jueves, 1 mayo 2025. Estamos en una tienda de juguetes. La dependienta nos enseña un tablero en el que pones un poco de pintura y al pasar el pincel suena la música de la película que elijas. Una señora dice que quiere para su nieto la banda sonora de Harry Potter. Pasa el pincel con mucha agilidad y las notas van sonando al ritmo de cada pincelada. La señora compra el juego contentísima. La dependienta le dice a Alberto que pruebe. Suena la música de Barry Lyndon. Cuando la dependienta desaparece para envolver el regalo de la señora pruebo pasar el pincel, pero no suena nada. Pienso que es un truco, que cuando está la dependienta delante le dará a un botón.
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Estoy sentada frente a la tele y alguien me da una figura de Santa Rita como si se tratara de un bebé. Se me cae, se rompe en varios pedazos, la recompongo.
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Un grupo de amigos quiere ir a comer caracoles. Para eso cogemos un ascensor que nos deja en lo alto de un monte. Después empezamos a bajar por terraplenes. Bajan con mucha facilidad, como si esquiaran. A mí se me cruzan un montón de gallinas. Aparece un perro. Las va matando a todas a bocados. Grito desde arriba que no puedo seguir. Alberto intenta subir para ayudarme. Le digo que no suba, que hay un perro rabioso. Veo un túnel. A la entrada hay una bobina de hilo rojo. Lo sigo para no perderme, pero dentro del túnel hay un montón de gente atrapada, liada como si fueran capullos de seda en otros hilos de otros colores. Los separo y ayudo a salir uno a uno. Cuando por fin llego el restaurante está cerrado. Me alegro porque jamás comería caracoles.
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Vuelvo a estar sentada frente a la tele y vuelven a darme la figura de la misma santa. Se vuelve a caer, se me vuelve a romper. Está vez está tan rota que será imposible recomponerla. (Me despierta una jaqueca explosiva).