milán yema

jueves, 30 mayo 2019. Hablo con Pablo por teléfono (no recuerdo de qué, pero su voz me calmaba). Antes de que pueda darle las gracias y despedirme, la llamada se corta. Entro en la cocina de la casa de mis padres. No hay luz, todo está manga por hombro. Aun así decido hacer un bizcocho. Entra mi madre, casca un hueco sobre la encimera. En vez de yema aparece una goma Milán verde muy usada.

personaje cerilla

miércoles, 29 mayo 2019. Al entrar en el ascensor de casa me encuentro a un personaje diminuto color carne que parece muy asustado. Tiene el tamaño de una cerilla. Me echa los brazos, lo pongo sobre mi hombro como si fuera un bebé, pero puedo sostenerlo con un solo dedo. Llego a casa. Hay varios vecinos en la terraza. No sé qué hacen allí. El personaje se asusta y salta al suelo. Temo que lo pisen, lo busco entre los pies de los vecinos. Alguien fuma. La ceniza le cae encima. Lo tomo con dos dedos. Está negro. Parece una cerilla completamente quemada.

arenques fermentados

lunes, 27 mayo 2019. Cumpián abre una lata de arenques fermentados y se la come disfrutándola como si fuese el mayor de los manjares. Me ofrece. Meto un poco en un trozo de pan y lo pruebo. Me da mucho asco. Para colmo noto que el pescado late.
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Llegamos a una casa trepando por un monte con la tierra húmeda. se hace muy difícil avanzar. Saltamos una valla como hicimos en Oporto para llegar al museo del vino. Veo que Rajoy se me acerca como si me conociera de toda la vida. Me estrecha la mano, me pregunta qué tal va todo. Le digo que, aunque parezca mentira, visto lo visto, se le echa de menos. Pone cara pánico y desaparece. Un señor con barba dice que es hora de volver. Me acompaña a la parada del bus. Dice que si se hace tarde puedo dormir en su casa. El señor se convierte en un niño (con la misma ropa, un jersey de lana cruda con adornos que le sobresalen. Se me abraza, se queda dormido, los adornos se me clavan.
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Al parecer se presenta un libro en el que participo. Van llamando por orden alfabético. Soy la segunda en leer. Me doy cuenta de que en vez de llevar poemas llevo una bolsa de plástico llena de costillas que chorrean salsa barbacoa. No sé qué hacer con ella porque podría mancharlo todo. Se saltan mi nombre. Aprovecho para escabullirme.

pulsera vaquera

miércoles, 22 mayo 2019. Parece una gran fiesta en unos jardines tipo Versalles. Estoy muy a gusto comiendo gominolas de una caja de cristal de aristas doradas (igual a la que vi ayer en la recepción del Gran Hotel La Laguna y no me atreví a coger ninguna). Oigo mi nombre por megafonía. Dicen que es mi turno. Trepo por varios niveles de balaustradas hasta llegar a una terraza donde están todos los demás poetas. Toman zumos y cervezas. Pido disculpas por llegar tarde y señalo las gominolas como si eso fuera una excusa más que suficiente. Unos se ríen, otros me miran mal (sólo hay hombres). El presentador le hace la misma pregunta a todos: ¿Si encontraras un muerto en la playa qué escribirías en su pulsera vaquera? Los demás poetas responden tonterías algo azorados. Durante el descanso, le digo que esa pregunta es una tontería. De nuevo hay quien ríe y quien se molesta. Juan Cerezo se ríe disimuladamente y oigo que le dice a quien tiene a su lado: Alguien tenía que decírselo. El presentador se levanta y desaparece. Pienso que no he debido decir nada delante de tanta gente. Que quizá ha sido fruto de la cerveza, pero veo que yo era de las que tomaban zumo. Cuando vuelve, le pido telepáticamente que me haga esa misma pregunta, que intentaré que mi respuesta sea tan buena que haga buena su pregunta. Asiente. Me pregunta. Si encontrara un muerto en la playa en su pulsera vaquera escribiría el nombre del mar que lo mató.

anécdota

martes, 21 mayo 2019. Estoy en una tasca. Dos niños se sientan frente a mí. Veo a sus padres vigilarnos desde una mesa cercana. Para entretenerlos les cuento cuando al coger un adorno de la Virgen del Pilar que tenía un cable pelado y al notar un calambrazo agarré el brazo de mi hermana y se lo pasé. Los niños no saben si reír o llorar.

vuelo de bajo coste

domingo, 19 mayo 2019. Vamos en un avión partido por la mitad. A la hora de aterrizar, todos resbalamos hacia delante. Me abrocho el cinturón y agarro muy fuerte a Alberto para que no caiga. ¿Esto siempre es así?, pregunto a otro pasajero. Sólo hay cinturones para cuatro pasajeros, responde.
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Parece una fiesta en un barco, pero está amarrado al puerto. Un chico me persigue para entrevistarme, no sé dónde esconderme. al fin me acorrala y pregunta que pienso del ser humano. Sólo somos monos con ropa, respondo.

ciruela

sábado, 18 mayo 2019. Se supone que estamos de viaje y acabamos de almorzar con mi madre. Sobre la mesa hay una ciruela enorme muy oscura. Mi madre la mira y le pasa la mano como si fuese una bola de cristal. Pagamos la cuenta. La ciruela la pago yo, dice mi madre al camarero.

regla

viernes, 17 mayo 2019. Hago cola, como si estuviera en un bar, para entrar al cuarto de baño de la casa de mis padres. De repente me doy cuenta de que estoy desnuda, me ha venido la regla y hay un charco de sangre en el suelo. (Al despertar, me ha venido la regla).
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Tenemos que llegar a algún sitio y llegamos tarde. Mientras conduzco muy rápido marcha atrás, Sonia va asomada a la ventanilla del copiloto gritando a todos que se aparten.

recoger pasas

lunes, 13 mayo 2019. Entro en una sala enorme. Casi no quedan asientos libres. A mi lado alguien habla con un tono de voz que conozco, pero no sé quién es. Pasan varios conocidos, se les ve muy felices por lo que va a pasar (que no sé qué es). Algunos llevan collares y hasta banderas. Me levanto y salgo discretamente. Aparecen Daniel y Mantecón. Daniel dice que tenemos que hablar y se tumba sobre un montón de tierra de una obra. Le digo que no es arena de playa, que no haga el tonto, que Alberto y mantecón estarán buscándonos. Me pregunta por trabajos lejos de España, como recoger pasas. Es precisamente en Málaga donde se recogen, le digo. No quiero estar allí, llamo a gritos a Alberto. Aparece con Mantecón. Os estábamos buscando, dicen. Llegamos a un hotel. La chica de recepción se alegra exageradamente de que yo saque un libro de Vonnegut donde llevo la reserva. Le digo que puede devolvérmelo cuando nos vayamos del hotel. Entramos en el restaurante. Las mesas y las sillas están desordenadas. El camarero me da un teléfono, marca el número de la peluquería y me dice que con seña que debo cortarme el pelo.

veinte por tres

viernes, 10 mayo 2019. Buscamos un perfume porque se supone que yo diseñé la caja. Lo vemos en varios escaparates pero me parece muy caro. Al pasar cerca de un andamio encuentro una carpeta y veinte euros. Le digo a Alberto que es la tercera vez en un día que me encuentro veinte euros. Nos sentamos cerca del andamio por si aparece el dueño poder devolvérselos. Bajo el andamio hay un estanco. Pienso que si no aparece nadie a reclamar el dinero no me da tanta pena porque seguramente será fumador y fumar es tirar el dinero.

pestillos

miércoles, 8 mayo 2019. Entro en una zapatería muy elegante. Le pregunto a la dueña si le quedan unos zapatos de rayas que vi en el escaparate. Me señala un cesto. Parece que les haya pasado por encima una apisonadora.
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Llego a casa de mi abuela. Un tipo me encierra en la cocina y me desata los tenis. Los esconde en la alacena. No sé cómo me libro de él. Al llegar a la puerta veo que ha colocado varios pestillos. Los abro a toda velocidad y consigo salir al jardín. No has entendido nada, le digo antes de marcharme.
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Camino por Conde Ureña. Intento elegir una rama con jazmines para llevarle a mi padre, pero son todas tan bonitas que me da pena cortarlas.
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Después de comer en un restaurante, los camareros dicen que salgamos para que puedan servir los postres. Al volver, Antonio Blanco está sentado en el sitio de Alberto. Incluso lleva su chaqueta. Los camareros sirven un postre que parece de cartón. Uno de ellos lanza un acertijo. Debemos encontrar una palabra que contenga las letras de AGUA. Como pista, dice que es la palabra que más odian de los clientes. Después de un rato, dice: La palabra era OIGA.

jnac

miércoles, 1 mayo 2019. Alguien me enseña a escondidas una papeleta de un nuevo partido. Son los peores, me advierte. Las siglas son JNAC. Nadie sabe qué hay detrás, sólo que la jota es de Juventudes, dice.