síndrome del batallón

domingo 26 abril 2020. Hay varios bares y en todos hay poetas muy jóvenes a punto de comenzar una lectura. La calle es estrecha y desde un bar se puede ver y oír a los poetas de enfrente. Comienzan a leer, me aburro, veo a Elena entrar al bar de enfrente con un chico muy joven. Cruzo para saludarla. Le dice al chico que subamos a su casa. El chico vive en el último piso del edificio donde yo vivía hace diez años, pero la distribución de las habitaciones es diferente. Elena manda al chico a su cuarto, lo trata como si fuera su madre, pienso. No recuerdo de qué hablamos. Alguien hace señas desde la calle para que le abra el portal. Recuerdo que quedé en ir a comer a casa de mis padres. Me despido de Elena, el chico sale de su cuarto, le doy dos besos. Me llamo Isabel encantada de conocerte. El chico no comprende. No nos habían presentado, le digo. En el portal hay un batallón con uniformes de gala. Me abro paso, corro para llegar a tiempo a casa de mis padres. Mi madre abre la puerta malhumorada. Me han dicho que prefieres pasar el tiempo con soldados que con nosotros. Si es así tienes un problema muy grande, me he informado y se llama "Síndrome del batallón", deberías ir al psicólogo, me dice en el descansillo, sin dejarme siquiera entrar en casa.