amigo

domingo, 22 diciembre 2019. Salgo de una especie de sótano por una rampa muy ancha. Hay tanta gente que temo que me aplasten. Alguien me da la mano y me acerca a su lado. Es Ibán. Su mano es muy blanca y suave, los dedos muy largos. Salimos a un paisaje nevado. Otro chico, con el pelo tipo afro, dice que me abrigue, que el aire se Suiza es muy traicionero. Tienes que ver algo, dice Ibán. Escalamos un muro de hielo y piedra. Cuando estoy a punto de caer, despierto. Estoy sentada en un escalón. Ibán está a mi lado, hombro con hombro. ¿Tienes algún amigo que se llame Quim?, le digo. No. Pues vas a tenerlo.