dos bodas

domingo, 25 mayo 2025. Somos los testigos de una boda (no sé de quién). Llevamos un calendario hecho por nosotros, donde en cada casilla hemos puesto un acontecimiento gracioso. Cuando entramos en la iglesia está atiborrada. Raquel se nos acerca muy sonriente y nos dice que ya no hace falta que hagamos de testigos, que lo hará Jairo (no sabemos quién es). Dudo si decirle que me parece muy mal habernos hecho ir para nada. Se lo digo suavemente. ¡Es que ha venido Jairo!, nos dice con una sonrisa enorme.
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Elisa se casa. Toda la familia está en casa de mis padres. No encontramos la camiseta que Elisa quiere llevar. Mi madre dice que fue a comprarla con ella y la metió en una bolsa. Busco dentro de su armario, pero solo encuentro los puños cortados. me los pongo y salgo. Para relajar el ambiente les digo que puede casarse solo con la falda y los puños. Todos ríen. Empieza a llover muy fuerte, nos asomamos. Algunos vecinos tienen caballos en sus terrazas. Se lo digo a mi padre muy asombrada. Dice que él no puede verlos, que ya casi no ve. Salgo a dar un paseo. Me encuentro a Luisa Etxenike (lleva una maleta enorme). Me miro los pies, voy en zapatillas. Para que no se dé cuenta le hablo de tonterías para distraerla (de que no me gustan los lunares en la ropa, o que mis zapatos favoritos para estar en casa son las alpargatas porque es como si estuviera siempre de vacaciones). Le cuento que me las pongo en chancleta, doblando el talón hacia adentro. Le pregunto cómo se dice eso en euskera. Dice dos palabras, la segunda, "etxaniz". Le pregunto qué significa porque he observado que la ponen al final de muchas frases. Antes de que me conteste ya hemos dado una vuelta a la manzana. Subimos a casa de mis padres (que no se parece a la casa de mis padres). En el ascensor hay una caja con huesos. No pienso subir con eso ahí, dice Luisa. Es mi prima, no pasa nada, le digo (no sé si me refiero a que es mi prima muerta o los huesos que le dimos para estudiar la carrera). Al llegar arriba, la casa es un enorme salón de actos con butacas numeradas. Todos están en sus asientos. Elisa no ha llegado. Salgo de nuevo a buscarla. La veo a lo lejos por la calle (ya es de noche). De repente alguien me atrapa con un cazamariposas y me mete en una jaula enorme donde hay mayores y niños. Elisa se asoma y pregunta si alguien sabe dónde revelan fotos, que acaba de casarse y no puede esperar a mañana para ver las fotos. Cierran la puerta y se queda dentro. Le explicamos al carcelero toda la historia, pero no nos cree, hace un gesto con la mano como diciendo que estamos borrachas. Elisa consigue escapar. Dos niñas lo intentan también. El carcelero les dice que si se portan bien la próxima vez las llevará al fútbol para que vean jugar al Granada, las niñas se ponen muy contentas y vuelven a la jaula.