jueves, 29 mayo 2025. Estoy en casa de mis padres. Todo está muy revuelto. Me dicen que coma, pero yo estoy pendiente de mi padre porque se ha levantado solo y va a toda velocidad hacia la puerta como si quisiera escapar. Mi padre se da la vuelta, señala uno de los cuadros y se burla del pintor con palabras ininteligibles. Nadie parece darse cuenta de que se ha vuelto loco. Lo dejo en su sillón y ve voy a la cocina. Me siento en el suelo, escondo la cabeza entre las manos y me echo a llorar. Mi hermana me pregunta en tono de azafata si todo va bien. Nada va bien, le digo.
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La casa está llena de gente que no conozco. Llegan gritos desde la calle. Salimos a mirar desde la terraza. Pandillas de hooligans rompen botellas y vas destrozando todo a su paso. Según miramos la terraza va bajando hasta ponerse al nivel de la calle. Les digo a todos que entren en casa. Cuando creo que todos están dentro cierro la reja, pero siempre aparece alguien más. Tengo que volver a quitar el candado, etc. Dentro de casa, una señora muy mayor dice que tiene unos pechos preciosos. Se saca uno. Su hijo se avergüenza. También tiene dos bebés que andan por la casa en pañales. Un chico intenta dormir en el suelo, dentro de un saco. Alberto come unas gambas enormes que parecen de plástico en la mesa donde está la señora. La señora se levanta y trae una jarra de margaritas que parece agua sucia. Todos se acercan a beber como si fuera no pasara nada.