espárragos

miércoles, 24 mayo 2023. Dos chicas me abordan por la calle. Dicen que tienen que hacer un trabajo sobre mis libros y que si pueden venir a casa sin que se entere su profesora (les ha advertido que no me molesten). Le digo que vengan, de momento, a una charla que voy a dar. Entramos en una especie de sótano amueblado como un comedor años 50. Sobre la mesa hay un ramo de flores enorme, pero al acercarme veo que es un manojo de espárragos. Los necesitaré para la charla, les digo y me los echo al brazo (pesan mucho). Bajamos a otro sótano con el suelo de gomaespuma. Cuesta mucho trabajo andar sobre él. Ya hay gente esperando. Alguien me da un plano de una ciudad. Al desplegarlo es tan grande como una sábana. Alguien ha escrito una dedicatoria en una esquina. Vaya, querían dedicármelo y han borrado el trazado de las calles, digo. Unos chicos en primera fila, aplauden, patalean y ríen a carcajadas como si yo hubiera contado el mejor de los chistes.