discreto

martes, 22 mayo 2012. Miro el río y la que fue mi casa de calle Salitre desde un mirador que cada vez es más alto. El río en vez de agua lleva personas que caminan lentamente, parecen hormigas. Alguien con una libreta me pregunta si me quedaré a comer. Le digo que no. Apunta algo y se va. Llega Silvestre, se pone a mi lado, miramos el río en silencio. Dice que él tampoco puede quedarse. La próxima vez te contaré la nueva novela que quiero escribir, le digo. Se pone muy contento, se sube de un salto al bordillo de la acera. Dame un abrazo, dice. Le digo que con sus dos metros y sobre el bordillo no voy a llegar. Se ríe, me abraza. Cuéntame esa novela, seré discreto, dice.