentras me ducho, pero no se mueven, siguen a lo suyo. Hago tiempo buscando champú o gel, pero solo encuentro pedazos pequeños de jabón. Elijo uno amarillo transparente que parece de glicerina. Sigo esperando a que salgan, carraspeo para que se den por aludidos. Nada.

meter primera

jueves, 29 agosto 2024. Vamos en coche a toda velocidad desde calle Beatas a calle Álamos. Llevo un traje de chaqueta verde oscuro con corbata a juego (se supone que vengo que un evento en el que tenía que ir así vestida). Al coche le pasa algo. Alberto dice que es mejor empujarlo para que arranque solo. Lo empuja por una calle en cuesta, estrecha y empinada. Sería mejor bajar en primera para usarla como freno, le digo. Le coche baja a toda velocidad, corremos tras él, lo perdemos de vista. Oigo un golpe. Alberto se para y se lleva las manos a la cabeza.

la hora de los superhéroes

lunes 26 agosto 2024. Entro en el dormitorio de mis padres, está todo muy revuelto, la cama sin hacer. Es la hora de los superhéroes, todos a dormir, digo y lanzó un muñeco que parece más un luchador de pressing catch que un superhéroe. Después me meto en la cama y Homer, el gato de mi cuñada, se tumba a mi lado.

rampas y blusa

domingo, 25 agosto 2024. Estoy con mí padre y otros familiares en lo que parece la sala de espera de un médico. Mi padre dice que quiere dibujar, me pongo muy contenta de que tenga ganas de hacer algo. Sobre la mesa hay cuatro carpetas enfrentadas como si fueran cuatro manteles individuales. Abro una, pero no hay cuaderno, en otra solo hay hojas ya usadas, en la tercera solo un bolígrafo. Por fin, en la cuarta, hay cuaderno sin usar y bolígrafo, pero mi padre prefiere un lápiz. Busco uno. En el momento que va a ponerse a dibujar dice que tiene sueño y quiere irse a casa. Alberto lo levanta y se lo lleva. Todos se van. La sala ha quedado desordenada, se han olvidado las chaquetas y las bolsas. Coloco las sillas en su sitio y las cuatro carpetas como estaban. Me llama mi tía M, me pregunta cómo va la cosa, le digo que se han marchado y que estoy recogiéndolo todo, que llevo cinco bolsas que pesan mucho, que la casa es un laberinto y no encuentro la salida. Hablo con ella mientras voy por la casa abriendo puertas y recorriendo pasillos. En una de las habitaciones hay una anciana durmiendo. En otra, unos ancianos cocinan mientras canturrean. Cuando por fin voy a salir, al abrir la puerta, suena el timbre (que está por dentro y lleva una cruz roja pintada). Varios ancianos se me acercan a ver qué pasa. Nos despedimos. El descansillo es enorme y enmoquetado, no veo el ascensor por ninguna parte, hay rampas y escaleras (casi ruedo por una), se me caen las bolsas, una toalla fucsia (que tuve hace años para ir a la playa enrollada) cae rampa abajo. Ahí se queda. Cuando por fin llegó a la calle no sé dónde estoy. Sobre otra rampa de cemento se ve una autovía, los coches pasan en blanco y negro (parecen coches del siglo XIX). Miro a mi alrededor, estoy en un polígono, hay obreros charlando en las aceras, no sé cómo llegar al hotel donde se supone que estamos alojados. Sacó un móvil del bolso pero no es mi móvil, es un móvil cuadrado pequeño donde aparece la cara de Puigdemont. Lo guardo rápidamente antes de que nadie lo vea, porque pienso que me puede traer problemas.
+
Estoy en lo que parece el hall de un cineclub situado en los bajos de un edificio. La luz es muy pobre, deprime. Miro la cartelera, ponen seis películas. No me suena ninguna. Oigo  decir a alguien que solo se accede con invitación y solo queda una en el mostrador. Varias personas corren a por ella. Voy a coger un programa pero no quedan, en su lugar alguien ha dejado una blusa de tirantes de vichy en rojo y blanco. Decido llevármela, pienso que me vendrá muy bien para dormir fresquita.

terrario

jueves, 22 agosto 2024. El mueble de las medicinas de la casa de mis padres tiene la puerta de cristal. Me pregunto cuándo la habrán cambiado. Dentro hay un terrario. Me acerco y veo unos huevos con manchas que parecen de codorniz. Temo que sean de serpiente y, cuando eclosionen, ataquen a la gata de mi hermana.

dentadura

miércoles, 21 agosto 2024. Estoy en casa de mi abuela, entró en el comedor, está a oscuras. Me siento en el sofá. Me sorprende ver que a mi lado está Larry David. Oigo ruidos en la puerta, entran dos hombres. Le digo a Larry David que nos escondamos, pero no nos da tiempo. De repente estamos en una especie de hangar enorme (se supone que nos han secuestrado). Hay mucha gente que hace colas para entregar sus abrigos. No parecen asustados. Cuando llega mi turno me dicen que saque lo que lleven los bolsillos. Sacó una dentadura postiza que no sé de dónde ha salido. Se ríen de mí. Intento esconder el móvil para poder pedir ayuda. Intento llamar, pero el móvil no funciona. En uno de los rincones hay un sofá semicircular pegado a la pared con una mesa delante, como en las cafeterías americanas. Se van arremolinando algunas personas, se sientan y hablan como si lo que está pasando fuera de lo más normal. Intentó sentarme y ser una más entre la gente. Los miro. La imagen me recuerda a cuando le das vuelta a un puré de patatas y se queda pegado a las paredes de la olla.

ropavieja

martes, 20 agosto 2024. Voy por la calle. Llevo un top rojo sin tirantes y una falda corta. Me miro y me veo muy delgada, ni siquiera tengo pecho. La acera es muy estrecha y está llena de señoras mayores que caminan muy despacio. Al verme se apartan hacia la pared para que pase. Llego a casa de mi prima Elisa (no se parece a su casa). Mi sobrina Nadia está en la cama y tiene el teléfono en la mano. Del teléfono sale la voz de mi tía M. Cojo el teléfono y le digo que ya he llegado. Se enfada porque he llegado muy pronto. Solo diez minutos antes, le digo. Me cuelga. Sobre la cama hay un montón de ropa, me pongo a doblarla, hago varios montones (camisetas, pantalones...). Voy a la cocina (ya no estoy en casa de mi prima, estoy en casa de Francis) tengo que preparar comida para mucha gente y solo tengo una bola de carne desmenuzada sobre un papel. Cuanto más la amaso mas pequeña se hace. Decido hacer ropavieja para que cunda más. La cocina está desordenada, llena de cacharros sucios, busco una olla pero no encuentro nada. Francis está en la despensa buscando algo y no quiero molestarlo.
+
Mi prima Cristina dice que me trajo de Londres un neceser que pone London. Dice que no sabe si me gustará. Me encantas los neceseres, le digo entusiasmada. Alguien dice que Torre Eiffel se pronuncia de la misma manera en inglés que en francés. No corrijo. Les digo que los ingleses, cuando se refieren a la Torre de Londres, pronuncian el the, de the tower, como di, no como de. Alberto me mira con escepticismo.

hojas secas

lunes, 19 agosto 2024. Estoy en lo que parece una terraza de un bar pero no hay bar, solo son unas mesas en la acera junto a un árbol. El árbol deja caer todo el tiempo hojas secas, la acera está cubierta de hojas amarillas. No sé que hago allí no hablo con nadie. De repente estoy en casa de mis padres, cojo dos o tres cosas, las meto en un neceser y subo al piso de arriba (donde vivía Enmita). Al entrar me abre Zayas. Le digo que no me acordaba que estaba allí, que había subido a echarle un ojo a la casa. Por hablar de algo, le cuento que en las aceras ya hay hojas secas.
+
Estoy en un despacho con tres personas que no conozco. Una chica dice algo sobre unas sandalias y le cuento que me hice unas con una base de madera y dos tiras elásticas cruzadas. Por sus caras, veo que no me creen. El chico me pregunta si también hago maquetas de trenes (señalando una que tiene justo al lado).

antebrazo

viernes, 2 agosto 2024. Voy en autobús. La chica que hay a mi lado le cuenta a su novio los dolores que tiene, que no entiende por qué le duele aquí (señala el antebrazo) donde no hay siquiera articulación. Dice que los médicos no saben lo que tiene. Dudo si decirle algo. En un momento que calla, mira al suelo y parece abatida, le digo que seguramente padezca fibromialgia, que yo tenía (y tengo) esos mismos dolores. Ya lo sospechaba, dice ella sin dejar de mirar al suelo.

estolas de piel

jueves, 1 agosto 2024. Por el público (parejas mayores muy arregladas) parece la terraza de un bar de hotel. Un tipo, vestido elegantemente de camarero, está sentado en un taburete sobre una tarima. Cuando entras debes recoger una tarjeta donde aparecen las tapas, y una casilla para poner una cruz al lado de lo que quieras tomar. Alberto pasa de largo y busca una mesa. Me fijo en que nadie ha cogido tarjetas. Le pido al camarero tarjetas para todos y las reparto entre las mesas. El tipo pone los ojos en blanco y me mira con gesto cómplice de "no se enteran de nada". De repente estamos en una sala de cine, llena hasta los topes. Las luces están encendidas a pesar de que la película esté proyectándose. De repente se abre una puerta lateral que hay justo al lado de mi asiento, y salen un montón de personas mayores muy arregladas (parecidas a las de la terraza de antes). Algunas señoras llevan estolas de piel. Varios acomodadores hacen gestos para que salgamos, mueven los brazos, nos echan como si fuésemos ganado. Protesto. Nuestra película no había terminado y quiero saber cómo termina, les grito.

rabos de lagartija

martes, 30 julio 2024. Estoy en casa de mi abuela, tengo que tender la colada en el patio. La colada son cuatro lagartijas vivas. Pienso que si las tiendo del rabo, se desprenderán los cuerpos. Mientras pienso en qué hacer con ellas una se me escapa.
+
Estoy con un grupo de personas en una habitación pequeña, sentados sobre cojines pegados a la pared. No sé de qué hablamos. Yo solo me fijo en que dos de las chicas se parecen a dos actrices (no recuerdo cuáles). En el momento de despedirnos, el organizador de la reunión dice: Y esas dos chicas del fondo, se parecen a fulanita y menganita. Yo grito: ¡Por fin!

un gran tipo

lunes, 29 julio 2024. Llegamos a la explanada de la iglesia de la Victoria donde su supone que Alberto ha dejado el coche. Está en obras y está prohibido circular. Alberto conduce muy despacio y yo lo sigo andando. El coche derrapa por montículos de tierra. No hay salida. Alberto sale, lo empuja y lo deja caer a una hondonada llena de agua. Después se lanza al agua para entrar en el coche y sacarlo conduciendo. Me quedo mirando, no sé si será capaz de salir.
+
Tengo que tomar un autobús para Marbella. Hay una acera con muchas paradas. Pienso que será la más concurrida. Le pregunto a un niño. Responde que no en inglés. Un señor mayor, dueño de una pastelería, me dice que él me sacará el billete. Su hija me ofrece una torrija flotando en un plato de miel. Como tanta miel me da asco, se la paso a un camarero como si no hubiera entendido que era para mí. Vemos llegar el autobús y me dicen que me dé prisa, que salga por la ventana. paso por encima de pasteles y mesas cubiertas de harina. Todos dicen que me echarán de menos, a mí y a Javi. El señor mayor me acompaña a la parada, dice que al principio creía que Javi y yo no nos llevábamos bien, pero que se dio cuenta de que siempre estábamos de broma. Le cuento que nos conocemos desde el instituto. Es un gran tipo, decimos casi a la vez. Lo veo tan triste por mi partida que le digo que le enviaré un libro de poemas. Mis poemas no riman, aclaro. Él tuerce el gesto y se ríe.
+
Estoy en casa de mi abuela. Hace tanto viento que los cuadros se han descolgado. Hay cuadros que no he visto nunca y me extraña. abro la puerta y miro el jardín que me parece desolado. Temo que el trompetero se caiga o uno de los plátanos aplaste el muro o incluso algún coche aparcado. Todo está gris, da pena, pero me gusta mirarlo porque siento mucha paz. Suena el teléfono. descuelgo desde el comedor. Mi abuela ha descolgado desde el cuarto de estar y las dos decimos Diga a la vez. Mi tía M nos cuenta que han dicho en la radio que se ha perdido un bebé, que se lo ha llevado el viento, que los padres del bebé no tienen más de trece años y que mi madre ha llamado a la radio para ayudar. No quiero seguir escuchando esa historia, cuelgo y vuelvo a la puerta a mirar el jardín.

anillo de caramelo

domingo, 28 julio 2024. Esperamos para entrar a un concierto de Sr. Chinarro. Alberto se aleja de la puerta, dice que le aburre esperar con el resto del público. Una organizadora nos dice que los fans están invitados (se supone que somos los que llevamos un rato en la entrada). Busco a Alberto, pero no doy con él. Nos hacen entrar por una puerta lateral y nos sientan en las dos primeras filas. Intento llamar a Alberto, pero el móvil no funciona. Intento enviarle un sms. Pongo mi mochila en el asiento de la izquierda por si Alberto aparece, pero pienso que no lo dejarán entrar a las filas de los fans. Saco de la mochila el anillo amarillo que me compré en Vigo hace años. Me lo pongo como si eso me fuera a dar suerte. El chico que está sentado a mi derecha se ríe, dice que parece de caramelo. Lo chupo como si eso me fuera a dar suerte e hiciera que Alberto apareciera.
+
Parece que acabamos de mudarnos a una especie de loft. Todo está manga por hombro, sobre todo la parte de la cocina. Nada está en su sitio. Intento mover el frigorífico, pegarlo a la pared. Cualquier cosa que hago me cuesta muchísimo, me canso moviendo un simple cubierto.

clavo

sábado, 27 julio 2024. Le enseño a Alberto una serpiente enorme que llevo en la mano. Está muy quieta, parece de juguete. Es blanca con aros rojos y negros. Los ojos y la boca son rojos, parece que un niño se los haya pintado con rotulador. Resulta ridícula y nada peligrosa. Parece que a Dios no le caía muy bien la serpiente, le digo a Alberto. No sé si soltarla, temo que se esconda debajo de algún 
+
Estoy en una habitación vacía. En un rincón, a unos centímetros por encima del rodapié, hay un clavo. Al pintar lasparedes también lo han pintado de blanco. Me acuerdo del candado que dejó Javi en Peritos. Ese es mi sitio, pienso, junto a ese clavo, ahí puedo poner unos muebles pequeños, vivir ahí, sin molestar a nadie. Sólo quiero llorar, pero no quiero preocupar a nadie. Pienso en el erizo César, en que podría vivir ahí conmigo. También me acuerdo de aquella película Tiny furniture, y que nunca supe por qué se llamaba así.

casitas de lata

jueves, 25 julio 2025. Voy por la calle del brazo de un chico gay muy joven. Detrás de nosotros una chica con un anciano. La chica le va contando al anciano una historia. Cada vez que dice "entonces el gay..." nos paramos para escuchar y nos reímos. Así todo el camino hasta que llegamos a la orilla del mar. El agua está muy limpia, se transparentan las piedras. El mar bate contra un muro blanco. Aprovechamos cuando se retira para avanzar sin mojarnos los pies. Por sin llegamos a la playa que hay delante de un chiringuito-hotel. Hay una tienda donde venden llaveros, broches y anillos hechos con piedras de la playa. Les digo que si cogemos algunas piedras podremos hacerlos nosotros mismos. Veo cajitas de lata amarillas y rojas Desde lejos parecen Cubitos Maggi, pero de cerca son la casita de Heidi y dentro llevan figuritas (Heidi, las cabras, el abuelo). A la chica que contaba historias también le encantan y la animo a comprar una. Qué pena no tener siete años, le digo a la chica.

el hombre de la peluca

miércoles, 24 julio 2024. Parece la sala de espera de un médico, pero son los bajos de un edificio. Hay gente amontonada delante de la puerta como si temieran que alguien se fuera a colar. Un grupo de pacientes me dicen que entre primero, casi me empujan a la consulta (no sé qué hago allí). La consulta es una habitación decorada para niños. Hay dos camas, cada una pegada a una pared. En una hay un señor mayor con gafas negras redondas y peluca oscura despeinada que le hace parecer un payaso (sospecho que las gafas también son de broma). Hay crucigramas. El médico un chico joven muy guapo con aspecto de actor americano de los años 50, pregunta qué me pasa. No sé qué decirle. Por algo estará aquí, interviene el señor de la peluca. Aprovecho para decirle que estaría mejor sin ella, que le queda ridícula y que se lo digo por su bien. El hombre sale de la cama e intenta ponérmela. Me da asco, le doy las gracias y me niego. Vuelve a su cama y sus crucigramas. El médico me mira las piernas. Yo, instintivamente, también. Tengo las venas enormes. Dice que me tumbe. Me doy cuenta de que solo llevo una camiseta. Las observa con detenimiento. Le digo que suelen dolerme mucho y cada noche tengo calambres. Más que calambres, se mueven solas, aclaro. Me las cubre con la sábana y dice que espere. Pasa el tiempo y allí sigo. Pienso que Alberto estará fuera esperándome y todavía tengo que ir al supermercado y hacer la comida. ¿Cuánto debo esperar?, pregunto. El médico no responde, hace cosas (que no sirven para nada) por la habitación, como cambiar juguetes de lugar, o rascar algo con la uña en la pared. El hombre de la peluca sigue a lo suyo. Decido irme. El médico me pregunta si estoy sufriendo alguna situación de estrés. Primero cuidó de su suegra y ahora cuida de sus padres y tías, dice el de la peluca. Le digo que lo de mi suegra no fue nada y fue hace mucho, y que estar con mis padres y tías no es para tanto, que invento cosas, que ya le enviaré las portadas del Hola que les hago. Es otra cosa, le digo y me voy. Antes de salir me vuelvo para decirle al hombre de los crucigramas que la peluca le queda muy bien. Por fin volvemos a casa. Por el camino nos encontramos a mi sobrino Diego, sentado en la acera, recortando u ordenando papeles en una caja de zapatos. Le pregunto qué tal el examen (se supone que tenía que hacer la selectividad y solo estudió unas horas antes). Dice que sacó un 8,5. Alberto se pone muy contento. Le pregunto si hizo trampas. Dice que sí. Alguien lo llama. Tengo que volver, se ha escapado el gato. Le digo que estaba en el alféizar de la ventana y lo metí en casa antes de salir. No me hace caso y entra en un local abandonado para buscarlo. Bajamos por una escala de madera sucia. En el sótano hay cajas polvorientas y juguetes viejos. Quiero salir de allí. Agarro a mi sobrino por el cuello de la camiseta para subir la escala, pero se ha convertido en un recortable y se le rompe la cabeza. Salgo como puedo, le pongo fixo a la cabeza y se la doy a Alberto. Llegamos a casa de sus padre. Su madre ha preparado la comida. Le digo que no podemos quedarnos, que tenemos que ir al supermercado y todavía tengo que preparar la comida de mis padres.

segunda oportunidad

martes, 23 julio 2024. Todo sucede como si fuera una película y yo estuviera dentro de ella, pero solo de espectadora. Una chica vuelve a su casa, al principio viste muy mal (se le transparenta la ropa interior, no se peina ni maquilla, etc). Una tarde decide arreglarse. Su amiga se queda asombrada de lo guapa que está. Lleva un vestido plateado y le pregunta algo en el inglés al camarero que hay detrás de la barra. Este, alucinando con su belleza, deja caer un vaso que estaba secando. La chica tiene la voz muy grave. A pesar de ahora todo el mundo la admire se la ve totalmente infeliz. Me alejo de escena y llego a casa. Alguien me enseña una libreta con pasatiempos. Me fijo en que era una libreta que usaba hace años como agenda, donde apuntaba cada cosa que hacía con una inicial roja. Me fijo en que todo está como cuando era pequeña. Me miro las manos y el cuerpo y, efectivamente, tendré no más de diez años. Pienso que tengo la oportunidad de rehacer mi vida. Podría matricularme en Biología, como quería mi padre, en vez de en Económicas pero, ¿seré capaz de retener tantos nombres en latín? También pienso que en vez de no parar en casa cuando Alberto salía con otra, yo podría encerrarme en mi cuarto a estudiar. Pero entonces no conocería a Jurdi, ni a Elías y Henry, ni a nadie, y quizá nunca hubiera escrito poemas. Pienso en qué prefiero. Voy a ducharme (donde mejor pienso), pero la bañera está llena de agua sucia. Me da igual, me meto de todos modos. (Quizá haya influido que anoche vi el documental El método Farrer).

tres hermanos

sábado, 20 julio 2024. Alberto y yo llegamos a unas canchas de deporte. Se supone que es la entrada a unas instalaciones que vamos a visitar. A la entrada hay unas mesa largas con manteles de papel. Tres chicos, muy parecidos a Pacho, comen, cada uno a lo suyo, separados por varios metros (pienso que son sus hermanos). La visita comienza y yo me quedo rezagada mirando algo. Mientras el grupo continúa la visita yo limpio unas letrinas con un bastoncillo para limpiar los oídos.

calva

viernes,  19 julio 2024. Se me cae el pelo. Mi madre dice que me lo cepille bien y volverá a crecer, pero el cepillo arrastra todavía más pelo hasta dejarme calva.

cazuela de fideos

jueves, 18 julio 2024. Estoy en una casa de campo encalada y destartalada. La dueña (una jipi parecida a Eva de "Verano azul") está recogiendo sus cosas para marcharse. Yo también recojo las mías. Oigo ruido fuera. Alberto esta en el coche con Emilio y Salvatore. Les hago una seña para que me espere, pero arranca y se van. Corro detrás del coche, levanto los brazos, nada. Al entrar de nuevo en la casa ya no hay siquiera muebles. Al fondo veo a un chico en el suelo leyendo dentro de su saco de dormir. Su cara y voz cambia. A ratos es Nacho, a ratos Juano. Pienso que quizá me pueda quedar con él hasta que pueda volver a casa. Lee en alto, parece un poco ido. Veo por la ventana que vuelven en el coche (es un coche blanco que no conozco). Le digo desde la puerta que cómo se les ocurre no esperarme. Alberto baja la ventanilla y me dice nuestra sobrina está embarazada. Arranca de nuevo y se van.
+
Estoy en la cocina de la casa de mis padres preparando la comida. El gato se sube a la encimera, intenta tirar la olla, le digo que va a quemarse las patas. Sigue hasta que se quema y sale bufando. Entra mi madre, pregunta qué vamos a comer, que le apetece cazuela de fideos. Miro la olla y es cazuela de fideos. Le digo que está de suerte. Dice que vendrá toda la familia, incluidos los sobrinos, que seremos mínimo quince personas. Dicho esto se pone a echar fideos a la comida que ya estaba casi hecha. Queda una masa incomible, pero no le digo nada. Intento arreglarlo como puedo sacando fideos a otra olla. El gato vuelve. Mi hermana dice que como es nochevieja ella se va, que no olvide ponerme los guantes y la bufanda. Miro el calendario que hay en la pared. Es mayo, pero no le digo nada.

gato ladrón

domingo, 14 julio 2024. Alberto lee el periódico en el hall de un hotel mientras yo atiendo a una chica que nos dice que es nuestra responsable, pero no va a poder hacerse cargo de nosotros. ¿No puedes dormir en el hueco?, le pregunto en broma refiriéndome a si no puede dormir entre los dos. A la chica le hace mucha gracia y se ríe a carcajadas, dice que es una lástima que no estemos en el Siete Mares (se supone que es un hotel que hay al lado). Le respondo que elegimos este porque ya estuvimos una vez y queríamos estar en el mismo. Alberto me dice al oído que en el que estuvimos fue en el Siete Mares, si no me acuerdo de las piscinas redondas. Le digo que no me acuerdo (lo que sí recuerdo es haber soñado con un hotel así). De repente estamos en casa, hemos vuelto a por algo, me doy cuenta de que llevo un pantalón de pana negro muy viejo con lamparones y manchas de lejía, y unas botas tipo australianas a pesar de que es verano. Le digo a Alberto si no se había fijado en lo mal que voy. Al entrar en el dormitorio todo está desordenado, la cama revuelta llena de ropa, de latitas con monedas, incluso hay perlas de onagra sueltas. Los cajones están abiertos, el teléfono descolgado en el suelo. Le digo Alberto que creo que alguien ha entrado a robar y que todavía está en la casa. Él se fija por primera vez en el desorden,  pero no parece afectarle. Le digo alzando la voz (para que el supuesto ladrón lo oiga) que saque la pistola (que no existe). De repente aparece el gato de mi hermana. Pienso que quizá haya sido él quien lo ha revuelto todo. Le digo a Alberto que tenemos que poner una cámara para saber qué hace mientras no estamos. Busco ropa de verano para cambiarme, pero toda la ropa del armario no es mía. Intento ponerme cualquier cosa, pero no hay una prenda que casé con otra porque todo es marrón, azul oscuro o negro. Alberto dice que me va a gustar el sitio donde vamos a ir a cenar. Intento quitarme una blusa muy fea que me he probado y me quedo atrapada dentro. Le pido a Alberto que me ayude, pero está buscando algo en sus estanterías. Me doblo y agacho para ver si sale sola, pero se enreda cada vez más.  No puedo respirar. (Me despierto llorando).

regalo

sábado, 13 julio 2024. Estoy en un apartamento con Federico y Virginia. Es la hora de dormir y nos damos las buenas noches. Antes de irnos cada uno a su cuarto, Federico abre el maletero de un coche y me da lo que parece una foto o un dibujo enmarcado envuelto en papel de seda rojo. Por más que intento abrirlo no puedo. Así que todos se van a dormir y allí quedo yo con mi regalo.