miércoles, 22 enero 2025. Me despiertan unos ruidos. Para salir del dormitorio tengo que pasar por una ranura muy estrecha porque alguien ha movido el tabique. Dos albañiles se asustan al verme (llevo un camisón y un gorro de dormir tipo Scrooge). Han quitado la puerta de casa, están pintando el rellano y la escalera. Han pintado respetando unas flores. Les pregunto si esos frescos estaban ahí. De toda la vida, me dicen. No entiendo nada. De repente estoy entrando en el portal. Tiene dos puertas de barrotes de hierro y están abiertas (les falta el cristal). Las cierro. Intento abrir el buzón con la llave del que fue mi diario. Aparece Carmen (que no vive allí) con unas vecinas. Le explico lo que me pasa. Le digo que los albañiles se dejaron la puerta abierta toda la noche. Nadie me presta atención.
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Estoy en casa de mis padres. Mi tía M llama por teléfono y se queda callada. A ratos la oigo llorar. No sé cómo consolarla. Le digo a mi madre que le hable. Mi madre hace un gesto con la mano de "paso". Mi sobrina Nadia llega dando vueltas como una bailarina. Se ha cortado el pelo y teñido de rubio platino. ¿Te gusta mi nuevo pelo morado? ¿Morado? Nadia se mira al espejo y se echa a llorar. Le digo a mi prima Elisa que hable con mi tía. Me hace un gesto de "tengo mucha prisa" y desaparece con nadia.