josemiguel

miércoles, 3 julio 2013. Pueblo en fiestas. He quedado con mis padre para la hora de comer. Mientras, hago tiempo con Paquito (mi amigo cuando era niña). Dice que me tiene una sorpresa. La sorpresa es Josemiguel (un niño al que no he vuelto a ver desde hace 33 años). Paquito se queda en un bar y nosotros nos vamos a caminar por el pueblo. Hablamos, no como si nos hubiésemos visto ayer, mucho mejor. Nos reímos mucho. No te recordaba tan ingenioso (de repente ayuda a un chico a cargar su furgoneta), ni tan amable, le digo. Le pregunto por sus hermanas. Me alegra que las nombres, ahora puedo hablar de ellas sin tapujos, dice. Lo malo llega cuando tenemos que saltar un escalón de unos 3 metros. Tírate, me dice desde abajo con los brazos abiertos. Le digo que daré un rodeo. El rodeo se complica, aparezco por terrazas de casas abandonadas y bancales sembrados. Estoy mucho más lejos y más alto. Lo veo que me mira, desde tan lejos, abre los brazos y dice: tírate. Nos reímos. En los bancales está Paquito y vuelve a ser un niño que juega con la tierra. Gracias, le digo.